Después de haber estado sumida en el universo de El nombre del viento durante unos cuantos días, me apetecía leer algo que incluyera contenido más corto y variado. Y ahí estaba esperando en la estantería el segundo libro del jovencísimo Dr. Jorge Poveda Arias (el primero fue De «bichos», plantas y vacunas. Breves historias de divulgación científica), que curiosamente adquirí hace algunas semanas.
Antes de que ocurriera esto. Cuando las historias de terror sobre virus nos llegaban por las pelis o por los libros, no por el telediario, y fíjate tú cómo estamos ahora. Qué privilegiados hemos sido los últimos siglos en este aspecto, pero lo que está ocurriendo ahora, ya ha pasado antes: las «historias para no dormir» no son nuevas para el ser humano. Aunque la portada parezca el cartel de una película de ciencia ficción, no lo es (igual que nuestro mundo últimamente)
En forma de pequeños artículos, el autor nos acerca al origen y consecuencias de algunas de las enfermedades más populares o curiosas (por poner un ejemplo, hay un capítulo que se llama ¡tengo un enorme gusano saliéndome del pie!, imaginaos).
Algunas de las enfermedades seleccionadas destacan por su excepcionalidad o rareza. Ejemplo de ello sería el capítulo sobre el elefantismo, ¿sabíais que lo provocan unos minigusanos que nos colonizan el body? (qué asco pensarlo, creía que era algo genético o a saber).
Otras enfermedades han sido seleccionadas claramente por su popularudad y universalidad. ¿Quién no ha oído hablar de la sífilis, de la enfermedad del beso, de la de las vacas locas o de la gonorrea? pero, ¿hasta qué punto sabemos sobre ellas?. Pues para saciar nuestra curiosidad está la divulgación científica (y no las búsquedas a lo loco en google) puesto que en cada uno de los capítulos el autor consigue explicarlo de forma sencilla y didáctica.
Hay algunos capítulos dedicados a parásitos tan comunes como pueden ser las garrapatas, o tan presentes en nuestro día a día (aunque sea de forma metafórica) como son las sanguijuelas.
Sobre la rabia, que no podía faltar, me ha resultado muy grato recordar el origen de su vacuna, creada por Pasteur (otro viejo conocido para todos, imagino). Conforme iba leyendo se iba abriendo un cajoncillo de mi mente con un trozo de memoria de cuando estudiaba «naturales» en el cole, juraría que esto -mas o menos- venía en algún libro de texto (soy EGB).
Pero, ¿cómo logró Pasteur esa vacuna? En primer lugar, infectó conejos con la saliva de perros rabiosos, provocándoles la peligrosa enfermedad. Posteriormente, utilizó la propia masa cerebral llena delvirus de la rabia de los conejos muertos para infectar de nuevo a diferentes perros directamente en el cerebro, mediante un taladro en el cráneo. Observó como en alguno de los casos los perros no se infectaban y, por lo tanto, se estaban atenuando. Cogió varios cerebros infectados de conejos y los dejó secar durante varios días. Cuando utilizó esas masas de virus debilitados para infectar de nuevo a los perros, ninguno manifestó la enfermedad y todos presentaron inmunidad total frente a la enfermedad cuando eran mordidos con posterioridad por perros rabiosos.
Y finalmente llegamos a las pandemias, que es lo que estamos viviendo ahora, pero como decía: no es nuevo. Sobre la peste y sus distintas formas (pulmonar, bubónica y septicémica) el autor nos cuenta:
Algunas de las pandemias más importantes causadas por esta bacteria son la Plaga de Justiniano (siglo VI), la Peste Negra (sigloXIV) y la Tercera Pandemia (Siglos XIX y XX).»
Ese virus ha azotado tres veces a la humanidad.
Y en 1918, «La gripe española», cuyo bastión fue el virus Influenza (seguramente hayáis escuchado esta palabra los últimos días en boca de algún tertuliano o similar) que
«sufrió varias mutaciones y se conviertió en un agente letal»
Sobre sus consecuencias y expansión nos especifica:
«Su expansión fue mundial, afectando a 1 de cada 3 personas del planeta y llegando a matar a 50 millones de personas en tan solo un año, tres veces más de los muertos provocados por la Primera Guerra Mundial y un 2% de la población de todo el planeta. La enfermedad comenzaba con debilidad, neumonía, problemas gastrointestinales y fiebre. En España (…) afectó a 8 millones de personas, de una población de 20 millones, mueriendo más de 300.000» enfermos.
Pues en 2001 reconstruyeron un virus de esa gripe con fines de investigación, con una parte del virus de 1918 unido al resto de una secuencia del virus en un ratón. ¿Os imagináis que….? Que no hombre que no, que nos os montéis conspiraciones en la cabeza.
Lo que es real y verídico es el mensaje con el que cierra -muy sabiamente- el artículo:
Profundizar en el conocimiento del virus influenza podrá ayudarnos, en un futuro, a enfrentarnos de forma eficiente contracualquier posible pandemia vírica derivada de este tipo de virus.
De ahí la importancia de la investigación científica, llamadle influenza, llamadle COVID-19, llamadlo X. Miradlos ahora, mirad a los poderosos, mirad cómo ahora sí que se acuerdan de los científicos ¿eh?. A buenas horas mangas verdes. Perdón por el arrebato, pero es que es así.
Resumiendo, es una lectura muy amena y llena de curiosidades, extremadamente adecuada para estos días de cuarentena que vivimos debido a una pandemia vírica mundial (me resulta increible escribir estas palabras y que no hablen de una trama de una novela). Lo recomiendo. Pero esperad a comprarlo cuando pase la cuarentena, no tengáis a los de Amazon desplazándose para cosas no esenciales ahora mismo.
Salud, que nos se os junten los virus.
Un comentario en «Algunas de las más sorprendentes enfermedades causadas por pequeños organismos. Historias para no dormir / Jorge Poveda Arias»