Hacía bastante que no tocaba el teatro, y eso que me gusta, pero siempre me olvido cuando empiezo a pensar qué libro leeré después. Como comenté en la entrada dedicada a las Conversaciones con José «Pepín» Bello, tanto hablar del madrileñismo de Arniches ha conseguido que me pique el gusanillo.
Comentaba Pepín que el principal mérito del alicantino (de nacimiento pero madileño de adopción) perteneciente a la Generación del 98, fue dibujar la realidad popular madrileña de forma genial. Esto, una prenda como yo, que saca a pasear sus vestidos de chulapa por San Isidro y por la Paloma, no podía dejarlo pasar. Así que me ha tocado rascarme el bolsillo, y soltarle algo de pasta a Cátedra (una vez más).
No ha defraudado, he encontrado exactamente lo que Pepín decía: ambientes y lenguaje castizo. Fetén. Pero además del «atrezzo» he encontrado divertimento y reflexión. Al tratarse de varios sainetes (para los de la logse, o para los que padezcan de mala memoria: obras cortas con tono de cachondeo en un único acto, que se interpretaban habitualmente en el intermedio o al final de una función) la lectura es ágil, entretenida y variada.
Arniches critica y señala aspectos vergonzantes o hipócritas de la sociedad empleando un tono castizo y chulesco -como no podía ser de otra forma- y termina cerrando cada uno de sus sainetes con una especie de moraleja sobre el tema en cuestión. En muchos casos, la muvi va así: un gachó expone un «asunto», otro notas le advierte y señala acerca de lo chungo del tema, el interesado hace oídos sordos y la vida termina estampándoselo en la jeta.
Al emplear ese tono y expresiones castizas, mientras lees es i-ne-vi-ta-ble que en tu cabeza el texto suene con ese acento del foro tan característico. Es como si estuvieras escuchando un chotis. Ya sabéis, ese acento -cada vez más difícil de encontrar- que aún mantienen vivo algunas castizas y castizos, las del mantón, mangas de jamón, pañuelo en el pelo y vestido de lunares, los de parpusa, mañosa, gabriel y clavel en la solapa.
Otra de las cosas que más me han gustado es que los temas que trata, o más bien critica, siguen vigentes y están a la orden del día. Algunos ejemplos de ello:
La política «de boquilla», mucho predicar valores pero poco respetarlos:
Entonces, ¿de qué te quejas, so primo? Con obreros que venden el voto, y piensan al diztao, y se pasan el día en la tasca, y no mandan a los chicos a la escuela, y le arrean a la mujer, y no respetan a náa, ¿qué quieres que sea España?… Pues un país que marcha al ragú de la civilización. Pa que veas que yo también sé frases.
El juego, en boga con las proliferantes casas de apuestas por todos los barrios:
¡La lotería!… ¡La maldita lotería que encima que merma el jornal de los pobres y los arruina, no da más que disgustos
Los propósitos de año nuevo (ji,ji,ji, ¿qué tal la dieta? ¿el gimnasio? ¿lo del tabaco? ¿lo del inglés?):
Digamos que vamos a hacer, y hagamos como que hacemos…, ¿entiendes? Y si no podemos decir: Año nuevo, vida nueva, digamos al menos: Año nuevo, mentira nueva.
La fe. El ateo que lo predica y defiende a capa y espada… hasta que le huele el aliento a la de la guadaña:
SEÑOR EULALIO.-Qué me vas a decir, Floro!… ¡Yo era peor que tú! Yo te podía dar veinticinco pa cincuenta en custión de ateísmo. ¡Pero, amigo, un día -tú sabes la pasión que tengo yo por mi nieta, queno quiero otra cosa en el mundo-, pues fue el ang-lito y me cogió eso que le dicen la dizteria, que creí que me se moría! Chiquillo… de pensar yo que me iba a quedar sin aquel pispajo que me se agarra alas rodillas toas las tardes cuando vuelvo de la obra, y que es mi único consuelo… Amos, que me dio una angustia interior, por dentro, que dije: «¡Dios mío, si me la salvas, me pongo hábito aunque sea!» ¡Y me la salvó! Por eso anoche, en la taberna, cuando pasaba el Viático, me quité la gorra. Hay que ser agradecido.
SEÑOR FLORO.–Tiés razón, Eulalio; dispensa las gansás que te dije.
SEÑOR EULALIO.-Quita, primo; si uno lo comprende todo. Cuando el hombre está bueno y sano y se encuentra en la taberna rodeao de cuatro necios que le ríen las gracias, el hombre es un valiente, que se atreve con to lo humano y con to lo divino; pero cuando cambia el viento, y viene la negra, y el dolor te mete acobardao y solo en el rincón de tu casa… Será uno to lo blásfemo que sea; pero yo te digo que no hay quien no levante los ojos pa lo alto y pida misericordia.
La diversión basada en el mal ajeno, cafres de los de todas las épocas:
SEÑOR BONIFACIO.-Yo soy como me sale del bolsillo. Lo que tiene es que ca uno vive según los prencipios que l’han dao. Vosotros, ¿en qué sus habéis divertido siempre? Pues yo te lo diré. De chicos, en iros por las mañanas con los tiradores a matar pájaros a la Moncloa; por las tardes, a la pedrea, y por las noches, con las estacas, a perseguir gatos por el barrio. Total: a disfrutar haciendo daño. Luego, de mocitos, a correr de calle en calle atormentando a Garibaldi o a cualisquiera vieja borracha; a tocarles la chepa a los jorobaos y a burlaros de los cojos. A gozar con el dolor del prójimo.
EL SARDINA.-Hombre, ésas son cosas de la juventud.
SEÑÁ ANGUSTIAS.-Cosas de cafres… Si tuviás tú un hijo con joroba, ¿te gustaría que se rieran de él? ¿No te morirías de pena? Pues ca vez que veas a un lisiao, piensa que te está oyendo su madre.
PRIMITIVO.-Amos, Angustias, no te pongas macabra.
SEÑÁ ANGUSTIAS.-¡Oye: eso de macabra se lo dicesa tu suegra!
PRIMITIVO.- ¡No es ningún insulto, señor!
SEÑÁ ANGUSTIAS.-Por si acaso.
SEÑOR BONIFACIO.-Y luego, ya de hombres, ¿a qué le llamáis vosotros diversión? Pos a ver destripar caballos en los toros; a marcharse en patrulla armando bronca por los bailes de los merenderos; a acosar por las calles a mujeres indefensas con pellizcos y gorrinerías; a escandalizar en los cines y a insultar a las cupletistas. ¿Y eso es alegría, y eso es chirigota, y eso es gracia?… Eso es barbarismo, animalismo y bestialismo. Y hasta que los hijos del pueblo madrileño no dejen de tomar a diversión todo lo que sea el mal de otro…, hasta que la gente no se divierta con el dolor de los demás, sino con la alegría suya…, la risa del pueblo será una cosa repugnante y despreciable. Bonifacio Menéndez, ris, ras, rubricao.
Y como estos, otros tantos temas más. Cada sainete, un tema. En fin, que he disfrutado mucho la experiencia de leer estos Sainetes de Arniches, man dao ganas de que sea ya San Isidro. No será lo último suyo que lea o vea interpretado.
Por último, de regalo, os dejo con un párrafo cargado de positivismo vital, esencial para sobrellevar los vaivenes de esta vida perra. Momento Mr. Wonderful de Arniches:
ELPIDIO.-Ten pacencia, Rogelio, ten pacencia, que te lo tengo dicho miles de veces. La vida hay que tomarla por donde mejor se agarre, y en vez de desesperarte y renegar, como estás renegando siempre, de tóo lo humano y lo divino, pos toma las cosas con resinación y alegría, y si te sientas a la mesa pa comerte un arenque, pues que no parezca que le estás haciendo un funeral; te lo comes en tiempo de barcarola, y lo que te rías, eso sales ganando.
En ese tono de chulapos que se te mete en la mollera está escrita también mucha de la obra de Jardiel Poncela. Te recomiendo «El libro del convaleciente» y «Ligero de equipaje». En este último encontrarás joyas como «La olimpiada de bellas vistas», catalogada por el autor como «sainetes deportivos irrepresentables» en la que en un juego de la rana a Orestes le pegan un tejazo en el ojo y la gran frase «… te han puesto la niña que parece que ha regañao con el novio!…» siempre me recuerda a mi abuelo el del puesto de fruta en La cebada y te transporta a ese Madrid de la picardía y los niños en pantalón corto hasta en invierno, porque el largo era pá los domingos.
Feliz lectura.
Tomo nota del título que me dices y en adelante lo leeré mentalmente también con ese acento, que cuando leí la de amor se escribe con hache, no me surgió tal cosa…
Gracias chata!!! 😘
Y un hurra por tu abuelo. 🤗