Delincuentes de medio pelo / Gene Kerrigan

Portada de Delincuentes de medio pelo, de Gene Kerrigan. Ed. Sajalín, 1ª ed. feb. 2017. Colección Al Margen, v.33. Traducción Damià Alou.

Otro Al Margen más y, de nuevo, sin fallo. Ya tengo añadido Delincuentes de medio pelo, de Gene Kerrigan, a la lista de candidatos para mi top 2022, ¡menudo novelón criminal, cómo me lo he pasado! Llevaba en la pila de pendientes desde que, en la feria del libro de septiembre del año pasado, me hice con este y con un par de sajalines más. Me alegra haberlos dosificado e intercalarlos con otras lecturas, porque este ha sido un sorpresón. ¿Sabéis cuando en un huevo Kinder te toca justo el muñeco que quieres? Pues eso.

No recuerdo haber visto muchas recomendaciones de esta novela y pienso que debería tener mucha más visibilidad, es cojonuda. Tiene un ritmo y unos personajes fetén, la trama está superbién hilada y aunque intuyes que «esto no puede acabar bien», hay lugar para las sorpresas. Además, el cierre de la novela está guapísimo.

Lo único «malo» que tiene leer la colección Al Margen es que no para de aumentar la lista de libros que quiero pillar. Ya estoy ahorrando para, dentro de un mes —que se celebra la feria del libro 2022 de Madrid—, plantarme en la caseta de Sajalín y soltar aquello de: shut the fuck up, and take my money. Bueno, lo dejaré solo en take my money, porque es un lujazo escucharles y dejarse recomendar por los que saben. Aunque yo ya tengo claro cuáles quiero 😎​

Gene Kerrigan y ¿La peli de Little criminals?

Ahora que he terminado Delincuentes de medio pelo quiero leer más novelas de Gene Kerrigan. Por suerte, en esta colección hay dos más traducidas: La furia y El coro de medianoche, así que estoy de enhorabuena, hay mandanga para seguir paliando el mono.

Pero, ¿quién es Gene Kerrigan? Porque hasta ahora no tenía ni flowers. Es un periodista y escritor irlandés contemporáneo nacido en 1950 en Dublín del que no he encontrado demasiada información en Internet más que la básica. Sí que me he topado con alguna entrevista, pero casi todo se enfoca a su faceta de periodista.

Como tal, ha escrito mucha no ficción y ha sido premiado por ello en un par de ocasiones. Como novelista, ha publicado cuatro novelas. La primera fue esta que nos ocupa, Little criminals, en 2005, y The rage (2011) ha sido la última, galardonada con el Gold Dagger (que otorga The Crime Writer’s Association) como la mejor novela criminal de 2012.

Volviendo a su ópera prima, me parece increíble que no se haya adaptado al cine: estaba convencida de que existía alguna película mientras la leía (tenía que haberla). Es más, pensaba que la imagen de portada era un fotograma de ella, claramente. Pero, ¡sorpresa! No la hay. Me quedo loca. Como me dijo un colegui-del-interné-de-los-libros: «debería haber una peli dirigida por Guy Ritchie o así» (ya sabéis, el de Lock&Stock, Snatch y todas esas). SÍ, POR FAVOR, LE VENDRÍA AL PELO. AJOLÁ.

Frankie Crowe, pequeño cabronazo

Ahora hablemos de Frankie Crowe y su banda de delincuentes de medio pelo. Crowe es un quinqui malaje irlandés que tiene claro que eso de trabajar y partirse el lomo para salir adelante no va con él. La autoridad no va con él (ni siquiera la jerarquía delictiva). Las normas no van con él. A él lo que le va es la pasta y la adrenalina, dar palos violencia mediante. Pero como ya está harto de migajas decide que es el momento de dar el gran golpe con el que podrá llevar la vida que quiere sin tener que preocuparse de nada. Un golpe que no consista en atracar pubs y sacar unas migajas. Un golpe que lo sitúe «en primera división».

«De lo que Frankie quería hablar con Martin era de ambición. Hacer algo solo por dinero —para poder comprarte una casa más grande, un coche nuevo, o ir de vacaciones a sitios más caros— era tan solo codicia. Hacer algo para conseguir dinero que te permitiera subir un peldaño, eso era ambición. Pensar a largo plazo. Te consolidas, das un paso al frente y acabas metiendo mano en muchos pasteles diferentes, muchos de ellos legítimos. Ese era el objetivo».

Para ello traza un plan «sin fisuras» (ja, ja, ja, ja) y reúne a unos cuantos compañeros de batalla (pasados y presentes) para que le acompañen. Con Martin Paxton sigue trabajando habitualmente, así que no resulta difícil convencerle. Dolly Finn quería pasta y, quizá, un poco de emoción que le sacase de su rutina en la tienda de discos. Con Brendan Sweetman le costó un poco más, porque ya estaba fuera del negocio (trabajaba de segurata), pero como Frankie es un puto liante, lo consigue meter en su master plan. Con Milky y Tommy Sholtis (el proveedor logístico) tampoco tuvo problemas.

Su jugada maestra consiste en secuestrar a un banquero (ergo, forradísimo de pasta) y pedir un rescate millonario. Conocen sus rutinas y su casa, tienen preparado el lugar donde esconderlo, armas, pasamontañas y todo lo necesario para ejecutarlo a la perfección. Así que ahí que va Frankie, el cabronazo, junto con los otros pringaos a secuestrar a Justin Kennedy. Pero del dicho al hecho hay mucho trecho.

Delincuentes de medio pelo: abrochaos los cinturones

Esta novela negra (como se etiqueta habitualmente) es una historia de acción criminal. Desde las primeras páginas en que te presentan a Frankie y a Martin hasta las últimas páginas (en las que no os digo lo que pasa) está en continuo movimiento. Gene Kerrigan consigue que vivas esta historia de acelerones, frenazos y giros bruscos, con el mismo nervio que tiene Frankie.

Retrata de maravilla el ambiente delictivo de jóvenes incapaces de ver la luz al final del túnel («Los criminales de carrera, los ladrones y traficantes de drogas, con sus uniformes del ejército de Nike y Reebok»). Se sirve de la crítica social para exponer algunas de las posibles razones que, en algunos casos, les empujan a llevar ese tipo de vida. Además, sus personajes tienen diferentes motivaciones y formas de ser. Aunque puedan parecerse entre sí, son fácilmente distinguibles, cada uno tiene un perfil.

Como decía al principio, es una de esas historias que te ventilas en un santiamén porque estás deseando saber cómo van a reaccionar los notas (sobre todo Frankie, al que temes más que a un nublao) y cómo van a salir del atolladero cada vez que la trama se complica. A mí me ha flipado, sin lugar a dudas se une a No hay bestia tan feroz en mi lista de novelas criminales preferidas del año.

Si te mola este tipo de novelas, no te la puedes perder.


Un par de fragmentos de Delincuentes de medio pelo

«Meterlo en la cárcel no le haría bien a nadie. Claro que era un peligro para la sociedad. Igual que casi todo el mundo que cogía una cogorza, pero no podías meterlos a todos entre rejas. Sin embargo, ese era el trabajo. Si le dan una paliza a alguien y muere, la ley ordena que arrestes al agresor y lo lleves delante de Su Señoría. Los cargos deberían a ser estupidez y mala suerte, pero no hay leyes contra cosas así, por lo que el cargo que más se acerca es homicidio».

«El gentío se apartó cuando una breve procesión de carceleros y presos apareció por la puerta principal y cruzó la sala en dirección a las escaleras que llevaban a la sala de espera. Los abogados no les hicieron ni caso. Los agentes comprobaron su identidad. Los ciudadanos lanzaban fugaces miraditas a los acusados, criaturas esposadas procedentes de un submundo exótico. Los litigantes de los casos civiles, para quienes ganar o perder significaba una pérdida o una ganancia económica, eran meros consumidores de los servicios legales. Los casos criminales importantes, asesinatos y violaciones, eran generalmente algo excepcional, fruto de la cólera o la pasión. Los criminales de carrera, los ladrones y traficantes de drogas, con sus uniformes del ejército de Nike y Reebok, en su mayor parte no aparecían resentidos con su probable destino. Su reiterada dedicación a la delincuencia los convertía en el principal sostén de la prosperidad del negocio legal».

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