Seda / Alessandro Baricco

Delicioso dónde los haya. Joe Moxt, menudo ojo que tiene para los libros con historias… uhmmmmm ¿de amore? Bueno, algo así. Sentimientos pasionales varios. Allá cada uno como lo interprete (y crea que predomina en el libro). Para mí: erotismo.

 

Tanta seda…….

 

Es la historia de Hervé Joncour, que se gana la vida comprando y vendiendo gusanos de seda. Llegado un punto, sus proveedores habituales (Sirios y Egipcios) sólo consiguen ofrecerle gusanos changos que no dan seda, y aquí el colega decide irse a Japón a por huevos de gusanos. Deja a su mujer por unos meses de excursión.

Por esa época en Japón no eran muy bien recibidos los extranjeros, sin embargo Hervé llega y besa el santo. Un misterioso jefazo llamado Hara Kei le proporciona huevos, alojamiento y comodidades varias (excepcional para ser un extraño).

A Hara Kei le acompaña una mujer (no menos misteriosa que él) de la que queda prendado nuestro colega Hervé.

 

¿Qué hace una occidental ahí, en Japón?

 

Imposible quitársela de la cabeza. Cuenta los días para volver a Japón para verla de nuevo…

 

Y bueno, es un libro cortito, así que si queréis saber qué cojones pasa con la occidental en Japón, la mujer de Hervé, Hervé y Hara Kei… sus pilláis el libro y sus lo leéis.

 

 

 

************

 

 

“Mil veces buscó los ojos de ella y mil veces ella encontró los suyos. Era una especie de triste danza, secreta e imponente. (…) Antes de salir de la habitación miró una última vez hacia ella. Le estaba mirando, con ojos completamente mudos, a una distancia de siglos.

 

 

“-¿Tú sabes por qué Jean Berbeck dejó de hablar? –le preguntó.

-Es una de las cosas que no dijo nunca.”

 

 

“-Ni siquiera llegué a oír nunca su voz.

Y al cabo de un momento.

Es un dolor extraño

En voz baja.

Morir de nostalgia por algo que no vivirás nunca.”

 

 

“Parecía un catálogo de huellas de pequeños pájaros, compilado con meticulosa locura. Era sorprendente pensar que, por el contrario, eran signos, es decir, cenizas de una voz quemada.”

 

 

“Permanece así, te quiero mirar, yo te he mirado tanto pero no eras para mí, ahora eres para mí, no te acerques, te lo ruego, quédate como estás, tenemos una noche para nosotros, y quiero mirarte, nunca te había visto así, tu cuerpo para mí, tu piel, cierra los ojos y acaríciate, te lo ruego, no abras los ojos si puedes, y acaríciate, son tan bellas tus manos, las he soñado tanto que ahora las quiero ver, me gusta verlas sobre tu piel, así, sigue, te lo ruego, no abras los ojos, yo estoy aquí, nadie nos puede ver y yo estoy cerca de ti, acaríciate señor amado mío, acaricia tu sexo, te lo ruego despacio, es bella tu mano sobre tu sexo, no te detengas, me gusta mirarla y mirarte, señor amado mío, no abras los ojos, no todavía, no debes tener miedo estoy cerca de ti, ¿me oyes?, estoy aquí, puedo rozarte, y esta seda, ¿la sientes?, es la seda de mi vestido, no abras los ojos y tendrás mi piel, tendrás mis labios, cuando te toque por primera vez será con mis labios, tú no sabrás dónde, en cierto momento sentirás el calor de mis labios, encima, no puedes saber dónde si no abres los ojos, no los abras, sentirás mi boca donde no sabes, de improviso, tal vez sea en tus ojos, apoyaré mi boca sobre los párpados y las cejas, sentirás el calor entrar en tu cabeza, y mis labios en tus ojos, dentro, o tal vez sea sobre tu sexo, apoyaré mis labios allí y los abriré bajando poco a poco, dejaré que tu sexo cierre a medias mi boca, entrando entre mis labios, y empujando mi lengua, mi saliva bajará por tu piel hasta tu mano, mi beso y tu mano, uno dentro de la otra, sobre tu sexo, hasta que al final te bese en el corazón, porque te quiero, morderé la piel que late sobre tu corazón, porque te quiero, y con el corazón entre mis labios tú serás mío, de verdad, con mi boca en tu corazón tú serás mío, para siempre, y si no me crees abre los ojos señor amado mío y mírame, soy yo, quién podrá borrar jamás este instante que pasa, y este mi cuerpo sin más seda, tus manos que lo tocan, tus ojos que lo miran, tus dedos en mi sexo, tu lengua sobre mis labios, tú que resbalas debajo de mí, tomas mis flancos, me levantas, me dejas deslizar sobre tu sexo, despacio, quién podrá borrar esto, tú dentro de mí moviéndote con lentitud, tus manos sobre mi rostro, tus dedos en mi boca, el placer en tus ojos, tu voz, te mueves con lentitud, pero hasta hacerme daño, mi placer, mi voz, mi cuerpo sobre el tuyo, tu espalda que me levanta, tus brazos que no me dejan ir, los golpes dentro de mí, es dulce violencia, veo tus ojos buscar en los míos, quieren saber hasta dónde hacerme daño, hasta donde tú quieras, señor amado mío, no hay fin, no finalizará, ¿lo ves?, nadie podrá cancelar este instante que pasa, para siempre echarás la cabeza hacia atrás, gritando, para siempre cerraré los ojos soltando las lágrimas de mis ojos, mi voz dentro de la tuya, tu violencia teniéndome apretada, ya no hay tiempo para huir ni fuerza para resistir, tenía que ser este instante, y este instante es, créeme, señor amado mío, este instante será, de ahora en adelante, será, hasta el fin.«

3 comentarios en «Seda / Alessandro Baricco»

  1. Yo lo enlace, me entregué y aquí estoy a tus pies, cada cierto tiempo me paso para leer tus sugerencias, cosa que prometiste hacer con mi blog y no lo cumpliste. Malvada. Jajaja
    Un abrazote y un saludo

  2. Si le sirve de consuelo…

    …. también tengo abandonado al señor Montero.

    Prometo volver a ustedes. Cabizbaja y arrepentida (casi casi como su devota)

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