La belleza agnóstica / Noel Toscano

Cubierta de «La Belleza Agnóstica», de Noel Toscano. Autoeditado, impreso en la clandestinidad, 2024.

La belleza agnóstica es una joya impresa en la clandestinidad —según se indica en los créditos— escrita por Noel Toscano: en la literatura el rookie del año. Y elijo la palabra «literatura» por encima de la de «libro» porque esta movida es puro arte del que se lee apretando los dientes.

Cuando alguien que se ha pasado «la calle» tropecientas veces decide ponerse a escribir, siempre es motivo de celebración para quienes cumplen con el perfil lector en el que me incluyo. Pero si además resulta que quien escribe tiene una capacidad de observación extraordinaria y lo suelta todo con una soltura e ingenio que solo pueden ser innatos —ni con doscientos cursos de escritura, niño— pues entonces ya es un puto festival.

Y esta primera parte de la «Trilogía Latidos» lo es. Se compone de 37 capítulos, de no más de cuatro páginas. Por cada golpe de cora te insufla una historia en vena, dosificando y entrelazando intrigas; donde cada fragmento corresponde a un latido más o menos extenso (más o menos intenso).

Menuda sorpresa esto que se ha sacado el Toscano de la manga; aunque mayor sorpresa será para las personas que lleguen a este libro sin conocer al autor de nada. Para quienes lo tenemos fichao desde hace más de una década el impacto es menor, ya sabíamos cómo escribía rap; pero es que esto es superior aun.

A Henry Miller le molaría esto, y a Lorca casi fijo que también, qué queréis que os diga. El Cillian, La Aitana, el Clavo, el Chory o el Cándido son personajes que se convierten en personas reales una vez son inventados (o construidos o recreados) por alguien que es capaz de presentarlos y describirlos de este modo:

«El Cándido es bregado y áspero, gitano cruel y salomónico, fornido y de calor taurino, cara de infierno, piel tostada por aquello del infierno quizás, por su raza egiptana quizás. Los Paletas, por lazos familiares, y que tenía un puntito bien llevado en los Bima de Marqués de Vadillo, le dieron arrope y ocupó uno de sus puntos en la Celsa que tuvieron que echar al anterior por terminar enganchándose y no era de raza, que los gitanos que son muy payos o grandes aciertos o grandes fallos».

Puedo hacer un listado largo de autores bestsellers que no son (ni serán) capaces de juntar palabras así ni de plantarte ante un personaje de esta forma en toda su puta carrera. Pues porque no han mamao lo que él ni el talento les venía de serie.

Podría ser que a Toscano no le mole que le pongan etiquetas a su escritura, pero para mí tiene todo lo necesario para meterle en el (magnífico) saco del realismo sucio del bueno. Del superior. Joder, y es que encima es de aquí de Madrid (perdonad, pero me vengo arriba); aunque lo de las coordenadas es indiferente. Pasa como con Gómez Escribano, que aunque te esté hablando de un lugar concreto (Canillejas), lo que cuenta es extrapolable a muchas otras ciudades con realidades paralelas a las suyas.

«Circulaban los coches y los autobuses en ese agosto endémico y dilatado donde las oficinistas se transforman en sirenas y los gatos callejeros ven menos cuerpos encadenados desde sus tejados. De quince a treinta días al año, la esclavitud es abolida intermitentemente y las costas se llenan de veraneantes excitados disfrutando más las estrellas de un hotel que las de la luna, amando más a las mujeres que no poseen como zorras buscando gallinas invisibles».

Las penurias y los vicios son universales, y el abanico de perfiles que se asoman por estas páginas también. Peña sobreviviendo como puede o como quiere, buscavidas de todo tipo: psicópatas, camellos y yonquis, manguis y ladrones, chavalas y chavales en busca de emociones, nazis y viejos nostálgicos y —cómo no— algunos raperos y graffiteros.

Desde «la blanca en la mesa, será una luz…» hasta «vamos a hacerlo bien para que salga mal» habrán pasado veinte años, durante los cuales Toscano ha seguido soltando temas y letras, manteniendo el perfil bajo, siempre difícil de ver, alejado de los ambientes más raperiles, pero respetado y admirado por la mayoría. Yo que sé, que no lo digo yo, lo dice mazo gente:

Reportaje-documental adelanto de BIC Cátedra, en el que se entrevista a todas las colaboraciones de la próxima referencia del MC madrileño Toscano, editada desde Entik Records.

Lo mismo a los que salen ahí sí que les hacéis caso. Entik Records ya lo mencioné en Atlas Rider (de Idriss Mouhoub a.k.a Drisket). Muchas de las reapariciones de Toscano han venido con las produs de Drisket y a través de Entik Records.

Siendo Toscano, estaba claro que también tendría que haber referencias al «mundillo» en La belleza agnóstica, porque si no… ¡Imaginaos el disgusto que nos íbamos a llevar! En relación con esto lo primero que hay que destacar es la dedicatoria del libro: «Para Gatta Cattana, Jota y el Sae» (DEP💔). Un detalle muy bonito que, a mi parecer, aporta muchísimo valor. El «Latido 36» se titula «Jota», y hará las delicias de la peña, especialmente de la más veterana. Merece la pena leerlo.

Y hay dos «latidos» («pulsaciones» en este caso) cuyo autor no es Toscano sino Joka Jr. Suárez (Guante Blanco): siempre han ido de la mano. El relato del Specka es uno de mis favoritos del libro. Chapó ahí, si bien tampoco me sorprende que Joka escriba así. Dejo un fragmentillo al final de la entrada, y aquí un puto temazo en el que salen ambos, no puedo evitarlo):

A la vista está que Noel ha aprovechado sus tiempos alejado de los focos. Lo que sea que haya cultivao para decidirse al fin a pasarse al papel impreso está dando sus frutos. Entiendo (por lo de Trilogía latidos) que habrá otro par de entregas más: me entusiasma y me genera ansiedad. Confío en que llegarán, sácalos, por dios, Noel: La belleza agnóstica es realmente buena. Si me obligasen a elegir algún «latido» favorito bajo amenaza de muerte, porque es muy difícil decidir, quizá diría que el 13, o el 31, o el 32…

Pero ponle alguna pega, dirán quienes anden siempre buscando pegas a todo (—Hola, ¿es ahí el departamento de mimimimi?). No lo he dicho antes de forma explícita, pero con lo de «impreso en la clandestinidad» creo que se sobrentendía que se trata de un libro autopublicado, y muy digno, pero una pasadilla de corrección ortotipográfica le hubiera venido bien.

Si yo fuera vosotras lo pillaría (os lo dejo aquí a huevo), porque dentro de unos años podréis presumir de tener la primera edición. Joder, es que si alguna vez montase una editorial esta sería una de las movidas que me fliparía sacar. Al Toscano. Y al Joka, joder.

«Ese portal extenso y luminoso de estos viejos y medio nuevos, que supuran en el centro y cetro oscuro de Madrid. Donde los ludópatas pierden la cabeza con la ruleta de corazones, los sombrereros locos viven y beben cartones entre los cartones y Alicia es una puta que vive en la calle Maravillas».

«En definitiva, las luminosas y los marroquíes pulían goma en los sectores de las esquinas del otro lado de las ventanas, las luces azules desplegaban inseguridad en los morantes de la comunidad, un rapero neoclásico medio jorobado con tics nerviosos y ojeras de búho iracundo, que cuajaba por la zona como niño y peonza, decía que el Barroco es sangre —es bonita la sangre— y había que bajar a buscar a una puta sin dientes».

«Si ‘cien años daría por un solo año de niñez’ dijo alguien, nos solemos dar cuenta tarde. Puede parecer que inhalar cocaína a los 13 años es parroquiano y unilateral, que nunca pasa porque ha pasado alguna vez, pero Marquitos se puso su primera linea en esa transición de medio niño a medio hombre, de chinorri total».

«Los edificios carnívoros, la pobreza respirando en el viento junto a la tecnología cara y el Palacio Real escupiendo desigualdad con la belleza de Madrid».

«Todos los pueblos tienen un pozo oscuro. Ahí los chavales se asoman y sienten cómo el miedo les sopla en la nuca por primera vez. No es un miedo paralizador, todo lo contrario, es un miedo que nace debajo de los huevos y te hace cosquillas en las plantas de los pies.
Eso era el Specka en el pueblo grande, cabezón y lleno de caspa que es Madrid. Solo que después de asomarse, ese miedo ponía el culo en pompa y muchos de los chavales saltaban de cabeza, sonriendo como canguros desencajados, y se podían tirar 6 años ahí abajo, criando madrigueras cáusticas entre los dientes y abriendo agujeros de gusano en el Tous desteñido de sus viejas.
Un exorcismo químico y rítmico al que agarrarse cada fin de semana. Aunque expulsar unos demonios para meter a vivir a otros no se puede considerar un trato muy inteligente contigo mismo, lo hacían finde a finde, hasta que el resto de los días de la semana solo era un trámite pegajoso y borroso en la parte trasera de la cabeza».

2 comentarios en «La belleza agnóstica / Noel Toscano»

  1. Se ve magnífico. Hay algo que quería comentar, con el estilo con el que escribes estas reseñas….. y el libro pa cuando y el libro pa cuando…
    Me encantaría leer un libro tuyo.
    Mil gracias por tanta información.

  2. Como siempre que leo tus reseñas, me entran ganas de salir corriendo a comprarlo.
    Gracias por manera de escribir.

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