De vuelta al teatro y conociendo a Mihura por medio de dos de sus obras más conocidas (con permiso de sus Tres sombreros de copa, libro que caía sí o sí en cualquier examen de literatura española cuando estábamos en el colegio): «Melocotón en Almíbar» y «Ninette y un señor de Murcia». Los he leído y también me he visto una adaptación de cada una (gracias al archivo RTVE y a usuarios de Youtube que hacen el favor de subirlo).
Ambas son comedias en dos actos, es decir, que te tendrías que reír y que solo vas a tener un momento (una única bajada de telón) para poder ir a fumar o a cambiarle el agua al canario.
Efectivamente, me he reído con las dos en algún momento y durante toda la lectura he ido con una medio sonrisilla acorde al tono empleado en la obra. Las historias (con su presentación-nudo-desenlace) son geniales, me han gustado mucho.
Pero esa sonrisilla, aunque pueda interpretarse como humorística, creo que ha sido más bien jocosa, es de esas que incluyen un cierto porcentaje de desprecio. Desprecio por la mayoría de los personajes, desde luego ha clavado lo que serían para mí retratos de personas despreciables: retrógradas, paletas, machistas, hipócritas, clasistas, posesivas, bobas, manupuladoras en unos caso y manipulables en otros.
Para que os hagáis una idea, la única persona con la que me quedaría de todo el reparto de ambas obras es con una monja. Elijo a la monja. Ahora os hablaré de ella un poco, sin destriparos las historias, que molan.
Melocotón en almíbar
La sinopsis más breve sería: va de unos atracadores que están escondiéndose en un piso alquilado en Madrid tras haber dado un golpe. A mí, si se inluye la palabra «atracadores» ya hace que levante una oreja como si fuera un perro de caza, así que prometía.
No os quiero contar nada de la historia, que mola. Pero sí os diré dos cosas: aquí es donde aparece la monja, aparentemente una especie de Miss Marple. Y este es el único personaje de las dos obras que tiene el perdón de Dios (por contrato) y además, el mío (porque se lo ha ganado). Si no es por ella dejo de leer. Y gracias a ella, me ha gustado mucho.
Pero (aquí viene): a la tercera vez que uno de los personajes le dice a la que es su pareja: «estúpida, cállate» no os quiero decir el tamaño del nudo que tenía ya formado en el estómago. Ojalá poder entrar en escena. Y es que ni se cuestiona, ni se critica, ni se castiga. Solo la monja tiene una mención a este hecho (y otros relacionados) pero sin más.
Y en el resto de personajes también encuentras miseria humana (mentiras, envidias, idiotez) no es solo por el asunto del maltrato pasado por alto (eran otros tiempos y tal, sí, pero yo lo estoy leyendo ahora).
Pero como decía antes, salvando estas discrepancias, la historia está muy bien y se te va desvelando poco a poco. Después de leerlo me vi una adaptación que echaron por RTVE. Al final de la entrada os pongo el vídeo, que está en Youtube.
Ninette y un señor de Murcia
Sinopsis rápida: un soltero de Murcia se va a París a conocer la ciudad y a ver si consigue ligar.
En esta obra no me he irritado tanto con los personajes, aunque tengo que destacar la impresionante estupidez, falta de convicción y de personalidad del protagonista. La cosa más tonta que he visto. Y Ninette, cómo no, una joven francesa, guapa, que se enamora de nuestro protagonista. Es un espectáculo verlos. La manera en que el señor de Murcia se ve enredado no tiene desperdicio (pero se recoge lo sembrado, ¿no?).
Y dicho esto, podéis leer los libros o veros alguna de las adaptaciones que hay, pero haced alguna de las dos.
Salud y saludos!