Hoy traigo la reseña de «Coche», segunda novela de Harry Crews que leo. La anterior fue La maldición gitana (también editada por Dirtyworks) que me flipó y así lo manifesté en la reseña que subí no hace demasiado tiempo. Coche es una ida de olla total. Argumento y personajes que sospecho tardaré muchísimo en olvidar si es que lo hago. Es una locura, tengo que seguir leyendo a Crews, no me ha entusiasmado tanto como La maldición gitana (ahora os cuento por qué) pero me alegra haberlo leído. Vaya cabecita, Crews.
Historia y pasajeros de «Coche»
Sería una pena contar los detalles que más profundamente se me han quedado grabados (es decir, lo que más me ha sorprendido, divertido y gustado) por si os animáis a leerlo. Evitaré dar detalles en la reseña que no aparezcan en contraportada o sinopsis, pero seré feliz el día que me plante en frente de alguien que lo haya leído y podamos decir: JODER. También sé que contárselo a personas que no se lo van a leer puede ser bastante gratificante (unas risas).
El entorno que envuelve a la familia protagonista (padre, una hija y dos hijos) de Coche es un desguace con sus miles de automóviles de todo tipo apilados formando hileras. Me lo imagino como en el vídeo de 33 de la Mala Rodríguez:
De los tres hijos, Herman (el auténtico protagonista de Coche) es el que no termina de encajar. No quiere serguir el negocio familiar y siempre le han considerado el rarito. Herman se hace artista y la novela gira en torno a su nuevo gran espectáculo: comerse un coche (un Ford Maverick) de cabo a rabo, cachito a cachito. ¿Pero cómo se va a comer una persona un coche? te preguntarás, pues ahí entra toda la imaginación y humor negro de Harry Crews. La novela no solo consiste en averiguar cómo alguien va a ingerir un motor (y todo lo demás) sino en mostrarnos a los personajes y el espectáculo que va a formarse alrededor de esto, explicarnos de qué forma afecta a la familia al completo.
Lo que siempre había amado y reverenciado les tenía a todos cogidos por el cuello. Y él no podía soltarse. Cada vez que olía gases de escape le entraban ganas de vomitar.
Argumento y justicia de Crews
Como veis el punto de partida del argumento de Coche es una locura y en cada página incrementa la hilaridad del asunto. Una de las cosas que me están gustando de Crews (creo que las dos novelas suyas que he leído hasta ahora lo comparten) es que al autor le gusta hacer justicia. Valora los corazones nobles e ignora las etiquetas o estigmas que les puedan poner la sociedad en general o su entorno en particular. Se nota cuándo siente respeto hacia sus personajes y cuándo no.
Crews en este libro critica, básicamente, la imbecilidad. La imbecilidad y la avaricia, el objeto y el producto de una obsesión. Por lo visto a Crews no le molan los coches, imagino que por eso es todo tan rancio. En la contraportada del libro (y que podéis ver en la página de la editorial, Dirtyworks) aparece lo siguiente:
«Detesto su presencia asfixiante y aborrezco la absoluta estupidez de la industria automovilística. Consideren esta cuestión: ¿Qué sentido tiene que un ama de casa de 55 kilos se meta en una máquina de 1800 kilos para conducir 2 manzanas a por una barra de pan de 300 gramos? Esta y otras cuestiones parecidas hicieron inevitable la escritura de Coche.»
Harry Crews
Conclusiones de la copiloto del Coche de Harry Crews
Cuando en «La maldición gitana» (también de Harry Crews) puse que me daba la sensación de haber entrado por la puerta grande al catálogo de Dirtyworks no me equivocaba, si hubiera empezado con Coche es posible que el entusiasmo no fuera el mismo y cerrando la reseña es cuando os digo por qué.
Los coches me son bastante indiferentes y, como a Crews, me jode que la gente los utilicen para trayectos absurdos (por ejemplo: para llevar a los niños al cole que está a 15 minutos andando). Está claro que no estuve muy acertada con el título elegido (y más pistas no podía tener) pero me atrajo lo del desguace. A pesar de todo esto no esperaba encontrar un par de momentos plagados de lenguaje «especializado» en los que he dicho: socorro. Con La maldición gitana no tuve que mirar al cielo en ningún momento, he ahí la diferencia de uno y otro. Lógicamente a quienes les gusten los coches no les ocurrirá esto.
Por lo demás, me ha flipado la ida de olla de Harry Crews. No ha parado de sorprenderme (ojos como platos) y me he echado unas buenas risas como espectadora de la lucha entre esa naturaleza humana rancia, avariciosa y egoísta versus los pocos corazones maltratados, rechazados y -a pesar de todo- puros que existen.
No tardaré mucho en volver al catálogo de los de Dirtyworks a por más mandanga de esta.
Él era un coche. Un coche magníficamente equipado. (…) Y su inmortalidad yacía en innumerables desguaces, todos de fácil acceso desde cualquier rincón de América. No tendría más que ir y reemplazar el guardabarros, reemplazaría las ruedas, incluso reemplaza el motor, lo reemplaza todo hasta dejar de ser lo que había sido hasta entonces. Lo reemplazaría todo por todo hasta no ser nadie y ser todos al mismo tiempo.
Genial gracias