«Las migajas» es el segundo que leo de Frederik Peeters, esta vez de la mano de Ibn Al Rabin como encargado del guión. Con este libro cerramos la trilogía de tebeos prestados por Jotagrafía (gracias por abrirme más al mundo del tebeo). Esta edición (también de Astiberri como Dándole vueltas) mola mucho: blanco, negro y dorado son los únicos colores que vas a encontrar dentro (además del rojo en la portada).
Las migajas: el esperpento
La historia, más fantasiosa que fantástica, cuenta el secuestro de un tren por parte de un grupo de revolucionarios, bastante taraos todos, que desean poner a Liechtenstein en el mapa. Los personajes son buenísimos y sus -locos- diálogos también.
Es bastante cortito así que no me gustaría pasarme destripando nada, ni a la historia ni a los personajes (una de las virtudes del libro, a mi parecer, es ir conociendo a los distintos viajeros del tren). Me limitaré a decir que los cabecillas son un barón y un conde, sus secuaces son unos siameses y una atractiva mujer y que, todos estos, tienen secuestrado a un alquimista: pieza clave del plan.
Es una aventura que podría considerarse un poco esperpéntica -quizás- ya que muestra una realidad un tanto distorsionada y surrealista. Son unos bandidos bastante gañanes, la verdad, te ríes con las situaciones que se suceden y con las conversaciones que mantienen.
Un placer conocerte, Peeters
Lo más probable es que cuando termines y cierres el libro te descubras con una sonrisa dibujada en la cara (de hecho, la llevabas ya desde hace un rato): porque la historia y el final molan y porque encima es que es bonito. El dorado, que refleja la luz según le llegue, y la sencilez del blanco y negro, quedan que te cagas.
La verdad, ha sido otra muy buena experiencia. Ya van dos de dos de Peeters que me gustan, así que tendré que seguir indagando en él sin que tengan que prestármelos 😀 Me lo apunto como recomendación / regalo para personas a las que les gusten los tebeos, este tipo de humor y no sepan por dónde tirar.
Salud y risas para todos.
Un comentario en «Las migajas / Frederik Peeters & Ibn Al Rabin»