Hoy vengo con la reseña de Democracia, novela que no me ha llegado a convencer del todo, cuyo autor es Pablo Gutiérrez, a quien no conocía. He de decir que, a pesar de lo comentado sobre la obra, me ha flipado cómo escribe el autor y tengo muchas ganas de hincarle el diente a alguna otra cosa suya. Sospecho que, de haber entrado por la puerta adecuada, me habría entusiasmado.
Democracia tiene dos tramas paralelas bien diferenciadas. Una de ellas me ha encantado, la terrenal: la de Marco el que se queda en paro por la crisis financiera. La otra, en cambio, se me ha hecho bola en algunos momentos: la que va sobre Soros y todas aquellas personas y entidades que provocaron esa crisis financiera. Por suerte, el estilo narrativo del autor me ha animado a superar esos malos tragos; pero con toda seguridad, si esto lo escribe alguien menos virtuoso, el libro no lo termino.
«El tiempo se derrama viscoso, toneladas de tiempo envasado y etiquetado, bien dispuesto en la alacena, su capital activo, su fortuna. Marco gobierna ese territorio como un déspota que esclaviza a sus súbditos, los obliga a hincarse de rodillas, se relame con el escote de las campesinas, es un soberano caprichoso que despilfarra su hacienda deslizando los dedos sobre las rugosidades de la pared. No hace nada de provecho, arroja al vertedero suculentos pedazos de tiempo, se embelesa con los videojuegos y la pornografía que recalientan el ventilador del PC, se convierte en yonqui de todo cuanto huela a vulgaridad y humillación, arruinando la Nueva Vida que el desempleo tan generosamente le ha ofrecido».
¿Quién es Pablo Gutiérrez?
Siempre que aparece un nuevo autor en el blog, toca hacerle alguna pequeña introducción. Para los que no lo conozcan, Pablo Gutiérrez es un autor onubense, nacido a finales de los setenta, que estudió periodismo y llegó a ejercerlo, hasta que se hizo profe de literatura en un instituto.
Ha publicado unas cuantas novelas y libros de relatos desde 2008, y tiene un buen palmarés. Parece que no soy la única a la que le flipa cómo escribe (más bien, llego tarde). Por lo que he visto, no es un autor que se prodigue mucho, suele decir que no cree que escriba mucho más, pero ahí siguen goteando sus novelas.
El petardazo parece que lo pegó con Nada es crucial, publicada en 2010 por Lengua de trapo, puesto que las cuatro siguientes las ha publicado Seix-Barral y que hoy en día se puede encontrar editada por La Navaja Suiza. Sospecho que esa es la novela con la que tendría que haber comenzado con Pablo Gutiérrez, a la vez que afirmo que será la próxima suya que me lea.
Democracia: personas versus poderes
La narración comienza el día en que Marco pierde su trabajo, el mismo día que cae Lehman Brothers. A la vez que el pequeño y cotidiano universo de Marco se desmorona, el tejido financiero también, mientras George Soros y otros hacen ganchillo.
«Señor Soros, continuó, ¿por qué tendría el contribuyente que suplir con sus ahorros la imprevisión o la falta de escrúpulos de los consejeros de estas empresas? […] El contribuyente pagará las imprevisiones y la amoralidad de los inversores porque el contribuyente también es un inversor (pausa), el contribuyente invierte en el Estado cuando paga sus impuestos y cuando compra un electrodoméstico a plazos pensando que dispondrá de una oficina de atención al ciudadano para reclamar las cláusulas de la garantía».
De esta manera, Pablo Gutiérrez plantea en Democracia dos derrumbamientos paralelos (el macro y el micro). En cuanto al macro, es la parte de la novela que se me ha atragantado, menos mal que su escritura se desliza sola. El micro pertenece a Marco, que no consigue afrontar su nuevo estado y empieza a pirársele la pinza bastante. Se vuelve un artista revolucionario mientras intenta lidiar con su pareja, su madre y, sobre todo, consigo mismo.
«Vas a tener que pagarlo, ¿eh?, Marco no comprende, las servilletas valen dinero, ¿eh?, Marco no escucha, déjame en paz dice, se asombra de atreverse con esas palabras, el camarero insiste, Marco se enfurece y se maravilla al oír sus propios gritos, quién habla en mi boca —piensa—, qué ventriloquía fascinante mientras manda al carajo al camarero y de una manotada recoge los dibujos y se marcha entre insultos».
Pablo Gutiérrez: fluidez, ingenio y vidas comunes
Creo que lo que más me ha gustado de Democracia, además de la crítica socio-económica en general, es la forma en que Pablo Gutiérrez dibuja el retrato de la cotidianidad, de las vidas y personajes comunes. También el tono que emplea, irónico, y cómo transmite la desesperación del personaje, una transformación que va acompañada de cierto tono de humor ácido.
«Sería feliz si con su tirador pudiera disparar contra todos los cristales, todas las luces del alumbrado público, todas las lentes de las cámaras de seguridad, si tuviera guijarros o tornillos suficientes para no dejar de disparar hasta que le sangraran los dedos. Los quince minutos de guerra urbana que le proporcionaban las cargas policiales eran su salvación y su apoteosis.
Alicia, ska y hastío».
Además de manejar la palabra a placer, hace lo propio con el punto de vista desde el que se encuentra el lector. Habrá a quienes les pueda resultar algo dificultoso seguir el hilo en algunos momentos, pero lo cierto es que a mí me mola porque me zarandea con estilo (como me curre con otros autores o autoras que te vuelven más tarumba todavía). Me ha gustado mucho su escritura, pero no tanto la novela; seguiré rascando, estoy segura de que antes o después os recomendaré encarecidamente algún otro libro de Pablo Gutiérrez.
Algunos fragmentos de Democracia
«Martita tenía sentimientos.
Verdaderos sentimientos. Sentimientos siglo XX.
(Se escuchan risas, una carcajada que termina en mayúscula)
En serio.
Sentimientos como los de entonces: honestidad, sentido del esfuerzo, principios éticos, fidelidad a su marido. Nunca habría aceptado un regalo caro, rechazaría cualquier ascenso conseguido entre las sábanas.
(Las risas se convierten en nerviosismo e incomprensión, la sala se revuelve en sus asientos)»
«Creció nutriéndose de chabacanería e infortunio, y de los macarrones de la vecina benefactora y, en menor medida, de las lentejas aguadas de Cloe, pero también de sus besos y sus cuentos, los cuadernos, ceras y lápices Alpino, el color carne era el primero que se gastaba, el blanco permanecía intacto y afilado mientras los demás se reducían, para qué sirve el blanco, pintar en blanco sobre qué superficie distinta de un cuaderno, el blanco era estatua de mármol erigida en el foro y el resto sólo cuerpo. carne blanda que a cada trazo se descompone, la estatua subraya la volatilidad de los demás, llueve y ventea, terremotos agitan los edificios, invasiones derriban las puertas de los templos pero la estatua permanece cuando todos va murieron comprimidos por el cono cortante del sacapuntas».
Gracias.
Gracias a ti por leer! 🤗😘
‘Democracia’ es un término tan prostituido que da para mucho juego, como me gusta la política igual algún día me animo a leerlo…
*De Pablo Gutiérrez solo he leído «Los libros repentinos», recuerdo que me pareció interesante. Dejo un fragmentillo:
http://krustsurk.blogspot.com/2016/02/8090.html
(Después de hacer visitado tu referencia).
Pues tiene toda la pinta de que este te pueda molar más que a mí, pero si te cruzas con Nada es crucial, píllalo y me haces una avance (y a ver si pasa tu filtro).
¡Un abrazote! 🤗