Qué gozada de libro esta «Historia de una maestra» escrita por Josefina Aldecoa. Me ha regalado justo lo que esperaba: el testimonio de una maestra de pueblo que, con lenguaje sencillo y directo, te traslada a la España mayoritariamente analfabeta de principios de Siglo XX (desde 1920, hasta la guerra civil, pasando por la II República). Vamos a por la reseña.
La autora: Josefina R. Aldecoa
Uno de los motivos por los que tenía ganas de leerlo es por la autora, Josefina Aldecoa (Josefa Rodríguez Álvarez, 1926-2011, hija y nieta de maestras), conocida entre literatos por formar parte de la Generación del 50 y entre pedagogos por fundar el Colegio Estilo, basado en la Institución Libre de Enseñanza.
Esta institución fomenta una enseñanza completamente opuesta a aquella de «la letra, con sangre entra». Sus pilares son la educación física (¡también para mujeres!), el arte y la moral (facilitar la formación del carácter de los chavales).
Tienen que comprender -decía Ezequiel- que la moral es otra cosa; está por encima de las religiones. La moral es el resultado de aceptar la verdad y la justicia en todas partes del mundo. Porque la verdad y la justicia no tienen fronteras.
Fomentan que los niños aprendan «haciendo» (no memorizando), que se impliquen, que se les evalúe de forma continua, etc. Esto supuso una auténtica revolución respecto a la forma de enseñar hasta entonces (mayoritariamente en manos de la Iglesia).
«La escuela estaba limpia y arreglada. Además de pintar, habíamos colocado, en las cuatro esquinas, cuatro arbolitos del monte en unos cubos. Por la mañana los sacábamos al sol. Cuando empezaba a hacer frío los encerrábamos en la escuela y yo aprovechaba para explicarles la vida del reino vegetal, de la que ellos tenían conocimientos tan directos y tan poco científicos. Para nuestras clases de trabajos manuales llegaban con las cosas más inesperadas. Trozos de soga, clavos, cortezas de árbol blandas para tallar con sus navajas, juncos del río con los que hacer cestos. Me enseñaban y les enseñaba y el intercambio de habilidades se convertía en un juego.»
De esta Institución, por ejemplo, dependía la «Residencia de estudiantes» (que ya mencioné en su día en la entrada de Conversaciones con José «Pepín» Bello).
La novela: vivencias de una profe en la España profunda
Esta Historia de una maestra es el primer libro de una trilogía (las siguientes son Mujeres de negro y La fuerza del destino). Aquí, nuestra protagonista Gabriela, cuenta su vida como maestra de colegios rurales durante los años 20 y 30 del Siglo XX. En el prólogo la autora aclara que estas vivencias surgen de las experiencias que le transmtieron su madre y abuela (maestras antes que ella).
«La patria, la sociedad, los padres, esperan de vosotras el milagro, la chispa que encienda la inteligencia y forje el carácter de esos futuros ciudadanos…»
La novela se desarrolla principalmente en pequeñísimos pueblos del norte de España, aunque también se aborda una primera misión en Guinea Ecuatorial. Imaginaos en el año 1920 a una mujer joven y blanca, de profesora en un poblado paupérrimo de África (te cagas). Después llegaría la II República, las misiones pedagógicas y, después, la fatídica Guerra Civil (hasta aquí abarca esta parte de la trilogía).
No quiero destripar la trama porque, a pesar de no tener nada de extraordinario ya que se trata de la vida de una persona normal, creo que es mejor que lo descubra cada uno. Lo que sí diré es que está muy lejos de ser una historia dramática, lo cual en algunos casos ha generado críticas por considerarse «demasiado edulcorada».
Opinión personal: adiós a la ignorancia
Me ha encantado esta historia: el hecho de poder ver -a través de los ojos de una mujer claramente adelantada a su tiempo- algunas de las dificultades a las que se tuvieron que enfrentar las maestras (y maestros) de entonces. Intentaron mejorar la calidad (y cantidad) de la enseñanza a principios del siglo pasado. Por un lado está la situación política (la llegada de la no tan idílica II República) por otro la situación social de los núcleos de población abandonados a su suerte.
Este libro no va de hijos de padres pudientes ni de urbanitas: va de cómo intentar enseñar a niños de la España profunda. Va de la lucha en favor del progreso, del enterramiento del «es que siempre ha sido así». En resumidas cuentas: va de acabar con la ignorancia y el oscurantismo.
«Como madre primeriza todas me daban consejos y, a mi vez, aprovechaba yo para tratar de convencerlas de los principios imprescindibles de la higiene infantil.
Algunas me decían que echaban en el biberón unas gotas de aguardiente para que el niño durmiera mejor. Otras le ponían adormidera para conseguir el mismo resultado. La ignorancia de aquellas mujeres me tenía descorazonada. Tan pronto como volví a ocuparme de las clases de adultos introduje, un día a la semana charlas sobre el cuidado de los niños pequeños. Las jóvenes venían y mostraban interés. Las viejas se burlaban y aconsejaban a sus hijas que no me hicieran caso. «Toda la vida de Dios ha sido así», decían con un convencimiento tozudo.»
La verdad es que me ha gustado muchísimo. En primer lugar porque el lenguaje empleado y la forma en que está escrito (frases cortas, concisas) hace que vayas deslizándote una página tras otra de modo que, cuando quieres darte cuenta, te lo has terminado. En segundo lugar por lo que supone: un tributo a todos esos maestros de la época, una oda a la libertad de pensamiento, a la difusión del conocimiento y a la educación. Y todo esto sin fomentar ningún tipo de odio.
«-Digo yo, señora maestra, que si todos supiéramos más de libros y menos de tabernas, nos engañarían menos y seríamos más felices…»
En fin, puedo concluir que Historia de una maestra es un acierto de libro apto para todos los públicos. Como colofón os dejo la cita que más me ha gustado de todas, aún vigente hoy en día (si bien la alfabetización hoy en día en España es prácticamente total, el disfrute de la lectura -lamentablemente- no).
«Cuando todo español no sólo sepa leer, que ya es bastante, sino tenga ansias de leer, de gozar y divertirse, sí, de divertirse leyendo, habrá una nueva España.»
¡A gozar con la lectura todo el mundo!
Como siempre que leo tus reseñas, ! QUIERO LEERLO!, así podremos saber agradecer a esas personas luchadoras que nos han abierto tantas puertas instruyendonos, así como darnos cuenta de lo que nuestros mayores han vivido y nosotros ahora lo disfrutamos y tenemos muchas más posibilidades que ellos para todo.
A nuestra hija, desde pequeña, la fuimos inculcando la lectura y también el colegio nos ayudó, ahora es una gran lectora.
Seguiremos tu consejo. LEER y DISFRUTAR
Muchas gracias y ¡buen trabajo con vuestra hija! Ojalá así todas las madres. 🙂