Shakespeare nunca lo hizo / Charles Bukowski

Creo que este es de los poquitos libros que no sean de poesía ni de relatos (publicados por Anagrama) que no había leído.
En esta ocasión se trata de una especie de libro de viajes puesto que relata sus andanzas durante el primer viaje a Europa (ignoro si hubo más, pero por si acaso…) en compañía de Linda Lee. Estas notas van acompañadas de fotografías que se fueron tomando a lo largo del viaje y, aunque sean en blanco y negro en plan fotocopia, merece la pena verlas. Algunas de ellas son las típicas fotos que aparecen por Internet y dices ¿dónde saldrá esto? Apartándome un poco del tema, tengo otro libro también de Buk que me regaló un amigo (#FreeBBB) que ese sí que son toooodo fotos. Se llama «BUKOWSKI: Una vida en imágenes», por si a alguno le interesa.
A parte de las fotos, el libro incluye un epílogo con poemas. Si hubieran venido en bilingüe ya sería la caña.

El viaje comienza en París, ciudad donde aterrizan.

«No hubo mucho más de camino para allá: a Linda Lee y a mi nos acusaron de fumar porros. Después de unos veinte o treinta minutos largos convencimos al capitán, o quienquiera que fuese, de que no estábamos fumando porros. Nos bebimos todo el vino blanco del avión, después todo el vino tinto. Linda se fue a dormir y yo me bebí toda la cerveza del avión.«

A partir de ahí se van dejando llevar por su agente y todos los compromisos que tienen que atender: entrevistas, recitales de poesía, programas de televisión, etc.

«Las entrevistas matinales siempre eran las más duras, resacoso, intentando tragarme la cerveza. No, no tengo ni idea de por qué soy escritor. No, mi obra no tiene un significado especial que yo sepa. ¿Céline? Oh, claro. ¿Por qué no? ¿Si me gustan las mujeres? Bueno, a la mayoría prefiero follármelas que vivir con ellas. ¿Qué creo que es importante? el buen vino, la buena fontanería y poder dormir hasta la tarde por las mañanas. ¿Que si de verdad me molestáis? Claro que sí. ¿Esperáis que empiece a mentir a los 58 años? Invitadme a una copa. No, no fumo porros. Esto es sher bidi de Jabalpur, la India…

Uno de los últimos entrevistadores fue el jefe de los punkis de París. llegó metido en un traje de cuero con cremalleras por todas partes. Dijo que estaba deprimido, que necesitaba un chute de caballo para seguir tirando. Le dije que no llevaba. Tenía una grabadora. Bebimos cerveza con cubitos de hielo. Yo le entrevisté a él mientras él se subía y bajaba las cremalleras. Yo estaba cansado de ser entrevistado. Le pregunté si su madre aún vivía, y varias cosas más. Una de las cosas más bonitas que dijo fue que le gustaba la polución…«

 Todo el viaje, está regado en alcohol como no podía ser de otro modo.

«No hay nada como beber para sentirse como en casa en cualquier parte; la botella no necesita de idiomas.»

Los trayectos en tren… buffff ¡qué peligro! El TREN. Ese medio de transporte en el que nos envuelve una nostalgia irremediable y en el contamos con una libertad adicional en relación al resto: los paseítos por los vagones, el vagón restaurante y poder fumar (de aquella).
Por experiencia propia durante cualquier trayecto largo encerrado con desconocidos, y siempre que corra el alcohol, puede ocurrir cualquier cosa. Una noche que podría haber pasado inadvertida para nuestra memoria en un futuro, puede transformarse en inolvidable simplemente por lo transcurrido en el tiempo que se tarda en volver a casa. Además, hay que tener en cuenta que el tiempo en el que te encuentres en el medio de transporte elevado a la cantidad de alcohol en sangre es directamente proporcional a la posibilidad de que algo excepcional ocurra. Todos aquellos que vivan en la periferia podrán dar fe de ello.

«En el tren a Hamburgo, con mis poemas en la cartera, esperamos al carrito de las bebidas. Nos habían dicho que allí había uno pero no había ninguno. Tuve que ir y volver al vagón restaurante a por vino y cerveza. Jóvenes soldados alemanes, vestidos de civil, pasaban corriendo arriba y abajo, borrachos, gritando; estar juntos les daba coraje y ser jóvenes les daba coraje y ser soldados les hacía sentirse hombres. Me recordaban a una pandilla de marines americanos, No hay manera de librarse de los militares fanfarrones…«

Una de las cosas con la que más flipa es con lo conocido que es en Europa y la cantidad de fans que mueve:

«una pelirroja liberal, una tal Peggy me gustaba, política aparte, nos dijo que saldría por la tele a las seis en punto. La pusimos. ‘El famoso escritor americano llega a Alemania’. Se habían creído que yo era Normal Mailer. No se daban cuenta de que en mi propio país mis libros se publicaban en ediciones de 5.000 ejemplares»

A lo largo de todo el libro te empapas de esa filosofía Chinaski que te atrapa con las primeras novelas. Sólo que esta vez sin supuestos filtros de alter-ego, sino el propio Charles emite sus juicios y reflexiones propias.
Te recuerda el por qué de todas esas peleas que has leído en Cartero, Factotum, Mujeres… e incluso visto en Barfly. Seguramente su personaje también lo haya explicado de forma similar en alguna de las novelas, pero en boca (máquina de escribir) del propio viejo indecente se deja leer:

«Las peleas me resultaban graciosas por una razón: me asombraba que los hombres pudieran enfadarse tanto por tan poco. Yo peleaba sobre todo por inercia, sólo por diversión, y el cabrón de mi oponente se metía realmente en la pelea, completamente absorto, se concentraba hermosa y locamente en matarme

Otro fragmento que me ha recordado a sus novelas, en concreto a La senda del perdedor, ha sido este:

«Siempre tendía a animar al perdedor, y en los acontecimientos espirituales estaba afectado por la misma enfermedad, porque yo no era un hombre que pensara, yo me movía por lo que sentía y mis sentimientos se dirigían a los lisiados, a los torturados, a los condenados y a los perdidos no por compasión sino por camaradería, porque yo era uno de ellos, perdido, confuso, indecente, miserable, mierdoso y cobarde; injusto y amistoso sólo a ráfagas, y aunque estuviera jodido, sabía que eso no me ayudaba, no me curaba, sólo reafirmaba mis sentimientos»

Y, para terminar, el fragmento que he relacionado con la que fue la primera novela que me leí de él: «Mujeres» y, a partir de la cual, caí rendida a su pie de página.

«Un hombre tenía que pasar por muchas mujeres para encontrar a la suya, y si tenía suerte ella estaría ahí. Para un hombre, quedarse con la primera o la segunda mujer de su vida demostraba ignorancia; aún no tenía ni idea de lo que es una mujer. Un hombre tenía que seguir su rumbo y esto no significaba sólo acostarse con mujeres, follárselas una o dos veces; significaba vivir con mujeres durante meses y años. No culpo a los hombres que tienen miedo de hacer esto: supone exponer el alma para que te la arrebaten. Desde luego, algunos hombres simplemente se establecen con mujeres, se rinden, dicen: ya está, es lo mejor que puedo hacer. Hay muchos de esos, de hecho la mayoría de la gente vive bajo bandera de tregua: se dan cuenta de que no funciona del todo, pero no importa, vamos a hacer que funcione, no sirve de nada pasar por todo esto otra vez, ¿qué dan por la tele esta noche?. Nada. Bueno, de todos modos vamos a verlo; es mejor que mirarnos el uno al otro, es mejor que pensar en esto. La tele mantiene unida a más parejas con problemas que los niños o la iglesia. Pensar en todos los millones de personas que están viviendo juntas a disgusto, y odian sus trabajos y tienen miedo a perder sus trabajos, no me extraña que sus caras parezcan lo que parecen. Es casi imposible mirar la fisonomía corriente sin que al final tengas que apartar la vista y mirar otra cosa, cualquier otra cosa, una naranja, una roca, una botella de aguarrás o el culo de un perro. Ni siquiera hay caras decentes en las cárceles o en los manicomios, y el médico que se inclina sobre ti cuando te estás muriendo luce la máscara de un idiota. A mi me disgusta mi propia cara, odio los espejos; nos equivocamos de camino en alguna parte, algún día hace mucho tiempo, y no podemos encontrar el camino de vuelta. Que mierda, eh, colega, que nuestra mierda tenga mejor aspecto que nosotros…»

Así que, para ir finiquitando, tengo que decir que este librito es un complemento perfecto para aquellos conocedores de Bukowski (tanto a los que dejaron de leerle, como a los que lo acaban de descubrir y, por supuesto, para los que estén en pleno apogeo con sus lecturas) que les apetezca acompañarle por su viaje al viejo mundo, donde el escritor (de origen alemán) vuelve a casa en hombros.

Saludos….

PD: Gracias una vez más a los que se han preocupado por este blog durante este tiempo enviándome correos o comentarios y perdón para aquellos que me escribieron en comentarios y no respondí (cosa que suele ocurrirme cuando los leo desde el aviso de correo y no llego a entrar al blog en ese preciso instante)

5 comentarios en «Shakespeare nunca lo hizo / Charles Bukowski»

  1. Esto está de putamadre- Bukowski es de mis poetas favoritos y el iluminador de mi mente desde los catorce años. Leer sus obras es como dar un viaje hacia aquellas verdades que muy pocos poetas saben.

  2. Bukowski es real como la muerte la putrefacción la mierda el sudor, la tristeza , la soledad… la absoluta falta de esperanza, nada de mariconadas literarias, misticismos babosos…..beber es mi respuesta a la nada.
    – Cuanto habrá sufrido este hombre en su niñez siendo un pequeño chiquillo…. siempre pienso en eso cuando veo a alguien tirado por ahí…pienso en el pequeño niño que fueron un día.

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