Madrid prisión / Paco Gómez Escribano

Portada de Madrid prisión, de Paco Gómez Escribano. Ed. Vencejo Editores, 1ª ed. mar. 2022. Colección Garras Negras.
Portada de Madrid prisión, de Paco Gómez Escribano. Ed. Vencejo Editores, 1ª ed. mar. 2022. Colección Garras Negras.

Hoy regresa al blog Paco Gómez Escribano con Madrid prisión, su última novela publicada en papel. Hago hincapié en lo de «papel» porque fue editada hace unos años en formato digital y tiene pinta de que muchos de sus feligreses la dejamos pasar. Por suerte, ha llegado Vencejo Editores y la ha recuperado para darle la difusión que se merece en su colección Garras Negras.

Madrid prisión se sale de la línea a la que nos tiene acostumbradas. Generalmente escribe novela negra de barrio, realista y costumbrista, pero esta vez se atreve con una historia postapocalíptica, sin dejar de lado su estilo crítico, ni el arquetipo de personajes y ambientes de extrarradio que tan bien dibuja. Nos lleva a un Madrid al estilo Mad Max, en el que la sociedad actual se ha ido a la mierda. Una novela distópica y sucia, una aventura que asegura divertimento y reflexión a quien lee. Solo espero que en el futuro nadie tenga que decir: «Joder, el Paco era un visionario». Porque sí es así, el asunto estará muy chungo.

«Me subí al sidecar, con el rifle en posición vertical. Él subió a la moto, sujetó el rifle en un soporte y arrancó. El petardeo me sonó a música celestial. La imagen tenía un ligero pestazo a Mad Max, pero claro, no estábamos en Mad Max, sino en el jodido enclave de Canillejas, y nuestro destino era el jodido enclave de Carabanchel. No creo en Dios, pero dije: ‘¡Que Dios nos pille confesaos!’».

Gómez Escribano, uno de mis prefes

Paco Gómez Escribano (Madrid, Canillejas, 196X) es un autor cuya obra conozco bien y al que sigo desde hace años; de sus nueve novelas me he leído las siete últimas. La primera que cayó fue Yonqui (2014) y desde ahí no he dejado pasar ni una: Lumpen (2015), Manguis (2016), Cuando gritan los muertos (2018), Prohibido fijar cárteles (2019), 5 Jotas (2020) y Madrid prisión (2017 en digital). La mayoría de ellas no las tengo reseñadas, a pesar de ser de las pocas cosas que leí con atención y entusiasmo durante los años que tuve abandonado Denmeunpapelillo.

Lo que comparten todas ellas, incluyendo esta «rareza», es que te sumergen en un ambiente de barrio, de bares y de personajes que han perdido más de lo que han ganado. Retrata fielmente la realidad de los suburbios y da voz a personajes minoritarios en la literatura. Lo hace de forma fiel, respetando jerga, vida y costumbres, algo que el autor domina, no son caricaturas ni seres de pega. Cuando un autor escribe de oídas, se nota, y siempre termina cayendo en algún renuncio, con Paco esto no ocurre.

Pero no solo toca el palo de la narrativa, el madrileño (no C Tangana) también tiene publicados un par de poemarios Versografía maldita y La vereda de la derrota. De hecho, su aparición literaria más reciente es en una antología llamada Poetas del crimen. Por la paz que ha editado Alrevés y cuyas ganancias van a destinarse íntegramente a ACNUR. Además de Paco Gómez Escribano, en este recopilatorio se encuentran: Marta Sanz, Manuel Vázquez Montalbán o Carlos Zanón entre muchos otros. Bonito gesto por parte de la editorial y de los autores y autoras que han cedido sus derechos.

Madrid prisión: Intramuros versus Extramuros

Al protagonista de esta historia distópica que es Madrid prisión lo conocen como el Poeta; en este mundo apocalíptico ya no existe aquello de tener nombre y apellidos. La nomenclatura de linajes ya no existe, al menos en Extramuros, donde se sobrevive a duras penas desde que tuvo lugar el holocausto.

Por desgracia siempre ha habido clases, pero en el contexto en que se desarrolla esta novela la distancia entre unas y otras es abismal. Están los de Intramuros y los de fuera, expulsados por los primeros. Los de apellidos compuestos, casoplones y herencias multimillonarias viven dentro, con las mismas comodidades que conocen desde siempre. Ellos y sus antepasados.

En Extramuros, en cambio, se vive en la pobreza y ruina absoluta, rodeados de violencia, con todo tipo de carencias y expuestos a una naturaleza salvaje en todos los sentidos. No me refiero a un rollo salvaje-libro-de-la-selva, bendecidos por la Pachamama; me refiero a un entorno sin prácticamente vida animal ni vegetal, debido a la constante lluvia ácida y putrefacción que termina con todo lo orgánico.

«Desde hacía un par de años, los aguaceros eran de lluvia ácida, letales para la piel y el resto del organismo. Habíamos pasado guerras, cambios climáticos y pandemias. Los animales, tanto los terrestres como los marinos, habían muerto por las barbaridades cometidas por el género humano. La excepción eran las cucarachas, los perros, los gatos y las ratas».

Además, están vigilados por los mercenarios, que se encargan de mantenerlos alejados de Intramuros e «impartir justicia» (matar, apalizar, etc.) a quienes no cumplan con las normas —no escritas— de un mundo sin ley.

El Poeta-esquizo y su encargo

En este contexto es donde, como puede, alarga su vida el Poeta, que cuenta con un par de amistades y poco más. Una noche recibe el encargo de un notas de Intramuros para que le ayude a localizar a una chavala, su hermana, que lleva desaparecida bastantes días. Sabe que a la tronca le gustaba eso de salir de Intramuros en busca de «aventuras» (a desfasar y ponerse como Las Grecas), pero desde su última excursión, a pesar de llevar escolta —como suele ser habitual—, no ha vuelto a casa.

El Poeta, sin tener bien claro el motivo, termina por aceptar el reto a pesar de que su voz interior le sugiere lo contrario. Su voz interior en verdad tiene vida propia, habita su cabeza y no para de discutir con él, citando continuamente fragmentos de la novela Madrid Frontera de David Llorente. Vamos, que el Poeta está esquizofrénico perdido.

Y este es el punto de partida de esta aventura, en la que el Poeta tendrá que enfrentarse a todo tipo de peligros para tratar de encontrar a la chavala y salir de esta con vida.

Madrid prisión: suciedad, supervivencia y aventura

Con Madrid Prisión me lo he pasado teta; no me esperaba en absoluto que Gómez Escribano se metiera con este tipo de novela, y ni tan mal, oye. Por un lado, está la forma de escribir de Paco, que es imposible que te aburra porque ocurren cosas todo el rato, como si fuera una novela de aventuras. Por otro lado, está el contexto sucio, cargado de crítica social y lleno de crudeza, como la vida misma, pero en este caso llevada al extremo.

Los personajes que aparecen también molan mucho, sobre todo el Poeta, que está bastante tocao del ala (pero ¿Quién no lo estaría en su misma situación?) y con el que me he reído bastante. Además, el hecho de que el protagonista se mueva por diferentes barrios consigue que, si eres «de aquí de Madrid», inevitablemente te toque la fibra. Aunque, cualquier urbanita de otras ciudades seguramente encuentre paralelismos con su propio entorno.

Y por supuesto, está la trama, siempre imaginativa y sorprendente por parte del autor, que tanta novela negra ha leído y que, sin complicarnos demasiado, consigue captar la atención de quien lee y despertar su curiosidad por lo que viene después.

Así que, en resumidas cuentas, novela original y entretenida enmarcada en un Madrid distópico, pero del que en ocasiones (si miras alrededor y, sobre todo, escuchas las vomitonas políticas) puedes ver ciertos destellos en el hoy, por desgracia. Muy recomendable para echar unos ratos de divertimento y reflexión sobre hacia dónde nos dirigimos e imaginar a lo que podríamos llegar, lamentablemente.

«Todos mirábamos atónitos las pilas de cadáveres amontonados que ardían sin parar, como si aquello fuera el paisaje que inspiró a Dante para escribir sus paranoias. Ese año la Navidad no llegaría al Corte Inglés ni a ningún puto sitio. Nadie volvería a casa por Navidad. Era el primer día del resto de las vidas que habían diseñado para nosotros».


Algunos párrafos de Madrid Prisión

«Los tipos de Intramuros, sin embargo, eran ejemplares deslumbrantes, de esos que dan la impresión de mear colonia, con todos sus dientes blancos alineados perfectamente, bien peinados, vestidos a la última moda, sin un solo grano en la cara, sin pústulas ulcerosas. (…) Parecían cisnes sobrevolando una caterva de cuervos zombificados. El mundo era suyo. Y lo sabían».

«En Extramuros había yonquis que se inyectaban una mezcla de morfina sintética, opio sintético y cocaína sintética. (…) Si antes del holocausto había borrachos y drogadictos, actualmente en Extramuros más de la mitad de la población eran una cosa u otra, o las dos juntas. Y no era extraño ver a la gente joven de Intramuros caer en toda esa mierda, por distintos motivos, pero con el mismo objetivo: conseguir la soñada evasión de sus demonios personales».

«Creíamos que la vida era algo que existía para nuestro uso personal, para ser disfrutada y explotada. Creíamos que la libertad era expresar una opinión detrás de otra en las redes sociales, por cierto, una fuente de datos riquísima a través de la cual todos los imprudentes quedamos retratados. Sabían cómo pensábamos todos y cada uno de nosotros. Llevaban años controlando nuestras conversaciones, nuestros correos electrónicos, nuestros blogs, nuestros actos. Fuimos pardillos de pacotilla, bufones de vodevil, gilipollas de manual. Toda aquella información aparentemente inocua fue tenida muy en cuenta a la hora de elaborar el plan que consistió básicamente en eliminar a toda la gente que sobraba. No había recursos para todos».

2 comentarios en «Madrid prisión / Paco Gómez Escribano»

  1. Tus reseñas son tan buenas, que a pesar de no ser un estilo de lectura que a alguien no le guste, te leerías el libro con ansia.
    Gracias

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