Maldito desde la cuna / William S. Burroughs Jr.

Portada de «Maldito desde la cuna. La vida corta e infeliz de William S. Burroughs Jr.», de William S. Burroughs Jr. Ed. Dirty Works, dic 2015.

Nota: reseña escrita originalmente como Rocío Palomino para la extinta Negra y Mortal (DEP) y publicada en abril de 2021. Me he dado cuenta de que no la había rescatado porque estoy ahora leyendo la biografía de William S. Burroughs y al ir a buscar la reseña de este libro, no la he encontrado en el Papelillo. Estoy preparando el terreno para cuando hable de «Forajido literario».

Si pegas una patada a una piedra aparecen escritores malditos «a puñados», pero sin duda uno de los más auténticos y —sorprendentemente— longevos fue William S. Burroughs. El conocidísimo autor sobrevivió a su hijo, William S. Burroughs Jr. (Texas, 1947 – Florida, 1981), alias «Billy», escritor y protagonista absoluto del libro que nos ocupa: Maldito desde la cuna. La vida corta e infeliz de William S. Burroughs Jr. editado por Dirty Works y traducido por Javier Lucini.

Digno hijo de su padre, el pequeño «Billy» murió con solo treinta y cuatro años, y pocos apostaban a favor de que «durase tanto». No nació con ninguna enfermedad degenerativa ni similar, pero sí que nació maldito: papá y mamá eran drogadictos y además papá mató a mamá —de forma fortuita— jugando con una pistolita cuando él solo tenía cuatro años. Estos hechos marcaron la que sería su corta vida, plasmada en esta obra.

Narración y textos destacados

Maldito desde la cuna fue publicada en 2006, mucho tiempo después de fallecer el escritor, gracias a David Ohle, quien utilizó utilizó el manuscrito de Pakriti Junction (novela que William S. Burroughs Jr. no finalizó) como punto de partida y fue ampliándolo a partir de otros escritos que se conservaron. Además de emplear la propia obra de «Billy», este libro se completa con cartas y textos de otros autores, editores o amigos que mantuvieron relación con él. Una lista extensa de nombres que incluye desde el de su propio padre hasta el del conocido poeta Allen Ginsberg, autor de Aullido.

Con muchísimo material a su disposición (más de trescientas cajas almacenadas en la universidad de Ohio State, en Culumbus), Ohle trató de poner en orden cronológico la historia de William S. Burroughs Jr. para terminar construyendo una especie de biografía vista desde diferentes ángulos. Por un lado, encontramos los testimonios del propio «Billy»; por otro, los de sus allegados. De esta forma, más que retratar una vida, la esculpe, ofreciendo una imagen tridimensional de su existencia autodestructiva.

La saga Burroughs

A William S. Burroughs Jr. ser «hijo de» siempre le supuso vivir bajo la sombra de su padre, quien tras el conocido incidente en el que asesinó a su mujer lo dejó al cuidado de sus abuelos paternos, con los cuales se crió. Enseguida comenzó a consumir todo tipo de tóxicos. Supongo que tener un padre cuya fama conoce todo el mundo y al que, cuando te diga algo, le puedas contestar «pues anda que tú…», no ayudó demasiado.

Con el tiempo, «Billy» compartió otros intereses con «Bill» (quizás el más importante). Además de «ponerse fino» y jugar a ser Guillermo Tell (con resultados no deseados), se aficionó a la escritura. Esto queda patente en muchas de las cartas que intercambiaron, donde informaba de sus avances y acostumbraba a pedirle consejo como escritor. William S. Burroughs Jr. llegó a publicar dos novelas en vida: Speed (1970) y Kentucky Ham (1973).  Sin embargo, las continuas comparaciones con la pluma del padre dilapidaban su carrera. Un motivo más para continuar destrozándose las vísceras.

Maldito desde la cuna: pisar a fondo hasta estamparse

Esta publicación póstuma, novela desenterrada, narra en primera persona una historia que es completada por legajos seleccionados y cartas conservadas que funcionan como emplasto. Es el testimonio de un hijo, un padre y el reflejo de sus tormentos. Son textos cargados de rabia y frustración; son las palabras de quien intenta salir del pozo y cada vez que consigue impulsarse para coger aire, termina sumergiéndose más. Imagino que acusaba demasiado tanto el peso de una mochila repleta de desgracias —de un pasado que no eligió— como el de tener que «cargar» con el apellido Burroughs —cosa que tampoco eligió—. La verdad es que he sentido bastante pena por «Billy». Este es un libro desgarrador y doloroso, pero también muy vivo y que transmite mucho respeto por la literatura, sobre todo cuando está en sus momentos «buenos».

El libro consta de cuatro partes precedidas de una serie de prólogos (agradecimientos, nota del editor David Ohle y un informe médico). En los capítulos de la novela —propiamente dicha— se muestra primero la visión del interesado y, a continuación, las del resto. Resulta muy interesante ir completando de esta forma el cuadro e incluso que a veces se revelen cuadros distintos, algo habitual cuando dos personas comparten un recuerdo lejano. Y más si es muy probable que fueran «colocadas».

Maldito desde la cuna gustará, como poco, a los lectores de literatura maldita (que no maldita literatura) y/o realismo sucio. También lo disfrutarán los admiradores Burroughs padre; no son pocos los detalles y aspectos que sobre él cuenta su hijo (además del mucho contenido epistolar que incluye el libro). Me ha encantado: «Billy» se me ha quedado clavaíto en el pecho.

«Padre—
     No dependería de la puta beneficiencia si no me hubiese pasado la mayor parte de mi vida drogado, obsesionado por un intento de comprenderte—(Im-jodidamente-posible)—un «hombre» (en nombre de dios ¿Qué eres en cualquier caso, con tu terriblemente malvado séquito de balas, pistola y freaks tumultuosos?)».

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