Rectos torcidos / Antonio Iturbe

Unas pocas de risas en un contexto actual.

La Barceloneta.

Lalo (Ladislao González) es un pobre desgraciado al que acaba de dejar su mujer y encima le han echado del curro. Para colmo padece de “colon irritable”, vamos, que se va de vareta.

Decide regresar a casa de sus viejos e ir tirando vendiendo tabaco de contrabando por los bares. Tiene un colega, Pacheco, cuarentón, profesor de yoga y enamorado de la cultura oriental. Un buen día, a Lalo (toda una eminencia en tema de váteres, papeles higiénicos y demás parafernalia) se le ocurre la genial idea de imprimir clásicos de la literatura (El Quijote, Lazarillo, etc.) en papel higiénico.

Y….. el resto no lo cuento.

 

Sus padres son clásicos. Refraneros profesionales. De los de a frase hecha por minuto.

 

 

La verdad es que a veces te descojonas; si eres de las personas que te ríes con cosas escatológicas. Jajaaja, es que te imaginas al tío.

 

Cuenta una historia de Lalo en un bus petado de universitarios modernos (a los que Lalo detesta)… y “sus chicas” (sus tripas) decidieron atacarle. Tuvo que resolverlo con la bolsa de deporte que llevaba. Unos pavos del bus se quedaron mirando la bolsa al rato, cosa que acojonó a Lalo que se temía alguna fuga. Al final resultó que los chavales querían saber dónde se la había comprado porque era guapísima. Finalmente les vendió la bolsa de mierda por 15 euros y bajó echando ostias del autobús.

 

Como veréis en los fragmentos hace referencias a la actualidad política y a unos cuantos personajes, siempre cambiando un poco el nombre. ¿Muchochou? ¿Manu Chao? Uhm……

 

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“Se le empañaban las gafas de tristeza al recordar aquella tarde de gula atroz en que se ventiló una lata familia de judías con chorizo él solo. Se dio tal atracón que, con la pesadez de su estómago, lastrado como si se hubiera bebido una hormigonera de cemento, se quedó profundamente dormido en el sofá ante la mirada horrorizada de su querido periquito Pitágoras, que barruntaba la tragedia. Lalo se despertó mucho rato después alertado por un petardazo estruendoso arrojado desde su lanzadera rectal, pero ya era demasiado tarde. Su intestino estaba descontrolado, debía de estarlo desde hacía horas mientras él dormía pegajosamente y los explosivos fétidos se escapaban del polvorín de su aparato digestivo, que había cobrado vida propia. El pequeño comedor con las puertas cerradas estaba inundado de un aire denso y pestilente y en la jaula yacía el pobre Pitágoras, gaseado e inerte. Menudo disgusto. Se prometió entonces que jamás volvería a probar la fabada.

 

 

 

“No lleva paraguas, se está poniendo como una sopa y le parece que va a caer la del pulpo. Así que, en esos casos, un vendedor de calle sabe lo que tiene que hacer: acordarse de Dios. Se ha fijado en que dos calles más atrás ha pasado una iglesia y ahí que se mete.”

 

 

 

“Lalo cree reconocer al que toca, un tipo con un pañuelo en la cabeza que le parece que es el famoso Muchochou, un tipo auténtico, lider de la antiglobalización y combativo luchador contra todas las multinacionales que exprimen a la gente. O contra casi todas, que hasta hace dos días aún estaba cobrando suculentos cheques de la multinacional Virgen que le permitían darse la vida padre. Después cuando ha sido millonario, ha decidido romper valientemente con semejante organización globalizadora y denunciar enérgicamente su carácter capitalista. Porque a Muchochou no tiene que contarle nadie lo que es un barrio obrero, que él lo ha visto desde pequeño en Francia: lo veía desde la ventana del chalé de sus padres mientras tocaba el piano de cola. Angelito.”

 

 

 

 

“Total, que no sale trabajo. Bueno, sí, su padre le encontró uno de friegaplatos, pero aún no está tan desesperado y se hizo el sueco, que para hacerse el ecuatoriano siempre está a tiempo.”

 

 

 

 

 

 

“Está empezando a pensar en suscribirse a la revista esa de libros, no para saber de las novedades editoriales, que se la sudan, sino para ligar, porque se está dando cuenta de que a las mujeres les pone cachondas que se les hablen de literatura.” jjajajajajajaja

 

 

 

“-Oremos porque venga Jesús a poner a cada uno en su sitio.

-Mira, Biblias –le contesta Terminador con una melopea encima de tamaño familiar-, Jesús mejor que se quede en el cielo.

-Eso, que como venga por aquí –sentencia Lalo-, el Ayuntamiento socialista lo manda detener por mendicidad, los de Ezquerra Republicana lo multan por no hablar en catalán y los del PP los expulsan del país por no tener papeles.

¿Y los de Convergencia? –pregunta Salva, el de la telefónica.

Con ésos no tendría problema, pactaría con él el tres por ciento de la recaudación cuando pasara la bandeja y santas pascuas.

-Amén.”

 

 

 

“Debe ser por el hambre atrasada que los ojos se le quedan clavados en los maniquíes del escaparate de una tienda de moda que ha abierto en la calle Argenteria: con su cintura de avispa, sus caderas curvadas, sus pechos firmes, ni grandes ni pequeños, en su sitio, y esas miradas frías, como de grandes señoras que en verdad son más putas que las gallinas.

 

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