El inmoralista / André Gide

Este es otro de esos libros que te encuentran. Últimamente voy bastante a una librería de segunda mano que me pilla de camino. A diferencia de la mayoría de librerías de segunda mano que conozco, es luminosa amplia y medianamente bien ordenada. Por supuesto que tiene sus columnas de libros amontonadas por el suelo, pero también estanterías por secciones y ordenadas alfabéticamente por autor. Bien, bien.
Para los de Madrid, les voy a hacer un poco de publicidad, porque la verdad es que los dos libreros que he visto ahí, tienen pinta de ser unos tipos bastante peculiares y me resultan simpáticos. Así, con greñas grisáceas y gafas en la punta de la nariz, a través de las que examina cada uno de los títulos que le entrego para que me cobre. Luego siempre se me quedan mirando como dándome su aprobación: Baroja, Unamuno, Gómez de la Serna, Mesonero Romanos, Gide, Petronio…

Y ahora, vamos al tema.
André Gide. Hasta que me compré el libro: ni puta idea del personaje en cuestión. Por supuesto (aunque creo que es innecesaria la aclaración) elegí el libro por el título y la portada. Uh, qué chungo, ahí, inmoral. A ver qué clase de perversión esconde…
Total, que me enfrasco en la introducción (de Margarita Carbayo) y me entero de quién es este pive. Nació, al parecer, en París en 1869, en una familia de pasta y bastante religiosa (protestante), por lo que ya se sabe, a más tabúes mayor curiosidad por lo prohibido. El colega, va y se casa con su prima Marceline, defectuosa de fábrica y constantemente enferma, y para colmo la tiene todo el día de aquí para allá, viaje p’arriba, viaje p’abajo. En África, Gide se descubre (o más bien, desptapa) a sí mismo, tremendamente atraído por los chavales jóvenes o pueriles. En la introducción se puede leer que está influenciado por Dostoievski, Freud o Kafka (entre otros, supongo) por lo que nos podemos ir haciendo una idea previa de cómo va a ser el libro. Introspección, serenidad aparente y frases directas y escuetas. Para más inri, Oscar Wilde es coleguita suyo, y también hará una aparición estelar en la novela que nos ataña.

En la introducción se puede leer:
«…hay que contar con (…) con la sensualidad sin límites que descubre en Argelia a raíz de un viaje motivado por razones de salud; con su conocimiento y lectura de las obras de Dostoyevski, Nietzsche y Freud, y su amistad con Oscar Wilde: de todos estos estritores aprendió Gide que los instintos son la única verdad del ser humano por muy reprimidos que se encuentren a consecuencia de una rígida educación y puritana moral (como la que él mismo padeció en sus carnes), y que, por tanto, la moral tradicional, corriente, por antinatural y falsa conduce ineluctablemente a la hipocresía.»

Y vamos a por la novela.
Empezaré diciendo que es autobiográfica, el protagonista Michel y su esposa Madeleine se corresponden con Gide y Marceline, de la misma forma que Menalque (amigo de Michel) se corresponde con Oscar Wilde. La novela es en realidad una carta enviada por Michel a sus tres mejores amigos, a los que hace mucho tiempo que no ve, y en la que destapa sus tendencias e incluso deja entrever un sentimiento de culpabilidad sobre la muerte de su esposa, con la que compartió multitud de viajes.
Les relata la evolución que sufre a través de los años, conforme ve a su mujer marchitarse y aumenta en él el deseo por lo prohibido. Le atraen más aquellos que van en la contra de la ética y moral con la que fue educado, frente a aquellos con una vida puritana y convencional. Así, su propio impulso natural unido a la confirmación de que ha de seguir sus instintos (confirmación que va encontrando en sus lecturas, como se decía arriba, Dosto, Freud, Kafka, y en sus amigos), va condicionando cada vez más su vida y presionándole hasta que, finalmente, llega la conclusión de que lo que tiene que hacer

«puede resumirse en este madamiento: vive tu verdad, tu vida, tu felicidad.»

Se lee rapidísimo (ha sido mi momento kitkat en medio de Los detectives salvajes) y engancha tanto la historia en sí, como la evolución del personaje. Si lo ven por 2’50€ cómprenlo. Si lo ven por más… allá cada uno, mejor leánlo de prestado en un principio, y luego ya deciden.
Porque hay párrafos que dan un poco de repelús, sobretodo cuando describe a los niños. Aunque en todo el texto no se relatan «acciones» sino pensamientos, da un poquito de grima, no sé.
Aún así, me ha gustado mucho.

Y sin más, me despido con el comienzo del libro…
«Tengo necesidad de hablaros, os digo. Saber liberarse no es nada; lo arduo es saber ser libre. Soportad que os hable de mí; voy a contaros mi vida, sencillamente, sin modestia y sin orgullo, más sencillamente que si me hablara a mí mismo. Escuchadme:»

*****************

«No estoy ni triste ni alegre; este aire de aquí te llena de una muy vaga exaltación y te hace conocer un estado que parece tan lejano de la alegría como de la pena; quizá esto sea la felicidad.»

«-No es necesario rezar por mí, MArceline.
-¿Por qué? -respondió ella algo turbada.
-No me gustan las protecciones.
¿Rechazas la ayuda de Dios?
Es que luego tendrá derecho a mi agradecimiento. Esto crea obligaciones, y yo no quiero tenerlas

«Nada más trágico para quien creyó morir que una lenta convalecencia. Después de que el ala de la muerte te ha tocado, lo que parecía importante ya no lo es; otras cosas, que no lo parecían, o cuya existencia misma se ignora, lo son sin embargo. El montón de todos los conocimientos adquiridos que gravita sobre nuestro espíritu se desconcha como una capa de pintura, y en ciertos lugares deja ver al desnudo la carne misma, el auténtico ser que se ocultaba

«No se puede, al mismo tiempo, ser sincero y parecerlo.»

«Esperé encontrar una comprensión un poco más directa de la vida por parte de algunos novelistas y en algunos poetas; pero si ellos tenían esta comprensión, es preciso confesar que apenas la mostraban; me pareció que la mayor parte no vivían en absoluto, se contentaban con la apariencia de vivir y por poco habrían considerado la vida como un molesto impredimento para escribir. No podía culparles yo por ello; y no afirmo que el error viniera de mí. Por otra parte, ¿qué entendía yo por vivir? Eso es precisamente lo que yo habría querido que se me enseñara. Unos y otros charlaban hábilmente de los diversos acontecimientos de la vida, nunca de aquello que les motiva

«En cuanto a algunos filósofos, cuyo papel hubiera sido informarme, yo sabía desde hacía mucho tiempo lo que era preciso esperar de ellos; matemáticos o neocriticistas, se mantenían tan lejos como les era posible de la turbadora realidad y no se ocupaban más de ella que el algebrista de la existencia de las cantidades que mide

«Acepté pensando que él también tomaría; luego, al ver que sólo traían un vaso, me asombré:
Perdóneme -me dijo-, pero yo no bebo casi nunca.
-¿Será que teme usted achisparse?
-¡Oh! no, al contrario -respondió-. Pero considero la sobriedad como una embriaguez aún más potente; conservo con ella mi lucidez.
Y usted da de beber a los demás…
Él sonrió.
No puedo -dijo- exigir a los demás mis virtudes. Ya es hermoso si encuentro en ellos mis vicios…
-¿Fuma usted, al menos?
-No, tampoco. Es una embriaguez impersonal, negativa, y de conquista demasiado fácil; busco la embriaguez una exaltación y no una disminución de la vida.»

«No tengo costumbre de ser discreto más que con aquello que se me confía; en cuanto a lo que logro saber por mí mismo, mi curiosidad, lo confieso, no tiene límites

«Sentir mi primera lección mal comprendida había estimulado mi deseo de aclarar de forma diferente y con más fuerza las siguientes; me vi llevado, de ese modo, a proponer como doctrina aquello que no había hecho, en principio, más que aventurar a título de ingeniosa hipótesis. (…) Lo que de nuevo tenía yo que decir me pareció tanto más urgente cuanto que encontraba más dificultad en decirlo, y sobretodo, en hacerlo comprender.»

«No sé yo hacer en mí las distinciones y las reservas que ellos pretenden establecer, y yo sólo existo en mi totalidad. No pretendo nada más que lo natural, y, ante cada acción, el placer que consigo por ella es para mí la señal de que debía hacerla.»

«-¿Por qué -le dije- usted que vive su sabiduría no escribe sus memorias, o simplemente -añadí al verle sonreír-, los recuerdos de sus viajes?
-Porque no quiero recordar -respondió-. Si lo hiciera, creería impedir al futuro llegar y hacer ganar terreno al pasado. Es del perfecto olvido del ayer del que creo la novedad cada hora. Jamás me basta el haber sido feliz. No creo en las cosas muertas y confundo el no ser ya con el no haber sido nunca.
Me irrité con esas palabras, que precedían demasiado mi pensamiento; hubiera querido echarme atrás, detenerlo; pero en vano buscaba contradecirle; y además me irritaba contra mí mismo más aún que contra Menalque*. Permanecí, pues, en silencio. Y él, tan pronto yendo y viniendo a la manera de una fiera enjaulada, tan pronto inclinándose hacia el fuego, tan pronto se callaba por largo tiempo, luego, de pronto, decía bruscamente:
¡Si al menos nuestros mediocres cerebros supieran embalsamar bien los recuerdos! pero éstos se conservan mal; los más delicados se despojan, los más voluptuosos se pudren; los más exquisitos son los más peligrosos luego. Aquello de lo que uno se arrepiente era al principio delicioso.«
*aka Oscar Wilde

«Pienso que hay fuertes alegrías para los fuertes y débiles alegrías para los débiles, a quienes las alegrías fuertes herirían.»

7 comentarios en «El inmoralista / André Gide»

  1. De Gide leí Los alimentos terrestres, o algo por el estilo, en una edición de Losada. son textos cortos, interconectados,prosa poética, sobre la vida del poeta caminante, enamorado de la vida, el paisaje bucólica y de algún labriego fuerte con mucho olor a cebolla.
    BUena lectura.
    Así que esta que reseñas parece ser también una lectura sin pérdida de tiempo.
    saludos

  2. ¡No me dejan ser bueno!

    Dostoievski es ENORME.

    «leí los Apuntes del subsuelo de
    Dostievsky
    en una biblioteca de El Paso
    después de pasar la noche
    en un banco de la paza
    durante una tormenta de
    arena.
    cuando terminé ese libro
    supe que tenía un largo
    camino como
    escritor.»

  3. ¡Qué maravilla esas librerías de viejo! Me la apunto, en Madrid sólo conozco la cuesta de Moyano, suelo pasarme cuando caigo por allá.

    Y si viene usted por Sevilla, por supuesto que está invitada a unos cubatas… y a un polen bastante decente 😉

    De Gide tengo apuntado para leer un año de estos «Los monederos falsos», que la incluía Borges en su «Biblioteca personal».

  4. Katrina en librerías de segunda mano , ¿efecto de la crisis? O vieja pasión. Muy buen aspecto tiene la librería e imagino que muy buenos libros también.
    Sube una foto de los libreros.
    De Gide nada , pero prometo buscarlo.

  5. No conozco demasiado a este autor del que sólo he leído (creo) Viaje al Congo que seguro que no representa su faceta más literaria. Buena pinta este libro (y me ha encantado tu recomendación sobre a qué precio comprarlo; prometo pasar algún día por Fernando el Católico a ver si encuentro la librería).

    Un abrazo y a ver qué nos dices del libro de Bolaño.

  6. mariano: sí, la verdad es que es bastante poético el notas.

    C.Chase: ajajaaj mejor que no te dejen. Así te lo pasas mejor, y tienes excusa. El día del libro caí, como buena compradora de libros compulsiva, en una oferta de 3×10€. Entre ellos cayó «El jugador», así que antes o después aparecerá la reseña por aquí.

    Redwine: Ohú, yo le creía gallego. jajaja. No me pregunte por qué. Lo tendré presente.

    Leox: ajajjaja ahí le has dado. A parte, como me ha dado con lo de la encuadernación, ando a la busca y captura de ediciones a las que les pueda hacer un lavado de cara. 🙂

    Gww: Bolaño está ya a puntito, a puntito. Pásese, sí, ya evrá qué bien organizadito que lo tienen.

    ***

    Besos y abrazos pa tós!!!
    Ah! Y felíz día del libro, con retraso.

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