Infelices / Javier Peña

Portada de «Infelices», de Javier Peña. Ed. Blackiebooks, 2ª ed. ene. 2020. Blackiebooks, v.130
Portada de «Infelices», de Javier Peña. Ed. Blackiebooks, 2ª ed. ene. 2020. Blackiebooks, v.130

Hoy vengo con la reseña de «Infelices», primera novela (de muchas, esperemos) de Javier Peña. Se trata de una novela peculiar, dividida en 53 capítulos y que cuenta con diversas voces que poco a poco componen la historia. Me ha sorprendido y me ha gustado mucho: la estructura es original, las facetas de los personajes son muy diversas y la forma en que se narra es clara, ácida y cruda.

No es una novela lineal con un único narrador cuya trama viene mascadita para el lector, de ahí que no creo que sea para todos los públicos. Tiene forma de puzle, pero de los de 1000 piezas, no de los de seis. Hay que dejarse llevar de un lugar a otro, de un tiempo a otro y de un personaje a otro hasta que, finalmente, se desvele la imagen completa.

Es un puzle siniestro, lo admito, pero no he sido el único que lo ha construido, ni siquiera me considero el responsable; todos lo somos.

Sobre el autor: Javier Peña

Javier Peña nació en A Coruña (1979) aunque lleva viviendo en Santiago de Compostela desde que se matriculó en la uni de Ciencias de la información, es decir, media vida. Escritor y periodista que tras terminar Infelices (su primera novela) dejó su trabajo en la Xunta, donde escribía discursos para os conselleiros.

Actualmente está dedicado exclusivamente a la escritura. Codirigió la web cultural Inorantes (D.E.P.), colabora en revistas y otras publicaciones e imparte talleres de escritura creativa. Escritor humilde y cercano, con el que es fácil intercambiar opiniones sobre otros libros y autores. También es discreto, no encontraréis demasiados datos biográficos en internet a pesar de su visibilidad en redes sociales.

La escritura para él es una forma de demostrar que vivir es algo más que ir tirando.

Infelices, un puzle siniestro con varias voces

En «Infelices», de Javier Peña, los protagonistas son un grupo de amigos, colegas de la uni. Han bautizado su cuadrilla como «El círculo de Viena», formado por tres chorbos y una chorba. Son el típico grupito de la cafetería que siempre está hablando de cine, música y literatura y que, por supuesto, todo lo sabe. Lo que no saben es que pertenecen a una generación con grandes aspiraciones pero pocos resultados. Contarán más fracasos que victorias e ignoran que lo importante no es tanto golpear como saber encajar los golpes.

grupo de seres humanos tan extraños y pagados de sí mismos, que disertaban de todo porque de casi todo sabían… menos de la vida, de las personas.

Además de Rudolph, Moritz, Hans (a.k.a. Óscar) y Karl (la chorba, que según a quién preguntes te dirá si pertenece o no al círculo), en toda esta historia también tiene un papel importante Marga (la chica del cáncer). Cada uno de estos personajes tiene su propia personalidad y arrastra sus propios fantasmas.

Moritz es completamente inofensivo. Es otra cosa lo que hace imposible vivir con él: el perfecto desorden de su existencia, su instalación permanente en el caos. Rudolph es el minimalismo, no tiene apego a nada, no conserva nada, ni parejas ni amigos, al acabar de leer un libro se deshace de él, si lo necesita ya lo volverá a comprar; Hans es el genio, el saber enciclopédico, pero también el silencio, la rigidez, la obsesión, si le pides un libro te lo prestará, pero escrutará hasta el desperfecto más invisible y, aunque no te lo eche en cara, lo podrás leer en su mirada.

Esta amalgama permite a Javier Peña hablar sobre amistad, amor, envidia, mentiras, apariencias, aspiraciones, frustraciones, secretos y muchas otras facetas que rodean al ser humano. Sin embargo, no son siempre tan racionales y sí presas de sus instintos más básicos (el maternal, el miedo, la supervivencia o el deseo).

Eros y Tánatos: las caras de los Infelices

Infelices divide sus 53 capítulos en dos partes tituladas Eros y Tánatos. El amor y la muerte, con permiso de la amistad y el sexo, son los dos temas principales que acechan a los personajes.

«Las relaciones amorosas», había dicho Moritz, «son en esencia una matemática del poder». El poder lo representan los pesos que cada miembro de la pareja coloca en su plato de la báscula: belleza, atractivo, simpatía, confianza, autoestima, seguridad, inteligencia, dinero, desparpajo, elocuencia, cultura, estatus, relaciones sociales, destreza sexual, desinhibición, aptitud manipulativa, bienes inmuebles, buen gusto… La lista es infinita.

La amistad que une a los integrantes del Círculo de Viena, a lo largo del tiempo, se entrecruza con el amor que existe y que se profesan (o no) a sí mismos. La muerte sobrevuela principalmente sobre la cabeza de Marga, escondida tras esa palabra maldita (cáncer) que de forma tan natural se plantea en la novela.

El humor negro es, sin duda, una de las características más importantes de la novela. Donde más patente se hace es con Marga, la que ha sido mi protagonista preferida de Infelices. A pesar de que es a la que peor le pinta el asunto, es la más feliz de todos ellos.

Conclusiones de Infelices, de Javier Peña

Infelices no es una novela sencilla trazada en una misma línea (como decía en la introducción), es un puzle. Como ocurre con otras grandes novelas (véase El cuarteto de Alejandría) la disfrutarán lectores pacientes, que sepan contener su ansia de omniscencia y a los que no asuste la cruda realidad.

La mayor parte del tiempo solo veo fragmentos inconexos. La mayor parte del tiempo solo soy fragmentos inconexos.

El lenguaje no es enrevesado, no hace falta ser un erudito para leerlo. Los toques de humor ácido, negro y brutal (en muchos casos) amenizan la composición de esos fragmentos inconexos que forman este cuadro plagado de sentimientos y pecados humanos.

La envidia, de entre todas las sustancias que componen la infelicidad, es la peor, la más destructiva.

En fin, una gran novela cuya lectura he disfrutado mucho, muy completa en cuanto a los temas que trata y algo compleja en cuanto a la foma en que se desarrolla y la cantidad de perspectivas que ofrece. Un retrato generacional de los que arreglaban el mundo desde la cafetería de la uni, pero a quienes el mundo ha despedazado como resultado de su arrogancia.


Fragmentos de Infelices

PD: otro de los puntos que más me han gustado es que se incluyen muchas referencias o anécdotas sobre otros escritores y libros, tanto por el trabajo de Rudoplh como por ciertos otros guiños que puedes encontrar a lo largo del libro. Ejemplo de ello es cuando aparece ese ejemplar con una cabra en la portada que me mira de reojo en cuya descripción muchos identificarán Intemperie, de Jesús Carrasco).

Está escribiendo una novela, la primera, y quiere que sea perfecta, por eso ha tardado una vida en escribirla. Y le ha enviado el primer borrador a su amigo, el único del que se fia, el que viaja por el mundo y le cuenta historias y no le importa que se sepan. Porque los otros, si no quieren que se sepan, ¿para qué se las cuentan? (…) Además, ¿de que quieren que escriba? ¿Hay alguien que escriba que no lo haga sobre su vida? ¿Hay alguien que sea capaz de hacer tabla rasa y escribir como si no viviera en este mundo?

tengo como regla no meterme en problemas con padres que les ponen a sus hijos nombres con kas, uves dobles o ies griegas. Llamadlo la precaución del ajedrecista si queréis. De esa gente es mejor huir, refugiarse donde sea impo sible que te sigan, la sección de libreria, por ejemplo.

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