Manuel Machado en «A Alejandro Sawa (Epitafio)». El mal poema.
Jamás hombre más nacido
para el placer, fue al dolor
más derecho.
Jamás ninguno ha caído con facha de vencedor
tan desecho.
Y es que él se daba a perder
como muchos a ganar.
Y su vida,
por falta de querer
y sobra de regalar,
fue perdida.
Es el morir y olvidar
mejor que amar y vivr.
Y más mérito el dejar
que el conseguir.
Rafael Cansinos-assens
«Simbolistas, parnasianos y decadentes les han enviado (de París) con Alejandro Sawaa un nuncio extraordinario. Lo que Gavinet ha sido para la generación del 98 lo ha sido Sawa para los jóvenes del 900. Ya no se piensa en Taine ni en Montaigne, sino en Verlaine y Mallarmé.»
«-Sí, críe usted hijos para eso; béseles los piececitos de chiquitines; aspírelos usted con ansia, como si fueran flores del campo que le hicieran bien á la salud y al olfato; sea usted padre y madre al mismo tiempo para ellos; aguante sus impertinencias y sus hedores; rómpase usted el alma trabajando para su porvenir; edúquelos repartiéndoles á pedazos la experiencia que ha ganado usted á costa de sus entrañas, dejándose el corazón á cachos por las encrucijadas de la vida; vístalos usted de señoritos; deles usted carrera, posición; cúbrales el cráneo con un birrete de doctor o licenciado; ráspeles usted su corteza de plebeyos con una onza mejocana, y no tenga usted cuidado, que andando el tiempo, esos mequetrefes se avegonzaán de usted, como si pudiera ser usted responsable de haber producido monstruos….. -¡Canalla!»
«Allá por las alturas de Chamberí, frente al Depósito de agua del Lozoya, allí está la romería á la que van, en alegre caravana, toda la gente de estropajo, los domingos y las fiestas de guardar, á resarcirse de las penalidades de la semana. El paisaje no puede ser ni más árido, ni más triste, ni más feo. Parece imaginado por el Dante y teñido de color por el pincel sombrío de Rembrandt. De greda el suelo, de color ceniza los horizontes, y de miseria humana los detalles todos del terreno. Á un lado, un cementerio, el de la Sacramental, y al otro, horrible amontonamiento de casuchas negras, en las que parece mentira que puedan introducirse y vivier seres de nuestra civilización y nuestra raza; madrigueras ó antros, mejor que viviendas. Un crimen social, cuya responsabilidad exclusiva es del Estado, en nuestras sociedades centralizadas. Al frente, conforme se viene de la calle Fuencarral ó de la de Hortaleza -las dos grandes vías que conducen al erial teatro de romerías y de fiestas,- las cumbres del Guadarrama, unas cumbres enanas cubiertas de nueve; y cerrando el cuadro, la caseta encarnada, rodeada de árboles enfermos, que sirve de habitación al conserje y á los guardas del Depósito del Lozoya. Han establecido en la fúnebre planicie puestos ambulantes de chucherías y bebidas; cachuets, piñones, avellanas, agua de limón y vinazo del país. Allí se baila, se canta, se come, se grita y se ama candorosamente, con sinceridades de Bestia, a presencia de todos y completamente á la interperie, sin que nadie se ofenda y demande de injuria al compañero de al lado, porqe la lascivia le haga morder el cuello a la hembra más próxima. Domingos hay en que la muchedumbre, aquella muchedumbre, parece tocada de un mal común á todos, picada por algún bicho rabioso, según el escándalo que promueve. Recuerda -y este es un símil no enteramente desprovist de sentido- las estruendosas bacanales de los esclavos en Roma drante las fiestas de Saturno. Las caras aparecen inflamadas por los ardores del vino, y los cuerpos epilépticamente alborotados por los sacudimientos del sexo. La palabra sale á borbotones, como el agua del manantial; y aquellas bocas de hombres y mujeres, por las que salen exclamaciones y frases completamente humanas, son una maravilla para el observador; porque, alargadas por las excitaciones del aguardiente y del sexo contrario, parecen jietas hirsutas, jietas de bestia, incapaces de dar salida á otro sonido que al grito imperativo que con la animalidad expresa sus sensaciones y sus deseos. Se ofrece allí el amar á gritos, no como mercancía, sino como placer y como instinto, también como descanso y como olvido, porque no hay uno entre aquellos bacantes de los dos sexos que no lleve la cara y las espaldas marcadas cn el círculo amortado que deja el látigo sobre la piel»
¿Habéis visto la de «Pactar con el diablo» de Keanu Reeves y Al Pacino? Pues eso. Vamos, a mí este fragmento me deja la misma sensación.
Pues, de una forma parecida este libro también te deja un poco flasheada. Son de los que te gustaría poder leerte por primera vez de nuevo.
Y he aquí algunos fragmentos. Sin desperdicio.
Saludines.
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«Estamos hastiados de amores; yo estoy por decir que estamos hastiados de vida. No podemos obrar como los demás. Decirle á una gachí cualquiera ¡ole, viva tu cuerpo y tus meresimientos!, está al alcance de cualquiera; llevarla á un café y gastarse la guita en coba, también puede hacerlo todo el que lleve real y medio en el bolsillo. Todo es ordinario, y, como dice Juan de las Rosas, sin vergüensa.»
«Daban ganas de besarla. Pero no en la boca, como Ricardo; sino en la frente, donde se besa á la virginidad y á la desgracia«.
«En la alcoba de un moribundo parece que es la misma eternidad la que habla, la que yergue todos los índices que se dirigen al labio imponiendo silencio, y obliga á los hombres de temperamento más nervioso á andar de puntillas para que no despierte el enfermo, que quizás se está preparando para el descanso eterno, ya en la última estación de la vida.»
» Tuvo que decirlo todo, que hablar claro, que decirlo todo intermitente, á pedazos, á cachitos, como el que recorre un trayecto cualquiera á empujones que le da una mano invisible; no con la pisada sólida y fuerte que hace imprimir á la planta la voluntad poderosa de andar firme y aprisa un espacio cualquiera»
«Hacía tiempo que trataba de contener sus lágrimas. Esta relación fría, que impresa aquí, en el papel, podrá parecer quizás romance de ciego, salió de su pecho angustiosamente, con tanta cantidad de sollozos como de palabras. Hubo que dejarla llorar. De otro modo seguramente se ahoga: tantos ayes había en su pecho.»
«¡Oh! ¡Las melosidades de una mujer ardiente y de talento, educada en los comedores y en las alcobas de las mancebías públicas, sometida á las leyes implacables de la herencia patológica, rellena de vicio, de virus de borrachos y de rameras, hasta el tuétano de los huesos! -¡La cadena!- ¡La cadena de fatalidades que llevaba Ricardo, por insensatez y por desdicha, enroscada al cuello!«
«Las corrientes de inmigración de Asturias y Galicia van desde época bien remota hacia el Océano Atlántico. La leyenda de que en América se atan perros con longaniza tiene entre los marusiños muchos creyentes. Y contribuye muchísimo al desarrollo, cada vez más creciente, de la inmigración en esas provincias, el espectáculo de lo que vuelven victoriosos con diez o doce mil duros en sus maletas, fortuna que la fantasía popular se encarga de aumentar considerablemente, siendo así que el día en que salieron de la aldea apenas si llevaban en las alforjas otra cosa que diez o doce mil parásitos entre vegetaciones y piojos. Se ven y se cuentan á los vencedores; hasta se les corona de laurel; pero ¿quién se acuerda de los vencidos, de los que sucumben en medio de la carretera, ó de los que retornan inválidos á la llamada madre patria, sin músculos ni sangre ya que ofrecer á la insaciable avaricia de un nuevo amo?»
cómo me haces esto, tú crees que no tengo bastante por leer…en fin, este me lo pongo en la lista también.