Visiones y comentarios / Miguel de Unamuno

Feliz década!
Hoy: Unamuno.
Delicioso ensayo. Adoro a estos autores de la generación del 98 (como si fueran muchos, en realidad me refiero a este prenda y a su coetáneo Pío Baroja) que tratan de forma acojonantemente actual esos temas universales como son la política, la fe, el lenguaje o la realidad en sí misma. Me gusta la manera en que su mente procesa lo que le rodea. Es uno de esos libros cuyo texto podría haber sido escrito ayer, o mañana incluso y, por desgracia, no para bien.
Se entiende que a este tío se l e considerara filósofo, tanto si atendemos a al sentido puramente etimológico de la palabra (que he de reconocer, que son suposiciones, algo así como filo=gusto/apego/amor y sofo/sophia=conocimiento, ¿quién no ha leído El mundo de Sofía?) como si atendemos al sentido que se le da actualmente: tipos que se plantean temas como la existencia y, de estos, unos cuantos parecen locos y se drogan). Bueno, de esto último no tengo constancia en referencia a Unamuno. Pero tendría su aquel. Ahí, todo fumao cuando lo de la Universidad de Salamanca y el ¡Viva la muerte! ¡Muera la inteligencia!.

 

Para ir entrando en materia voy a intentar organizar los temas, empezaré por el lenguaje.
Al hilo de la entrada anterior el señor Unamuno parece tenerle un cierto aprecio tanto a la lengua galega como a la portuguesa
«Lo galaico va en el ritmo, en el acento, en la marcha ondulatoria y, a las veces, como oceánica de su prosa, en su sintaxis, con más arabescos que grecas, con más preguntas que respuestas
[por cierto, creo que me siento capacitada para hablar por lo menos en portuñol. Y estoy pendiente de recibir 2 pares de libros en portu… de autores brasileños desparramaos . El clásico «Cidade de Deus», está entre los cuatro.]

 

Ahora que releo los fragmentos sobre el portugués, que pensaba meter, recuerdo que, en realidad, no eran suyos, cagüennn, pero las referencias cruzadas tienen siempre muchísimo encanto. Hay cálculos bibliométricos sobre eso, que-lo-ssse-passs.

Menciona a dos célebres: Valle-Inclán (deuda que tengo pendiente)

«Con un lenguaje galaico, parecía don Ramón del Valle-Inclán estar dictando desde el Finisterre hispánico o tal vez desde la Compostela de Prisciliano -más que de Santiago-, por encima de la mar que une y separa ambos mundos, un habla imperial, idiomática y dialectal, individual y universal. Habla que en su extravagancia lo fundía todo. Y en mucho tiempo se hablará más de él que se estudie su obra
y a Cervantes (sí, también pendiente), bueno, o a lo que supuestamente dijo Cervantes según un tal Rodríguez Marín.
«Mas… quiero condensar: «Y si aparecer es existir, hablar es más aún, porque es vivir», dice mi Pascoães, que profesa culto al lenguaje, al lenguaje hablado -«minha linguagem falada«-, al maravilloso portugués en que nos revela el San Pablo ibérico. ¿Que el portugués es el castellano sin huesos, dicho atribuído a Cervantes? (No recuerdo habérselo leído; Rodríguez Marín lo sabrá, que no yo.) ¡Quia! Y en todo caso, empero, qué carne apretada, jugosa, y a la par -paradoja también, ¿eh?- enjuta, recia. (…) ¡Tener que pedir que se traduzca portugués! ¡Esta traducción sí que es traición!«

Saliendo del ambiente más puramente cultureta encontramos la política. Y es que no podía esperar más para desvelar los siguientes párrafos, tendrían que ser artículos de portada de periódicos de tirada nacional, de verdad.

«En España empiezan a esbozarse dos grandes partidos políticos de turno, el de los funcionarios y el de los parados. O sea el de los ocupantes y el de los aspirantes.»

Y como si estuviera hablando de los actuales parlamentarios:

«Harta tristeza le infunde a uno la lectura de esos debates parlamentarios, que también son reventones de locura colectiva. Porque ¿hay quién lea sin pena esos diálogos de cominería, y de «más eres tú», y de «vosotros lo provocasteis», y de «¿qué pasaba entonces?», y lo por el estilo? Disputas de corral. Y a eso habrá quien llame ¡»exigir responsabilidades»! Mas en nada se diferencia de denunciar envenenamientos de fuentes, unturas de morbos o reparto de pastillas.»

La izquierda, la derecha, los extremismos
«Lo mismo los de izquierda y trasizquierda, que los de derecha y trasderecha, monárquicos, republicanos, comunistas, fajistas, todos los dogmáticos, o séase auténticos. Daría risa si no diera lástima el aire de convicción -¿real?- con que hablan de cambio de espíritu público, de reacción en uno u otro sentido.»

«Se habla de extremismos. Pero entendámonos. El extremismo -o mejor, la extremosidad- no estriba en la doctrina que se profesa o se dice profesar, sino en la manera de profesarla. ¡Esos pobres enfermos mentales, tan peligrosos porque se sienten hondamente convencidos de lo que dicen -aun sin entenderlo-, y más peligrosos aún cuando de lo que tratan es de convencerse a sí mismos de ello y que se gritan para no oír lo de los otros

En varios de los textos aborda la relación entre política y religión, en cómo debería ser y en cómo es.
«Quítesele su religión, su ensueño de limbo, esa religión que Lenin declaró que era el opio del pueblo, y se entregará a otro opio, al opio revolucionario de Lenin. Quítesele su fe —o lo que sea— en otra vida ultraterrena, en un paraíso celestial, y creerá en esta vida sueño, en un paraíso terrenal revolucionario, en el comunismo o en cualquier otra ilusión vital. Porque el pobre tiene que vivir. ¿Para qué? No le obligues a que se pregunte en serio para qué, porque entonces dejaría de vivir vida que merezca ser vivida.»

«No hay que hacer de la religión política, se dice. Pero cabe y se debe hacer de la política religión. ¿Por qué se llama, si no, al copartidario correligionario? Y en todo caso hay que buscar al hombre de dentro, al hombre íntimo, preocupado de su destino individual, del sentido eterno de su vida y que no puede satisfacerse con esa actividad externa de funcionario o de parado, de ocupante o de aspirante.»

Frente a estos asuntos que se desarrollan en grupo (de forma más o menos sectaria), el señor Miguel le dedica parte de sus cavilaciones a aspectos más introspectivos como son la fe, ya no en cuanto a la religión y su aspecto colectivo, o la muerte.
«»Pero vamos a ver: ¿cree usted en la existencia de Dios?, porque quiero saber a qué atenerme.» Y yo de respabilón [sic] le respondí: «Verá, señor mío; para poder responderle a eso adecuadamente, tendríamos que ponernos antes de acuerdo en qué entendemos por Dios, cosa nada fácil; después, qué por existencia -y por esencia-, ya muy difícil, y por último, qué por creer, y como esto es casi imposible, más vale que hablemos de otra cosa ¡Zasca!
Aflora, también, ese pesimismo bajo el que en muchas ocasiones se le ha etiquetado y que, quizás, unido a sus múltiples cambios de opioniones (hay quien lo consideró un veleta) sea uno de sus rasgos más característicos:
«¿Pesimismo? Bien; ¿y qué? Sí; ya sabemos que el pesimismo es lo nefando. Como en más baja esfera eso que los retrasados mentales llaman derrotismo. ¡Se paga tan cara una conciencia clara! ¡Es tan doloroso mirar a la verdad! Terrible, sí, la angustia metafísica o religiosa, la congoja sobrenatural, pero preferible al limbo. Y hay algo más hondo aún y es lo que Baudelaire llamó «un oasis de horror en un desierto de hastío». «

Y finalmente, el último tema, el que consiguió que Unamuno me apasionara con su primera obra, Niebla, la nivola, tantas veces mencionada en este humilde rincón. La matriuska literaria. En esta serie de ensayos resaltaría un párrafo que bien podría proceder de boca de Augusto Pérez durante uno de sus monólogos frente a Morfeo (¿monólogos?) en la novela del mismo…

«ocurre con el escritor -o el creador- y su público, que hay el escritor, el publicista, el orador, tal cual es, tal cual Dios le conoce; el que él mismo se cree ser y el que le cree -o le supone – su público. Y tres públicos: el que sólo Dios conoce, el pueblo tal cual es íntima y auténticamente; el pueblo tal cual cree ser, si es que el pueblo se cree ser de algún modo, si es que le pueblo tiene conciencia de sí mismo, y el pueblo, por último, tal cual le cree el publicista, el orador, el político, el hombre público. ¿Cuáles son los auténticos?«

Ah! Y por último, ahora sí que sí, resaltar el homenaje que le hace al refranero, ése que tanto me gusta.
«Pensadores rurales que piensan la historia íntima de su pueblo a través del lenguaje, del hablar, que es para ellos algo vivo. Su filosofía es la de Sancho Panza, una filosofía de refranero, sentenciosa. El valor de los refranes estriba no en su contenido, sino en su continente, en su forma, que es su verdadero fondo


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«Hojas que se nos van, ahornagadas, amarillentas o rojizas, secas, como las de los álamos de la ribera en otoño, o a perderse en el río o a formar mantilla que abrigue el pie del árbol y abone su venidero follaje de primavera. Y deja uno, desalentado, sin huelgo, esas hojas cotidianas de la prensa, las echa de lado y, mirando al techo del cuarto -no al del cielo-, se pone a soñar despierto. ¿Despierto? Y ve pasar, sellada y consagrada por la muerte, la Santa Compaña. O la estantigua

«Auténtico. (…) En su primitiva composición equivalía al que o a lo que tiene su propio (autos) dentro (entos), al que o a lo que es extrañado, íntimo. El authenta era el que hacía algo por sí mismo, de propio e íntimo impulso. ¿Y sabe usted, amigo mío, lo que quería decir para los más auténticos helenos, como el supremo historiador Tucídiles y el supremo trágico Esquilo? Pues… homicida. Hay una expresión esquiliana que podríamos traducir así: «auténtica muerte consanguínea» y es la cometida por la mano de un pariente de la víctima.»

«El aumento de caudal de nociones y conocimientos científicos, de descubrimientos tales y de sus cambios, es tal, que las gentes no tienen tiempo de digerirlo. Mucho del desequilibrio mental de hoy, de la neurastenia colectiva -que a veces llega la locura-, se debe a que el ritmo del progreso técnico y científico va mucho más de prisa que el ritmo de nuestro espíritu

«Menos mal que todavía en algún remoto y recóndito villorio serrano, por donde apenas si pasa un auto, se pueda encontrar algún pensador rural que conserve una versión juiciosa, serena y honda de la historia, de la historia que le rodea, en la que vive, y de la que vive, y que es para él una verdadera historia universal.»

«Al hablar yo, expuse lo que después he repetido muchas veces, y es que lo de raza, en sentido cultural, histórico y humano, no es una categoría zoológica -como en las castas y variedades de animales, incluso los hombres-, sino espiritual, y que se distingue por una comunidad de cultura histórica que se cifra, sobre todo, en la lengua. Y así, la raza española -hispanoamericana si se quiere- es la que piensa y, por lo tanto, siente en cualquiera de las lenguas españolas. O ibéticas, si se prefiere.. (Una de ellas, la que se habla en Portugal y Brasil.)»

«no hagamos gran caso de lo que dicen los patólogos, que son unos logópatas

«Lo más hondo de ciertas revoluciones llamadas sociales suele ser lo que aquí se llama dar vueltas a la tortilla. No importa que se empeore de estar y de vivir si el que antes estaba encima cae en lo más bajo y muerde el barro. Y es muy natural que al fin surja el robo, pues no se le suele robar por hambre -lo repetimos-, sino por horror al trabajo y por envidia. Así, por envidia

«El 6 de Enero, día de Reyes. Pero en rigor no es así, sino día de Magos. (…) La fiesta popular de Reyes no es, pues, una fiesta específicamente monárquica, sino mágica. El aguinaldo es un presente mágico, de conjuro. Y los que iban a esperar a los reyes, a los magos, iban a esperar salud, sanidad. (…) Alfonso el Sabio sigue, como rey, rigiendo a España, porque fue un mago que nos dejó obras de palabra ceradora y recreadora, sanadora y restauradora. Que sólo la obra mágica, milagrera, de la palabra -raíz de la cosa- resiste al embate de los siglos. Y esa obra mágica, milagrera, se debe al conjuro, al ensalmo, al encanto de España.
Día de Magos; día de Reyes.»

«Habla es la mejor expresión para la obra poética -artística- de quien fue, más que escritor, más que orador, un conversador y un recitador admirable. ¿Lengua? Si la llamara lengua, podría creerse que me refiero a su característica maledicencia. Maledicencia teatral, libre del veneno. Mejor acaso llamarle idioma. O dialecto. Entendidos estos dos términos a derechas, en su originaria significación: idioma, propiedad; dialecto, lenguaje conversacional, original. (…) Porque dialecto no quiere decir algo subordinado e inferior, como aprecen creer no pocos paisanos de Valle-Inclán, y míos, y catalanes. La lengua imperial y la más original se hace idioma cuando el que la usa se la apropia, se la personaliza, y se hace dialecto cuando es de veras hablada

«La… llamémosla literatura comunista y su contrapartida, la supuesta literatura antimarxista -ni unos ni otros entienden palabra de marxismo-, son las dos caras -o si se quiere la cara y la cruz- de una misma trágica deficencia mental.»

«Y ahora ¿cómo destruyen iglesias? Es que en ellas no descansan ya sus muertos. Los echaron de ellas; y no sólo en cuerpo, sino en espíritu. Ya no se acoge en ellas, en la Iglesia, a todos, absolutamente a todos los que vivieron y viven,sea cual fuere su creencia o increencia. Una religión que dice que fuera de ella no hay salvación es que se condena a muerte espiritual perpetua a éste o a aquel. Establece el infierno como se establece la pena de muerte corporal, por policía. Y de una religión policíaca, diabólica, que se propone ser, no consuelo para todos, buenos y malos, sino garantía y estribo de seguridad para el orden civil, social, político y jurídico del reino -o república- de este mundo, de esa religión que siente el pobre acongojado por la miseria de este mundo que es una farsa

«He visto que se ha puesto una placa en la casa de la calle Montera donde primero se estableció la Academia de Medicina. El domicilio en que hoy se halla, y donde estuve ese día, es una especie de palacio que se edificó no hace muchos años sobre el solar en que estuvo antaño la Biblioteca Nacional. Y por eso la calle se llamaba calle de la Biblioteca. ¿Antañao? Un antaño para mí vital, un antaño que viví y sigo viviendo. Con más intensidad acaso que mi hogaño.»

«¡Bendito siglo XIX, el napoleónico, el liberal! Estúpido le ha llamado alguien. ¿Quién sabe si en 1980 no se le llamará al siglo XX loco o energuménico? En este siglo, que se anuncia antiliberal, antiindividualista, ¡qué absurdasindividualidades -no personalidades- se alzan como exponentes de colectividades sin juicio! ¿Es que cabe nada más impersonal, más borroso, que ese pobre Führer, un deficiente mental y espiritual? ¿Cómo se puede fascinar a una masa humana -no digo pueblo- un sujeto de tan escandalosa ramplonería?«

7 comentarios en «Visiones y comentarios / Miguel de Unamuno»

  1. hola, Katrina!!!
    Qué gusto saberte viva!
    Pessoa es tan bueno, y la verdad es que en castellano es muy difícil apreciarlo porque ese humor tan delicado y elegante que frasean sus personajes (esto en prosa) no se recupera mucho en las traducciones. Es como muy visto como pensador, y se olvidan que es poeta ante todo. En cambio, los poemas siempre fueron bien traducidos, y aunque en portugués son una cosa y en español otra, las dos están bien.
    Unamuno es un autor que he pasado años leyendo en fragmentos, casi todo subrayado y gran parte pasó a ser parte de la pared del baño o la habitación, hay ya un par de lo que anotaste que puede ocupar estos sitios también.
    Buenísimas lecturas y lo mejor es que fueron disfrutadas.
    Besos grandes

  2. "…el ritmo del progreso técnico y científico va mucho más de prisa que el ritmo de nuestro espíritu."
    Qué gran verdad, y cada vez es más cierto…

    Me quedo a la espera de conocer a esos "desparramaos" brasileños. Una vez leí en portugués un librito de Jorge Amado: As mortes de Quincas Berro D’Aigua (o algo así). Muy divertido, y gana leído en su idioma original, pero requiere ganas y un diccionario.
    Y hace poco leí un cuento (traducido) de Rubem Fonseca. Éste se desparrama bastante…

    Fique bem, beijos

  3. Amigo jordim… acepto recomendaciones. Concrete, por favor.
    No sé qué autores son considerados como minimalistas, fallo con las etiquetas, falta de cultura la mía.

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