Esta ha sido mi primera experiencia con Juan Marsé y no creo que sea la última. Sospecho que empezar con «Últimas tardes con Teresa» es entrar por la puerta grande, vaya novelón. Me alegra que mi amigo Bob insistiera tanto en que tenía que leerla porque no se equivocaba. Lo único es que después me confesó que no se acordaba bien del todo porque la leyó hace mucho. No te preocupes Bobbi, te hago un recordatorio con esta reseña.
Juan Marsé: generación del 50, escuela de Barcelona
Juan Marsé nació en 1933 en Barcelona y se le sitúa en la generación de los 50, la misma en que se sitúa a la autora de la anterior entrada: Josefina Aldecoa. Parecería que lo he hecho a propósito, pero ha sido mera coincidencia. Lo he descubierto al documentarme sobre el autor para escribir la reseña.
Marsé es bien conocido pero aún no se había cruzado en mi camino. Muchas de sus novelas han sido adaptadas al cine, incluida esta «Últimas tardes con Teresa». No obstante, dudo que vea la película, sobretodo después de haber leído algunas críticas sobre la peli. De ella se dice:
Lo que sí supone que Las últimas tardes de Gonzalo Herralde transcurran de una manera distinta de las de Juan Marsé es la supresión de la ironía. El tono del relato es otro; su sentido, también; y sus centros de interés se desplazan del equívoco novelesco al romance del filme.
El País (04/08/1984). Un «Pijoaparte» demasiado educado
(…)
la historia en imágenes, privada del humor y la ambigüedad, pierde pasión, se esquematiza, diluyéndose sus ribetes folletinescos en aras de la verosimilitud y la objetividad expositiva.
Precisamente, la ironía y la ambigüedad que se menciona son dos de las características que más me han gustado del libro. Si la película se reduce a un romance entre individuos de distinta clase social pierde todo el interés, al menos para mí.
Las novelas de Marsé, al parecer, comparten casi todas la localización, la sociedad de la posguerra y ese tono irónico que tanto me ha gustado. Seguiré adentrándome en su mundo con más novelas (se aceptan sugerencias) para confirmarlo por mí misma. De momento vamos con «Últimas tardes con Teresa».
La novela: Maruja, el Pijoaparte y Teresa
En esta novela el protagonista absoluto es el Pijoaparte, de nombre Manolo. Un chaval xarnego que sobrevive a base de pillería en los suburbios de Barcelona. En concreto nos sitúa en el barrio de El Carmelo durante mediados de los años 50.
Jamás tuvo nadie una mirada tan perruna, una expresión tan triste, un conocimiento tan instantáneo y animal de la inmensidad de la noche, de la inútil vehemencia de las olas.
Para que os hagáis una idea de cómo era el barrio, aquí un par de imágenes.
En el otro lado de la cuerda nos encontramos con Teresa. Una chica universitaria, liberal y reivindicativa, cuya familia (los Serrat) forma parte de la burguesía catalana de-toda-la-vida.
Una chica inteligente, que no le tenga miedo a la vida, distinguida y culta, es un tesoro, y si uno se enamora de ella, ya es rico para toda la vida. Esto es una verdad como un templo.
Como nexo de unión entre ambos está Maruja, criada de la familia Serrat, que comienza a relacionarse con el Pijoaparte.
El descubrimiento del Carmelo significó para la criada una esperanzadora afirmación de principios: la misma materia degradada y resignada de la cual estaba hecho su amor parecía haber conformado aquel barrio casi olvidado, aislándolo, confinándolo fuera de la ciudad, reduciendo todos sus sueños a uno solo: sobrevivir.
De este modo, Marsé, enfrenta las dos caras más alejadas de la sociedad de mediados del Siglo XX. Por un lado el ambiente marginal y pobre de los barriadas (formadas por inmigrantes del sur de España en su mayoría) y por otro el de la clase alta catalana, con estudios y gran poder adquisitivo.
Para él, los estudiantes eran unos domésticos animales de lujo que con sus algaradas demostraron ser unos perfectos imbéciles y unos desagradecidos; a los follones que organizaban en la calle, aunque él presentía que podían tener motivaciones políticas, nunca les había concedido más valor, y desde luego, mucha menos importancia, que a las gamberradas que hacían con las modistillas el día de Santa Lucía.
¿Una novela de amor?
No, «Últimas tardes con Teresa» no es una historia de amor. A pesar de que el rosa de la portada y la juventud de los personajes pueda dar pie a centrarse en su sexualidad y amoríos, la novela está muy alejada de ñoñerías varias. Como mecionaba la crítica que comenté al principio, está escrito con una ironía y ambigüedad magistrales. No empalaga en ningún momento.
Siempre seremos tontas, las mujeres, pensó. Dina sabía mucho del amor. Sabía, por ejemplo, que la afirmación amorosa del tipo más peligroso como amante consiste en negar en todo momento la existencia del amor, en no dejarse amar; pero sabía también que algo en ese tipo, en su tranquila voz sin historia, en sus agudos y sarcásticos ojos y en sus manos egoístas y rápidas, sugiere a mismo tiempo que no está aquí para otra cosa que para ser amado.
Así que, asuntos amorosos aparte, en «Últimas tardes con Teresa» tiene mucha más cabida la crítica social, el retrato del ambiente quinquillero y la humanidad de los personajes. Estos personajes que, sorprendentemente, coinciden en un mismo contexto a pesar de pertenecer a escalas sociales antagónicas.
Sobre la trama no quiero desvelar nada, es una buena historia para contarle a un colega en un café. Pero aunque te cuenten la trama, no es comparable con leer la novela por una misma. Como os decía, lo mejor de esta novela es el retrato que se hace esa Barcelona dual y cómo se perfilan los personajes.
Opinión
Me ha gustado mucho, la verdad, y entiendo que se considere como una de las novelas contemporáneas más relevantes. Aunque hayan pasado muchos años desde su publicación creo que no ha envejecido ni un ápice. Los abismos sociales que se muestran de aquella época no creo que hayan desaparecido en absoluto, lo que ocurre es que actualmente hay más variedad. Antes era o blanco o negro y hoy en día hay una escala de grises (un abanico de clases pobres-medias) entre ambos extremos.
Estoy convencida de que siguen (y seguirán) existiendo Pijoapartes, Marujas y Teresas a puñaos. También de que las relaciones entre ellos y sus entornos seguirán siendo muy parecidas a las que Juan Marsé describe en «Últimas tardes con Teresa».
Es cierto que al principio esa la intensidad con que escribe te puede saturar. El autor cambia de punto de vista rápidamente: de un diálogo a una reflexión, de una acción a una descripción y así todo el rato. Es normal que descoloque un poco. Sin embargo, en cuanto le coges el tranquillo al estilo de Marsé ya no consigues soltar el libro hasta el final.
Conclusión
Por tanto, novela recomendada para los que disfruten con retratos sociales, personajes complejos y estilos de escritura originales. ¡Ah! y para los que no se acojonen ante libros intensos. Además, la consideraría lectura obligatoria para cualquier Barcelonés. La fotografía de la sociedad de entonces es tan realista que, si además eres de ahí, debe ser de lo más interesante.
Por mi parte, seguiré leyendo más de Marsé. Ahora que le he cogido el truco creo que puede seguir aportándome mucho con otras novelas.
Saludos y buenas lecturas.
Sé rebelde, orgulloso y atrevido hasta la muerte.
Excelente reseña
Muchas gracias Isabel 🙂