El Satiricón / Petronio

He aquí un romano.
Se dice, se comenta, basándose en textos de otros que el tal Petronio fue un menda de la época de Nerón, y coleguita de éste. Ahí, de banquetes y fiestas con el jefe, como pa no. Por lo que he leído hay referencias a este tal Petronio (aunque su nombre se ha hallado escrito de muchas formas distintas) de la época. A Cayo (o Tito) Petronio Niger, también se le conocía como Petronio Árbitro (nombre que procede de Arbiter Elegantiae, árbitro de la elegancia), porque el pive debía de ser (o aparentar) bastante elegante y con buen gusto, y por lo tanto era el encargado de montar la mayoría de saraos en la corte.

Sin embargo los días de notoriedad terminan, sobretodo cuando la envidia de otros entra en juego, y es acusado de conspirar contra Nerón, como Séneca. En vista de los acontecimientos y para demostrar su inocencia (o por acojone, digo yo, ante represalias) decidió suicidarse, que por aquellos tiempos estaba a la orden del día. Y hasta aquí el camino de nuestro amigo Petronio.

En cuanto a la obra, tener en cuenta que se trata de fragmentos hallados. Por lo que he leído (aquí) «se componía de veinte libros, de los cuales se conservan los libros XV y XVI y fragmentos del libro XIV». La mayoría está en prosa, pero también hay un fragmento en verso. No he leído a Ovidio, pero en varias de las fuentes consultadas los comparan, así que, pa los clasicones: podéis echarle un vistazo. Eso sí, no es nada del otro mundo.

Lo que más me ha llamado la atención son las referencias a acontecimientos históricos (mola cómo se mete con los persas en plan tachándoles de julapas remilgados que vienen a atacarles) y el retrato de la sociedad de la época.
El protagonista es Esclito, un prenda al que le va la pluma y el pelo, la carne y el pescado, y a poder ser que estén tiernos. Pero vamos, que se enamora de todo quisque, y esto nada más que le acarrea problemas tanto con los hombres con las mujeres. Es lo menos interesante del libro, sin duda. Las escenitas de celos me repugnan un poco.

El rollo de los banquetes es para tenerlo en cuenta. Hay un fragmento en el que se presenta a un mandatario, nuevo rico, que les invita a un banquete ostentoso pa mear y no echar gota. Un charlatán del tres al cuarto de esos que te imaginas servido en una bandeja con una naranja en la boca. A lo cerdo. (Gracias a Astérix y Obélix por fomentar mi imaginación de la época).
También me gustó la historia de un viejo con muchísima herencia que dejar, al que todos los de alrededor lisonjeaban pensando en un futuro prometedor. Pero más sabe el diablo por viejo que por diablo, así que como cláusula para sus herederos impone el tener que comerse su cadáver antes de disfrutar del usufructo. (No sé si es válido utilizar «usufructo» en este caso, si desean salir de dudas consulten con gestión tributaria, 901 33 55 33, esto es soporte informático). La verdad esque la «gracieta» del prenda me ha recordado al final de El Perfume (Suskind), sólo que sin oler bien.

En resumidas cuentas, no ha estado mal, sobretodo por el contenido moral del libro (creo que ya tienen ustedes bien caladas mis preferencias). Pero no lo consideraría como imprescindible.
Basándose en El Satiricón también podemos encontrar ilustraciones de un tal André Derain, del cual no tengo ni puta idea pero lo mismo alguno de ustedes que entienda de arte sí que saben quién es. Quien sí que supongo que sabemos todos quién es, es el señor Federico Fellini (el jamao). Éste hizo una película homónima al libro, de la que podéis encontrar fragmentos en youtube y supongo que estará para descargar en Emule o similares. Al final os dejo uno de ellos.

Sin más dilación me despido y aviso que tengo la siguiente entrada ya transcrita (yuhuuuu!!!!), con lo que espero no retrasarme demasiado en actualizar. Le llevo mucha ventaja al blog, estoy por terminarme el siguiente al ya transcrito del que, adelanto algo, se trata de una novela de Martin Amis (la segunda que cae por aquí).

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«-Audaces mortales, ¿quién os enseñó el arte del engaño y el latrocinio? Compasión me inspiráis, porque nadie echó nunca impunemente una mirada sobre nuestros misterios impenetrables. Tanta divinidad protectora hay en este país que abundan menos los hombres que los dioses. Pero no me anima el deseo de venganza. Vuestra edad me hace olvidar la injuria, y quiero calificar la falta no como crimen irremisible, sino como disculpable imprudencia

«Mandar es muy grato, pero penoso obedecer. Gusto de hacer lo que me place, y creo que un corazón magnánimo debe perdonar las ofensas. Vence dos veces quien perdona al vencido.»

«Verdad es, por desgracia, que vive más el vino que el hombre, de modo que debemos empaparnos como esponjas. El vino es la vida, y el que os ofrezco es opiniano legítimo. No se lo di tan bueno a los convidados que tuve ayer.»

«el pueblo hoy es así: valiente como un león en casa y cobarde como una zorra en la calle

«Creedme: cuando el flato del abdomen o del estómago se sube al cerebor, todo el cuerpo padece. Yo sé de quien se ha muerto por demasiado escrupuloso.»

«Si eso es un hecho real, no es materia de controversia, y si no lo es, no es nada

«Hay quien ve con desvergonzada tranquilidad a su mujer prodigar caricias lúbricas a veinte adoradores. Pero ved cuán acicalada va: perlas y esmeraldas refulgen en su frente, y transparentes velos dibujan los contornos de su cuerpo, sin ocultar sus más íntimos encantos. Más casta aparecería a los ojos de los presentes si se atreviese a despojarse de tan tenue ropaje y se mostrara desnuda completamente

«Soy un hombre como los demás y llevo la frente bien alta, pues no debo nada a nadie. Nunca me he visto ante la justicia, ni un arredor me ha dicho en el foro: Págame lo que me debes. He adquirido tierras, tengo plata en las arcas y doy de comer a veinte bocas, sin contar la del pero. He comprado la libertad de mi mujer para que ningún amo tuviera ya derecho a secarse las manos en el pecho de ella. Me han conferidao gratis la dignidad de sextunviro, y después de muerto no me avergonzaré de mi conducta en este mundo. Tú, en cambio, andas tan mal que no te atreves a mirar detrás de ti. Ves la paja en el ojo ajeno y no la vida en el tuyo. Tú sólo te ríes de nosotros, ¡y pensar que no eres sino un mocoso que aún tiene la leche en los labios. (…) A mí me importa más mi conciencia que todos los tesoros de la tierra. Nadie me ha reclamado dos veces una cosa debida

«¿A qué me aturdes con tus lloriqueos, pellejo? A ver si te hago llorar con motivo.»

«Inmediatamente me acosté con mi amado Gitón, y, como manjares y vinos habían encendido en mis venas un fuego devorador, no pude extinguir éste sino a fuerza de voluptuosidad.
¡Qué noche, oh dioses! En aquel mullido lecho nos devoraba la sensualidad. Uníanse frenéticamente nuestros labios, a los cuales se nos subía el alma. Olvidados del mundo, deseábamos morir de placer.»

«Sumidos nosotros en la lujuria y en la embriaguez, nos nos atrevemos ni a elevarnos al conocimiento de las artes inventadas en otro tiempo. Detractores de lo antiguo, no conocemos más ciencia que la disolución de costumbres, de la que somos ejemplo y precepto vivientes. ¿Qué se hizo de la dialéctica y de la astronomía? ¿Qué fue de la moral, camino recto de la sabiduría? (…) No te asombre, por consiguiente, la decadencia de la pintura y de las demás artes, ya que dioses y hombres ven con más gusto una barra de oro que todas las obras maestras de Apeles y Fidias y demás griegos locos, como ellos los denominan.»

«Más me complacen tus versos que tu prosa, cuando la empleas para expresar deseos semejantes. Eres libertino vicioso, y, como yo tengo mal genio, te aseguro que no han de simpatizar nuestros caracteres. Debo de parecerte insensato o frenético, así es que lo mejor es que evites dar curso a tu desenfreno, o, para hablar más claro , que te largues y me dejes en paz.»

«Para probarte que la muerte no se niega nunca al desdichado que la busca, disfruta ahora del espectáculo que me has estado preparando.
Y hablando así cogió de manos de Eumolpo una navaja de afeitar y, dándose dos tajos en el cuello, cayó a mis pies.»

«Liémonos la manta a la cabeza con la túnica y arrojémonos al fondo del mar.»
(¿sería así el original, o ha sido efecto de la traducción? ¿Por aquella época ya se utilizaba la expresión de «liarse la manta a la cabeza»?

«¿Qué debe hacer el agraviado cuando el culpable viene en busca del castigo? Afirmas que han sido amigos nuestros. Pues precisamente por eso merecen ser tratados con más rigor. Delito vulgar es ofender a un desconocido; pero ultrajar a un amigo es casi un parricidio

«Conmovido me detuve a reflexionar (…) en que acaso la esposa de aquel desdichado, sin figurarse la triste suerte corrida por el mismo, le esperaba en algún país lejano; en que tal vez dejara el náufrago a un hijo idolatrado, ignorante de la catástrofe, o bien a un anciano padre que recibió al despedirse su último beso. Así concluyen los planes de los mortales. En eso vienen a parar sus afanes y deseos ambiciosos

«Hay quien al combatir se cree protegido por las armas, y éstas, ¡oh maldición!, le traicionan, y quien, no obstante encomendarse a sus dioses penates, perece aplastado entre los escombros de su casa. Éste cáese de un carro y se mata; aqquél, demasiado glotón, muere víctima de sus excesos; este otro, harto frugal, termina sus días consumido por la abstinencia. Reflexionado en todas las manifestaciones de la vida, y en cada una hallarás un naufragio

«-¡Oh amigos! ¡Cuánta gente se ha dejado seducir por los encantos de la poesía! Los hay que, apenas consiguen hacer un verso y envolver la sombra de una idea en un diluvio de palabras, se creen ya en la cima del Helicón. Hay abogado, cansado del foro, que busca asilo en el templo de las musas, como en tranquilo y seguro puerto. Cree más fácil escribir un poema que redactar un alegato repleto de citas jurídicas. (…) los pensamientos sobresalientes deben ir como bordados en la obra, como formando con ésta un solo cuerpo

«Ya las deidades de la paz amigas,
desatando de Marte los horrores,
en su fuga siguieron a Pompeyo; la Paz, suave, con la fuerte orlada
de fúbnebre ciprés, hacia el tranquilo
Elíseo vuel; siguenla llorando
la Justicia y la Fe; no lejos de ellas
elévase enlutada la Concordia.
En cambio del Erebo, que se abre
súbitamente como horrenda sima,
vense sumergir innumerables plagas:
las Furias sacudiendo las serpientes
que su terrible cabellera forman;
la Guerra, derramando sus furores;
el Homicidio, la Traición, la Muerte
y el Terror y la Rabia, en cuya mano
diestra refulge la encendida antorcha,
mientras la izquierda embraza el ancho escudo
y sus sangrientos ojos centellean.»

«Súbito, el ronco son de la trompeta
los aires rasga, y la feroz Discordia,
con el pelo eriado, y espumante
la abierta boca, lanza un alarido.
Teme la luz su vista extraviada,
yérguese horrible víbora en su frente,
rechínale la negra dentadura,
su lengua vierte tósigo, su manto
desgarrado aparece, y arde la tea
que se agita en su mano descarnada.»

«Hay mujeres que gustan de los harapientos, y nada excita tanto su pasión como lo el ver a un esclavo o a un criado. El apetito de otras lo instigan gladiadores, carrteros llenos de polvo o historiadores dedicados a divertir al público. Mi ama sería capaz de saltar catorce gradas del anfiteatro para ir a buscar al objeto de sus deseos entre las últimas filas del populacho.»

«La pobreza es la madre de la industria, y muchas artes fueron inventadas por el hambre.»

«En ocasiones los embaucadores son víctimas de sus propias artimañas.
-La prudencia -le dije- debe guiar todas nuestras acciones. (…) Nada más útil que conservar siempre la cordura. Incontestable verdad es ésa, y no lo es menos que nadie corre tan velozmente a su perdición como el que quiere especular con bienes ajenos. Vagabundos y ladrones no podrían vivir si no alucinaran, con talegos y bolsas de oro, a los que han de ser sus víctimas. Los perros se dejan engañar con el cebo del alimento, y los hombres, con el de la esperanza; pero hay que darles evidentemente a morder algo

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6 comentarios en «El Satiricón / Petronio»

  1. Ahora estoy leyendo uno medio relacionado con éste en algunos temas: El Banquete, de Platón.

    Y cuando acabe vuelvo con Los Detectives. La verdad es que me gustó tanto la primera vez que ahora me da miedo que «no sea para tanto». Ya contrastaremos opiniones…

    Bicos

  2. A mí, lo que más me impresionó fue que un texto escrito hace dos mil años resultase más fresco y divertido que muchos libros de hace ochenta años, algo más remilgados, acartonados y vacíos .

    Un saludo.

  3. Leox bienvenida sea!! A mí también me place su asombro y gusto ante mis lecturas. Se agradece.

    Redwine: Ya lo he empezaaado… madremía MENUDO PRIMER PÁRRAFO. ¡En toda la cara! Delicioso.

    Gww: Touché. Lo ha clavado usted.

    Saludos, señores. Y gracias, como siempre.

  4. Sí, ya lo dijo Forrest: tonto es el que hace tonterías, jaja. Y yo fijo que entro en esa definición.

    Madre mía, no paras.
    Yo también leo bastantes cosas, pero tengo que reconocer que hay según qué cosas que no me llaman nada la atención.

  5. Jum…

    Hay mujeres que gustan de los harapientos, y nada excita tanto su pasión como el ver a un esclavo o a un criado.

    Jum…

    Mmmm…

    Uf, mmm…

    Lo que molan algunas cosas según el contexto. ¡A sus pies!

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