Vivir adrede / Mario Benedetti

Un poquito de Benedetti.
Es la primera vez que asoma la cabeza por estos lares pero, años ha, ya hice incursiones en su obra con «El cumpleaños de Juan Ángel» y «Buzón de tiempo». El libro que nos ocupa va en la línea de «Buzón de tiempo», si no me equivoco, que también estaba compuesto de pequeños relatos a diferencia de «El cumpleaños de Juan Ángel» que estaba novelado (muy poética, eso sí).
Leer prosa poética en español original no es, para mí, tan común como quisiera. Y es una pena, porque la sonoridad y rotundidad que pueden tener estos textos no la tienen los libros que estoy habituada a leer.

«Vivir adrede» está organizado en tres partes: Vivir, Adrede y Cachivaches. «Vivir» incluye textos con temática existencialista (cómo me molan), «Adrede» es una temática más social y crítica y «Cachivaches» se dedica a jugar con el lenguaje (donde encontramos algunos temas repetidos respecto a los otros dos apartados del libro).
“Empezamos a hablar a solas porque la nueva obsesión será no olvidar nuestra lengua.”
o
“cuando alguien nos dice que nos vayamos con la música en otra parte, sin vacilar nos vamos, dichosos de que nos siga acompañando la felicidad de sus sonidos.”

Personalmente prefiero cuando trata temas universales (tempus fugit, amor,etc.) que cuando critica cuestiones sociales, religiosas o políticas (fanatismos, injusticias).
“La utopía tiene la gracia de los mitos, la maravilla de las quimeras. Si tenemos ánimo, paciencia y un poco de ilusión, podemos navegar en la barcaza de la utopía, pero no en el acorazado de lo imposible.”
Supongo que habrá mucha gente para la que sea una de sus virtudes mayores, a mí es que me aburre. En serio. Prefiero leer «El Jueves».

Por mi parte me quedo con esos grandes temas generales. Utilizaría también el adjetivo «atemporales», pero quedaría demasiado paradójico siendo uno de ellos el paso del tiempo.
El ayer transcurre sobre el fuego, sobre el mar, sobre la tierra. Nada puede borrarlo, porque es hálito, destino. No hay más remedio que meterlo en la bolsa, y cómo pesa.
El presente es apenas una línea divisoria, una frontera que de poco sirve. Uno la pisa y la pasa, y el avaro futuro nos recibe con su abrazo implacable.”
Y la principal consecuencia: los recuerdos y la nostalgia que nos causa la ausencia de aquellos o aquello que fue y ya no es.
El pasado es la única temporada que crece cada día. Desde el hoy solemos contemplarlo con un poco de angustia. Y nunca está completo. La memoria se queda apenas con fragmentos, que no siempre son los más relevantes. En el pasado hay remansos de amor y pozos de odio. Ruiseñores canoros y cigüeñas mudas. Crímenes y caridades, octubres primaverales y junios congelados.”

Otro de los temas que me tocan la fibra: el silencio.
“Así y todo, para qué negarlo (tal como lo escribí hace treinta años), hay pocas cosas tan ensordecedoras como el silencio.”
Que también relaciona con el pasado en fragmentos como éste:
El pasado es una colección de silencios, pero hay partículas calladas, irrecuperables provincias de mutismo, albas y crepúsculos que quedaron ocultos, más allá de ese horizonte tan poco hospitalario: tallos que nunca más se expandirán en rosas, oscuras golondrinas que se aclararán en uno que otro vuelo”

Y por último, el tema por excelencia: el amor.
Cuando el desamor va matando el amor, al menos hay un alma que se agrisa, un corazón que late con sordina y unos ojos que aprenden a llorar.”
¡Ay! Qué triste,
por dió.

Creo que los fragmentos hablan por sí solos y permiten hacerse una idea de cómo es la prosa de este señor. Que valore cada uno.

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“Los latidos del gastado corazón invaden nuestra noche, pero el insomnio actual tiene otra partitura”

“Tengo lo que tengo y más bien lo que tuve. En mi alma hay un pozo y en mi sangre hay un náufrago. Mis pensamientos quieren por unanimidad llevarme al sacrificio, pero mis sentimientos pagan el rescate y me evado con ellos”

Me aferro al tiempo como si pudiera sujetarlo. Qué pavada, ¿no? Qué epílogo de algo, qué prólogo de nunca. Basta por hoy. Y por mañana.
Chau.”

La alegría sobreviene después de las ausencias, al fin de las nostalgias. Si uno se reencuentra con lo amado y su revelación unánime, es lógico que el gozo nos abrace y a uno le vienen ganas de cantar. Aunque no tenga voz, aunque esté ronco de pasadas angustias.”

“Es bueno de vez en cuando tener delirios. Vienen con su poquito de locura, de enajenación, pero no importa. En ciertas fases nos hacen perder el tino, quizá porque el tino suele ser tedioso.
Los delirios nos sacan del mundo cotidiano, nos arrojan en los brazos de la desmemoria, y así, sin la menor prevención disfrutamos del olvido.”

La sinceridad de la tristeza suele nutrirse del amor; la sinceridad del amor suele nutrirse de la alegría.”

Un comentario en «Vivir adrede / Mario Benedetti»

  1. Me encanta Benedetti aunque por alguna razón me resulta muy dificil reseñarlo, por eso me encanta cómo lo has hecho tú.

    Un saludo y felices lecturas.

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