Hace unos pocos meses volvió Gómez Escribano con Después de la derrota, un año después de habernos traído Narcopiso. Va a novela por año, el tío, y seguro que se deja alguna en el tintero. Pero no solo se muestra prolífico*, sino también inquieto.
En esta última novela parece que ha querido añadirle más caras al prisma y se pone a jugar con las voces del narrador, los hilos argumentales y sus tiempos. No te tiene solo pendiente del presente, de cómo van a dar un palo unos pirris (cosa su parroquia lectora espera) y de sus movidas del barrio y con la madera, qué va, Después de la derrota tiene mucha más chicha, que gira en torno al narrador.
Después de la derrota de Zip, de todos sus compañeros… y de Zip primero
Cipriano, a.k.a. Zip, es periodista, bebedor, vividor y farlopero intermitente, del barrio de toda la vida. Con que le dejen en paz y tenga pasta para beberse sus Mahous ROJAS, todo perfecto. Una mañana, su tranquilidad se trunca cuando se ve envuelto (como rehén) en un atraco a una sucursal bancaria del barrio. De película. Porque encima se queda loquísimo al darse cuenta de que conoce a uno de los atracadores (ahora también secuestradores) de toda la vida, y a su padre, y a su madre, y al otro de más allá… Queda todo en casa.
Encontrárselo ahí —y en esa situación— revive a los fantasmas de Zip. Tiene mucho que contar del pasado, de viejos amigos, de su viejo oficio, de su barrio. Y ahí es cuando dice Gómez Escribano: te vas a cagar, porque te lo voy a ir dosificando e intercalando y de aquí no te vas a poder levantar hasta el final. Y encima voy a jugar un poquito contigo, moviéndote de plano (y de punto de vista) a mi antojo.
La movida de Paco
Después de la derrota es una vuelta de tuerca más en la escritura de Paco, sin descuidar el resto de atributos a los que nos tiene acostumbradas y que esperamos de él. Sus personajes perdedores, los antihéroes, Canillejas, la denuncia social (porque lo de «crítica social» ya se queda corto), su jerga, sus palos, la historia que cuenta y cómo nos la cuenta. Si conoces la obra de este autor así de oídas, probablemente te sorprenda saber que tiene momentos bastante poéticos. Resulta que también le pega a la poesía, y se nota. A veces, entre Mahous rojas y tiros de perico, aparecen frases de las que dices: «joer, cómo te ha quedao esto».
Subiendo el listón, novela a novela, y ganándose el respeto de cada vez más peña, Paco lo está petando. Y Después de la derrota está guapísima. Si ya pertenecías a su parroquia, no te va a defraudar, a lo mejor pasa a ser uno de tus prefes. Si, por el contrario, todavía no has leído a Gómez Escribano, esta novela es una entrada níquel. No se ha llevado el Hammet con Narcopiso, pero el año que viene lo mismo estamos diciendo que se lo ha llevao con Después de la derrota. O alguna de las que vengan…
Nota 1: Como podéis ver, en la foto de la biblioteca faltan algunos títulos del autor (como Prohibido fijar cárteles y Yonqui); si no están es porque los he prestado. Así que, por favor, vayan pasando por la biblioteca a devolver los ejemplares aquellas personas que los tengan.
Nota 2: Sobre el asterisco en «prolífico». Cada vez que asocio esa palabra a un escritor, me viene a la cabeza el Testimonio de Stephen King de La hora chanante). Old but gold.
Un par de fragmentos de Después de la derrota
«Saboreo un whisky caro que tenía guardado para una buena ocasión, pero como las buenas ocasiones han dejado de existir para mí, he decidido abrirla. El whisky sabe a madera, a amargura y a día nublado. No está mal. No soy un experto, pero supongo que es por este sabor por el que los cabrones con dinero pagan cantidades desorbitantes. La compré por internet un día que estaba borracho. Miro por la ventana mientras me entretengo haciendo volutas de humo con mi cigarrillo. El tabaco es normal, un Winston de toda la vida. Ya no venden de aquel Winston americano que llevaba aquella especie de sello azul que nos volvía locos a los jóvenes de entonces, seguramente sin ningún fundamento».
«El hospital Ramón y Cajal es el hospital que nos corresponde por zona, que hay que joderse. Con los habitantes que tiene el distrito de Canillejas-San Blas y a nadie se le ha ocurrido ponernos un hospital, yo no digo que para nosotros solos, pero compartido con Vicálvaro, Hortaleza, Pegaso, todos estos barrios de alrededor, no sería ningún disparate. Pues no, cada vez que nos pasa algo tenemos que ir a la otra punta de Madrid con la que, además, no tenemos muy buena combinación. Hace poco han puesto un autobús de la EMT que va directo, pero como han puesto pocos se petan de gente y el fin- de suspenden la línea. Y como el hospital atiende a tropecientos distritos, las colas para una operación o para cualquier ingreso son vergonzantes. Y para un distrito que, con la mierda del Covid, mantiene casi todas las instalaciones de atención primaria cerradas, solo con citas telefónicas, y dejando que se extingan los contratos de los sanitarios sin renovarlos. Es una vergüenza. Pero siguen ganando elecciones, así que nada que decir porque somos demócratas, ¿no? Somos gilipollas del culo. Tenemos lo que nos merecemos. Hospitales no van a poner, pero sí se escucha que van a abrir la playa artificial más grande de Europa al lado del estadio Metropolitano. Hay que joderse. No, si todavía voy a tener que mirar tablas de surf por el Amazon. ¿Habrá tablas adaptadas para viejos borrachos?».
Gracias, me encantan tus reseñas
Gracias a ti por leerlas ♥
Me parece un reseñón a la altura de lo escribanóloga que eres. Gracias.
Eso de «escribanóloga» me ha MEGAFLIPAO. Gracias a ti siempre, por escribir como escribes y por ser como eres. Que (al menos para mí) las dos cosas son muy importantes en estos tiempos…
¡Un abrazo!
Es maravilloso ver como te expresas. Llevo años diciendote y el libro pa cuando…
Un abrazo