Un día más en el paraíso / Eddie Little

Portada de «Un día más en el paraíso» (1997), de Eddie Little. Editorial Sajalín, jul 2019. Trad. Javier Lucini. Colección «Al margen», v.42
Portada de «Un día más en el paraíso» (1997), de Eddie Little. Editorial Sajalín, jul 2019. Trad. Javier Lucini. Colección «Al margen», v.42

Hoy se estrena en el blog un autor que no conocía y al que he llegado gracias a la colección Al margen de Sajalín: Eddie Little, y lo hace con su primera novela «Un día más en el paraíso» (1997). Obra con influencias autobiográficas que narra las aventuras (por decirlo de algún modo) de Bobbie, un chaval de catorce años que vive al límite en todos los aspectos. Literatura feroz (palabra de convicto), que desmenuza una vida cimentada en robos, drogas, lecturas compulsivas, amistad y amor (o algo parecido).

«Los bares ya están a pleno rendimiento a las siete de la mañana. Las alcantarillas, llenas de desperdicios, humanos y de otro tipo. Las putas ya se lo están trabajando, muestran sus tetas, aúllan a los coches que pasan. Moteros, vaqueros y hippies que no se llevan nada bien. De camino al centro presenciamos dos peleas. Es genial».

¿Y quién dices que es Eddie Little?

Eddie Little fue un delincuente y escritor angelino (es decir, nacido en los Ángeles) que dejó publicadas dos novelas antes de fallecer en 2003, con solo 48 años. Su infancia fue bastante chunga, fue un niño del pegamento (inhalaba ya desde los ocho) a quien su padre, maestro de escuela, enseñó a leer retorciéndole los brazos por detrás y apretando más fuerte cuando se equivocaba en algo. Sorprendementemente esto no hizo que odiase la lectura, por el contrario: se volvió una obsesión.

Se escapó de casa con 12 y a los 15 lo arrestaron por primera vez. Su vida consisitó en alternar la trena y la libertad condicional; lo primero le sirvió para escribir Un día más en el paraíso (1997). Posesión, robos, asaltos, fraudes: su expediente no tenía desperdicio. No obstante, intentó salir de todo aquello y -en cierta medida- lo consiguió. En 2001 publicó Steel toes, la secuela de Un día más en el paraíso, obra que (si no me equivoco) no ha sido aún traducida al castellano (en Javier Lucini we trust).

Entre las influencias de Eddie Little figuran Bukowski o James Ellroy, entre otros. Para mí ha sido un gran descubrimiento y confío en que aparezca antes o después la traducción de Steel toes, ¡estoy desando seguir sabiendo de Bobbie!

«He escrito desde que tengo memoria, he escrito y leído compulsivamente. No solo escribo sobre la mecánica de un robo o de lo que sucede cuando alguien tiene una sobredosis, sino de lo que se siente, así que si quieres saber cómo se siente: soy un buen tipo para leer».

Eddie Little en la entrevista de Barnes and Nobles

Fuentes consultadas: Los Angeles Times, Up and Down these mean streets y Encyclopedia.com (educational magazines)

Un día más entre yonquis y ladrones

Un día más en el paraíso presenta a Bobbie, protagonista y narrador, un chavalín de 14 años que se dedica a robar máquinas expendedoras y a ponerse hasta las tapas. Un buen día, uno de los golpes sale mal y termina recibiendo una paliza de muerte. En este momento entra en escena Mel, su salvador, y quien será su guía espiritual en el futuro.

El mundo según Mel no era exactamente un manual de Boy Scout, pero fue sin duda la guía que necesitaba. Antes de Mel, esnifaba speed, me ponía hasta el culo de pastillas, de vez en cuando me pinchaba…, vivía de reventar máquinas expendedoras y de hurtos de poca monta, robaba radios de coche y luego las vendía.

A partir de Mel todo cambia, no porque deje atrás las malas costumbres, sino porque ahora aspiran más alto. Más tienes, más quieres: grandes palos, ropa en condiciones, droga de calidad y en cantidad.

Querer más formaba parte de mi naturaleza, como la blancura de piel, era algo con lo que había nacido y no habría podido cambiar ni queriendo. El Sueño Americano en persona.

Puesto que tanto Mel como Bobbie tienen sus respectivas parejas, Sid y Rosie, los cuatro formarán un combo Bonnye and Clyde al cuadrado. Les acompañaremos mientras persiguen su propio sueño americano al margen de la ley y lo viviremos desde el punto de vista del «pequeño» Bobbie.

Hola soy Bobbie, mitad superyonqui, mitad superlector

Una de las facetas más importantes del protagonista es que Bobbie es un gran lector. Se ventila los libros a la misma velocidad que el pitxu. Es un chaval inquieto (estimulantes a parte) a quien le gusta hiperactivar el cerebro de diferentes formas, la más saludable sin duda es esta: leer.

Como he acabado con Sartre y ya me he leído casi todo Nietzsche, pruebo con Platón para variar. Incapaz de desconectar el cerebro, no dejo de tramar desenlaces para nuestras próximas empresas criminales.

Es buena gente, se define como una especie de Robin Hood, que consigue pasta y drogas de los ricos, para dárselo a los pobres (sus colegas). Tiene su moral y, ¡hasta intenta fomentar la lectura! Un trozo de pan.

-Mira, esto es así, odias leer porque te obligaron a hacerlo en el colegio y el colegio apesta. Enciendes la tele y, zasca, dibujos animados o La isla de Gilligan o lo que sea, y te conviertes en un vegetal, ¿vale? El cerebro se esfuma, ¿entiendes? Cuando me drogo y tal, mi cerebro sigue en funcionamiento; si me pongo a leer, por muy colocado que esté, tengo que tirar de cerebro, imaginarme las movidas, por qué este tío está haciendo esto y no lo de más allá… Es mejor que la tele. Te metes dentro, ni siquiera estás en tu cuerpo. Pruébalo.

Un día más en el paraíso (sorprendentemente)

Me ha flipado, qué decir, rollo Drugstore Cowboy (reseñada en su día) cuyo protagonista sobrevive en un entorno criminal desde pequeño. La narración se hace amena, es una historia realista plagada de diálogos y de sentimientos (rabia, frustración, venganza). Es capaz de reflejar al detalle los temores, carencias y ambiciones de Bobbie mientras este busca el bienestar por la vía rápida. Eddie Little ha conseguido conectar con mi espíritu lector.

Al margen de las situaciones en las que se ven envueltos los protagonistas (la mera acción), también hay que destacar la capacidad de descripción del narrador. Tiemblas, sudas y sales de fiesta con el prota: tanto el retrato del entorno como las sensaciones que transmite en cada instante consiguen que la experiencia sea una auténtica inmersión en ese submundo.

La luz del sol se filtra en nuestra habitación, hace resaltar los granos de la madera lujosa de los muebles, recorta la cama y santifica el rostro de Rosie. Sigue profundamente dormida y parece que tiene doce años. Siento que me va a estallar el pecho. Demasiado sentimiento que no puedo identificar y que no creo poder contener. Quiero hundirla en mis entrañas, protegerla de la vida, pero sé que es imposible. Da igual lo que haga, todo es una tirada de dados, unas veces se gana, otras…

Libro que he devorado (como me ha ocurrido hasta el momento con todos los libros de esta colección) y recomiendo a quienes gusten las historias de realismo desfasado, con personajes asalvajados y situaciones peligrosas (criminales hablando de criminales, véanse, Edward Búnker o James Fogle por ejemplo). Y si, además, se lee tan bien ¿qué más le puedes pedir?

Pues que traduzca alguien Steel toes ¡copón!


Fragmentos de Un dia en el paraiso

Coge a cualquier chaval del gueto, dile que el odio es la respuesta, dile que todo lo que va mal en su vida es por culpa del hombre blanco y de los judíos, y ya tienes a un hijoputa igual de ignorante que el blanquito de turno.

Todavía no hace un calor mortal, en realidad el sol acaba de salir a currar. El aire se está humedeciendo, se vuelve más empala goso, y el asfalto, al ablandarse, comienza a desprender vaharadas de calor. Los tábanos, pedacitos volantes de pura maldad, salen a cumplir su misión

-Los gilipollas, chaval. Los gilipollas son el puto enemigo. La gente que pone en peligro tu vida, la gente que hace leyes estúpidas y luego son los primeros en no cumplirlas…, los idiotas que ilegalizaron los narcóticos…, algunos de los comemierdas con los tenemos que tratar, esos son el enemigo. Seres humanos que actúan como chacales, negros que odian a los blancos y paletos blancos que odian a los negros…, los putos vaqueros que odian a los indios. Una panda de gilipollas. Ya me entiendes.

Un hippie se abre camino hasta nosotros y nos ofrece un puñado de botones de peyote. Está de camino a otro planeta y nos dice: -Comeos esto, niños, permitíos volver a nacer, masticadlos, tragadlos y activad la luz fantástica que anida en vuestro interior. Algunos de los escritores que he estado leyendo decían antiguos griegos y romanos sabían de verdad cómo liarla. Pero os que aseguro que si conocieron placeres que nosotros no llegamos a experimentar aquella noche en la fiesta, es que no merecían la pena.

Barra libre. Hierba y hachis circulando sin cesar al ritmo de música rock y mariachi. Pintura fosforescente en las paredes. Luces negras y estroboscópicas. Chicas desnudas y peleas a puñetazos.

3 comentarios en «Un día más en el paraíso / Eddie Little»

  1. Gracias, pero no es mi estilo, me provoca angustia leer estas realidades existentes y estoy mayor para leerlo.
    Saludos

    1. Gracias a ti por leer aunque sea la reseña. ¡Espero acertar con algunas de las próximas! Un saludo. 🤗

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