Regreso a las reseñas con una trepidante novela de aventuras que leí a finales de 2020: «Escuela de Robinsones», de Julio Verne. Es la primera novela que leo de Julio Verne, sí he visto (lógicamente) algunas adaptaciones de novelas suyas en forma de películas o de series de dibujos animados, pero aún no me había acercado a la fuente.
¡Qué estreno! ¡Qué bien lo he pasado! Me ha sorprendido y en algunos momentos ha hecho que me ría en voz alta. Es una novelita que se lee en dos sentadas y que te hará pasar un buen rato en compañía de un par de náufragos que tratan de sobrevivir en una isla desierta. Julio Verne ofrece acción y reflexión, como creo que debe hacer una buena novela de aventuras. ¡Que vivan los clásicos!
Os advierto que he tenido una especie de brote aventurero, así que os esperan un par de reseñas más sobre este tipo de literatura.
Julio Verne (para los hispanohablantes) o Jules Gabriel Verne
Jules Gabriel Verne nació el 8 de febrero de 1828 en Nantes (Francia) y, como todo el mundo sabe, es uno de los autores de novelas de aventuras más importantes del siglo XIX además de precursor de la ciencia-ficción. Provoca admiración pensar cuántos artilugios imaginó y con cuántas situaciones fantaseó que se han hecho reales años después.
Aunque el padre de Julio quería que el niño fuese abogado, Jules consiguió escapar y viajar. Y con la mente liberada pudo crear La vuelta al mundo en 80 días, La isla misteriosa, Miguel Strogoff, Veinte mil leguas de viaje submarino o Viaje al centro de la Tierra, entre muchas otras grandes obras más
Verne viajaba tanto mental como físicamente en cuanto podía. Conoció Escocia, Estados Unidos, Noruega e Islandia, España y Portugal, Marruecos, Argelia, etc. Estos últimos cuatro países los conoció en una travesía en barco, por ejemplo. En Escuela de Robinsones queda muy patente que para el autor viajar y conocer mundo era una de las cosas más importantes de la vida.
Jules Gabriel Verne fue un tipo que pasó bastante de la familia (cuando iba a nacer su hijo se piró a uno de esos viajes sin mirar atrás). Para él (además de viajar) lo más importante era vivir experiencias y escribir. Cuando tenía 58 años, su primo le disparó un par de veces y le causó una herida en la pierna que le dejó como recuerdo una cojera que arrastraría siempre. Falleció en Amiens en 1905, con 77 años (lo cual no está mal) y dejó un gran legado literario para todo tipo de generaciones futuras.
yo os pregunto: ¿qué es un joven que no ha hecho dos o tres veces la vuelta al mundo, sobre todo si es americano? ¿Para qué puede servir, en consecuencia? ¿Sabe si podría salir de apuros en las diversas eventualidades en que podría ponerle un viaje de larga duración? Si no ha gustado un poco la vida de aventuras, ¿cómo va a atreverse a responder de sí mismo? En fin, algunos millares de millas recorridas por la superficie de la tierra para ver, observar e instruirse son el indispensable complemento de la buena educación de un joven.
Escuela de Robinsones (Crusoe)
Escuela de Robinsones es un título bastante representativo y no da lugar a engaño: hay un naufragio y hay más de un Robinson. Este es el eje central de la novela, que viene acompañado de todas las circunstancias inherentes a un robinson: supervivencia y muchos monólogos (o diálogos si hay más de un náufrago como en este caso). Nuestros Crusoes, nuestros náufragos, son Godfrey y Tartelett.
Godfrey es un muchacho de veinte años, huérfano, que fue criado por su tío Will (el cual está forrado y le va a sufragar los gastos de un viaje alrededor del mundo). La finalidad del viaje es que Godfrey conozca mundo antes de «sentar la cabeza». Su vida siempre ha sido cómoda, siempre ha tenido todo lo que quería excepto una cosa: viajar. A su tío Will le parece perfecto el plan del sobrino, pero para garantizar su seguridad envía a Tartelett con él.
Tartelett es instructor de baile de Godfrey, amigo de la familia. Así deja Julio Verne creada la pareja protagonista de esta novela: Godfrey (el joven entusiasta y práctico) y Tartelett (el adulto pesimista y artista).
También le vino al pensamiento llevarse igualmente su violín, imaginándose quizá que los salvajes serían sensibles al encanto de este crin-crin del que todo el talento de un virtuoso no hubiese podido atenuar su aspereza… Godfrey tuvo algún trabajo en hacerle abandonar esta idea, tan ridícula como poco práctica.
Novelas de aventuras: acción y reflexión
En Escuela de Robinsones encuentras una parte meramente aventurera que incluye: búsqueda de agua, de alimentos y de refugio, fabricar utensilios, conseguir fuego, explorar un entorno desconocido con sus posibles peligros añadidos, etc. Esta es la parte activa, trepidante y práctica de la novela (ocurren bastantes cosas a pesar de encontrarse en una isla desierta).
Pero, por otro lado, hay una parte más reflexiva donde el peso lo llevan las conversaciones que mantienen Godfrey y Tartelett y los pensamientos que les sobrevuelan. Verne aprovecha para contraponer dos perfiles distintos, dos formas opuestas de pensar y actuar. Cada personaje afronta esta tragedia de una forma distinta, pero ambos evolucionan a lo largo de la historia. Son una pareja muy curiosa.
Mas ante estas rudas pruebas la razón y, en consecuencia, el razonamiento que naturalmente sigue se desprendían de los limbos en los que él había soñado hasta entonces. Godfrey estaba resuelto a luchar contra la mala fortuna, tentar a todo en la medida de lo posible para salir victorioso. Si aprovechaba esta lección, no sería ciertamente para olvidarla en lo futuro.
Por medio de las conversaciones de los protagonistas se habla de la juventud, del poder, de los deseos, del crecimiento personal, etc. También se dejan caer algnas pinceladas de crítica (sin mojarse demasiado) sobre asuntos como la ignorancia, la envidia o el racismo, por ejemplo.
maltratados generalmente al igual de los indios y los negros, a fin de justificar esta calificación de «apestados» que se les atribuía generalmente, estaban separados en una especie de ghetto donde conservaban cuidadosamente las costumbres y particularidades del Celeste Imperio.
Conclusiones de la Escuela de Robinsones de Julio Verne
Puedo concluir que he salido entusiasmada de mi estreno con Julio Verne mediante Escuela de Robinsones (vigésimo segunda entrega de «Viajes extraordinarios») a pesar de que seguramente se trata de una obra menor. Estoy deseando leer más novelas suyas, así que espero tener varios brotes aventureros a lo largo del año y que en cada uno de ellos haya uno de Verne.
La situación: un naufragio y una isla desierta. Los protagonistas: Godfrey y Tartelett (el día y la noche). Y tú, como lector, observándolo todo.
Me lo he pasado fenomenal leyendo. Es cierto que algunos detalles de la trama pueden resultar previsibles, pero aún así me he llevado mis sorpresas. Es de esos libros que rompen tu silencio lector, bien porque te arranca alguna carcajada, bien porque se te escapa alguna exclamación. Supongo que en este tipo de novelas es lo que se busca: conseguir que el lector vuelva a sorprenderse y no olvide (ni en la edad adulta) lo que es vivir una aventura. ¡Muy recomendado para lectores de cualquier edad!
¿Y los inventos de Julio Verne?
Seamos realistas, Julio Verne no podía estar inventando cosas a todas horas y en todas sus novelas. Él mismo se consideraba escritor científico (punto), ha sido después cuando otros lo han bautizado (acertadamente, creo) como el padre de la ciencia ficción.
No obstante, responderé a la pregunta. En ese aspecto, en Escuela de Robinsones hay una conversación en la que los personajes se plantean si algún día podremos sobrevivir solo respirando. Sin comer ni beber tal y como lo conocemos.
-Pero, otra cosa: ¿por qué sucede que la cocción sea necesaria al pan, a la carne?¿Cómo la naturaleza no nos ha hecho para vivir del aire?
-Eso ya vendrá, quizá -respondió Godfrey, con una sonrisa de buen humor.
-¿Lo creéis asi?
-Creo que los sabios se ocupan de ello, por lo menos.-¿Es posible? ¿Y sobre qué se fundan para buscar este nuevo modo de alimentación?
–Sobre este razonamiento -respondió Godfrey- de que la digestión y la respiración son funciones conexas de la que una podria sustituir a la otra. Así pues, el día en que la química haya logrado que los alimentos necesarios a la alimentación del hombre puedan asimilarse por la respiración, el problema estará resuelto. No se trata para ello sino de convertir el aire en nutritivo. Se respirará la comida en vez de comerla, ¡eso es todo!
-Ah, ¡pues sí que es lamentable que este precioso descubrimiento no se haya hecho todavía! -exclamó el profesor- ¡Qué a gusto respiraría yo media docena de bocadillos y un cuarto de estofado solo para incitar al apetito!
Este tipo de invención aún la vemos demasiado lejana, ¿verdad? De momento sabemos que ya está inventada ese tipo de alimentación de astronauta a base de pastillas, pero de ahí a nutrirse por el aire hay un trecho. No obstante, a ninguno nos resultaría extraño que esto llegue a ocurrir: con los antecedentes de Verne, seguramente haya acertado una vez más.
Que bien, lo tiene mi hija, se lo pediré prestado.
Una vez más, gracias por descubrirnos estos libros.
Sigue así.
Interesante, yo tengo ese libro de Salvat, pero tengo de otras ediciones, yo soy director-editor del blog que desparació hace 2 años Jules Verne, La Astronomíay la Literaratura y de un grupo en facebook hackeado el jueves del mismo nombre ,estás invitado al grupo gracias