Puliendo Costo / Carlos Otero

Portada de "Puliendo Costo", de Carlos Otero. Ed. Libros Indie, may. 2019.
Portada de Puliendo Costo, de Carlos Otero. Ed. Libros Indie, may. 2019.

Traigo la reseña de una novela que creo que merece ser conocida: «Puliendo costo», de Carlos Otero (¿o de Hans?). Es una de mis novelas preferidas, el protagonista: inolvidable; la trama: sobre narcos; el estilo: variopinto; el ritmo: cambiante (como la vida misma). Me ha flipado leerla terminada y del tirón, no como venía haciendo. Ahora os cuento.

El germen de Puliendo Costo

Parte de Puliendo costo se fue publicando como entradas de un blog hace muchos años (me lo mostró mi recomendadora de literatura de cacebera) y me hice fan. Hans era un mito y lo ha seguido siendo. Un buen día, el contenido del blog desapareció y quedó solo lo que hay ahora. Nos sentimos un poco huérfanas durante mucho tiempo, no miento si digo que ha sido un tema recuerrente en nuestras conversaciones y que no ha caído nunca. –¿Qué habrá sido de él? -¿Lo habrá borrado porque le iban a pillar? -No tía, es ficción fijo.Pero es que si es ficción ES MUY BUENO. Esta conversación se ha repetido en bucle durante lustros en mi círculo de amistades.

Finalmente, en 2019, volvimos a saber de él, de Hans. No puedo contar mucho más porque sigue en bûcca y câttura, y no queremos liársela. Carlos Otero ha ampliado lo que sabíamos de Hans gracias al blog de Puliendo Costo por medio de una edición de Libros Indie y confío en que la saga continúe.

-Hans destaca, sabes, buen tío asahbi, es difícil ubicarlo, parece que no encaja en ninguno de los perfiles típicos. Un tío seguro de sí mismo. El tío saluda tranquilo a los guardias, habla árabe, mejor que yo asahbi, y llevo años aquí, las palabras que no sabe las dice en español o en francés. Me dio la mano como si fuéramos colegas de toda la vida. Buen tío…

Hans puliendo costo

Puliendo Costo comienza con la presentación de Hans (narrador y protagonista) y su oficio (narcotraficante autónomo).

Sintonizo en la radio la cadena SER de Cádiz, 990hz de la AM. No la quiero escuchar, sólo me interesa el murmullo. Si giro un poco el timón, se pierde la emisora. Sólo tengo que mantenerme en sintonía. Eso me llevará directo al Atlántico esquivando el estrecho. Cuando tengo a la vista el Guadalquivir intuyo a poniente, en la distancia y bajo el brillo de las luces, a la novia del cante, amante del sur, y me la dejo un poco a la izquierda. Hasta pronto Cádiz, si salgo de ésta prometo ver caer la tarde agarrado a una cerveza en la terraza del bar de la Caleta. Ya traigo yo el polen.

Solitario, misterioso, sagaz, poético sin quererlo, amante del surf y del sur: un narco bastante peculiar que se hace querer por amigos (y por no tan amigos en cierto modo, también). El libro cuenta la historia de Hans desde sus comienzos y relata sus aventuras y desventuras personales (pocas) y profesionales (muchas). Hans además de camello es persona, es un tío muy reflexivo y con mucha vida interior. Entre aduana y aduana (o sentado sobre su tabla de surf) acostumbra a divagar sobre lo divino y lo humano. En esos momentos comparte con el lector sensaciones, pensamientos y sentencias personales muy interesantes.

Morirse es más fácil de lo que parece, incluido el dolor fisico de morirse. Una vez que asumes que ha llegado el fin, ya sólo tienes prisa por terminar. Un poco de curiosidad, tal vez, por los títulos de crédito. Y adiós, a otra cosa. Descanso. De morirse, a uno lo que de verdad le jode es dejarse cosas a medias y no haber empezado otras.

Dada la naturaleza de los negocios de Hans, entre sus aventuras no pueden faltar: la cárcel, trucos varios empleados por los narcos, maderos y muchos viajes. Puliendo costo está lleno de viajes mentales y físicos (quizás algunos datos te sirvan como si de la Lonely Planet se tratase).

Conclusiones de Puliendo Costo, de Carlos Otero

Puliendo costo, de Carlos Otero, es (desde antes de estar publicada) una de mis novelas preferidas. Al estar organizada en pequeños capítulos que te hacen saltar de una trama a otra o de un tiempo a otro, en el que cada uno de ellos destila un estilo distinto, como lectora te mantiene siempre alerta y en movimiento. Las comparaciones no se recomiendan, lo sé, pero con tanta variedad de estilos he ido recordando a Henry Miller y a Burroughs, a Baudelaire, a Irvine Welsh, a Martin Amis o a Milan Kundera.

En esta novela con tintes de negra, se presenta una realidad confusa en la que lo que parece ficción seguramente es real, no puede ser de otro modo, ¿no? La forma en que se describen ciertas vivencias por parte del protagonista (y narrador) te inclinan a pensar que todo le ha ocurrido realmente, como si de su diario se tratase. Pecaba y pecaré de crédula, pero sigo pensando que no puede ser ficción: Hans vive, la lucha sigue.

Cambiar de nombre te ayuda a reinventarte, a crearle un pasado a tu personaje, a ir descubriéndolo sobre lamarcha, en tu voz frente a extraños con los que tu nuevo alter ego comparte charla en cualquier avión. Un lienzo en blanco que, aunque siempre acabas emborronando con los mismos trazos espesos y desordenados, no deja de ser un cuaderno nuevo, por escribir.

No quiero dar detalles acerca de la trama por si alguien decide animarse a leerlo, pero no puedo dejar de recomendarlo. Genial. Está claramente en mi TOP de libros nacionales contemporáneos: os animo a que probéis a leer a Hans. Ojalá tengamos más noticias suyas.

«Y me quedo en off, standby, de cartón, me quedo tupi, embobao, ido, mas allí que aquí, zombi, Marichalar, empanao, pingüino. Me quedo en la parra, caído de un guindo, tirao de un helicóptero, amarillo, vegetal, quedao


Fragmentos de Puliendo Costo

iJoder, Hans, pero, cuál es la moraleja hoy?! ¿Pues cuál va a ser, cojones? įDeja esa puta oficina y hazte traficante, que mira qué deputamadre vivo! iQuéhijodeputa, Hans! Pues sí, pero eso es lo que estaba pensando mientras veía el atardecer. No haber preguntado… «

«rememoro la sensación de poder que da tener lo que todos quieren: dinero, drogas, mujeres. La sensación de ser el administrador de la felicidad de los otros y de la tuya propia, bolsillos llenos de felicidad en forma de pastilla o en polvo. La felicidad a mil duros la dosis. -¿Cuánto quieres?»

«Xauen es como la cinta esa que ponian en los pueblos, donde se quedaban pegadas las moscas. La cinta tiene polen y se quedan pegaos los fumetas. Ahora es el típico pueblo-trampa de turistas. A quienes lo conocemos hace muchos años, ahora nos da una mezcla de morriña y asco. Morriña porque en realidad casi lo hemos visto crecer, como a un hijo. Asco da un poco, sobretodo en fechas de vacaciones en España.»


«Timing se llama en el surf. Es ese momento en el que todo tiene que suceder. En el que tienes que mecanizar todos tus movimientos, todas tus sensaciones, toda tu atención y tu fuerza. En el surf, ese momento te pilla ya cansado. Has remado hasta llegar a la ola, luchando contra ella, peleando primero con la espuma, después con las olas que rompen, haciendo el pato, pasando por debajo, hundiendo con todas tus fuerzas la tabla para no salir despedido hacia atrás con la rabia del mar. Un momento de paz al otro lado de donde rompen las olas. Sólo flotar y esperar. Esperar tu ola. La vida misma.»

«El señor embajador, junto a su señora, rodeados de lacayos, protegidos por su cohorte, en la seguridad de su palacio colonial en el centro de su jardín impoluto en el centro del barrio más al centro de Tánger, tratando de parecer sencillos y accesibles, como sin querer ser las abejas reinas de semejante panal, resplandecen entre el blanco cerúleo, él, y el naranja de rayos UVA, ella. Dando la mano blanda con sonrisas blandas, con palabras blandas de trato blando, esparcen su blanda arrogancia entre los sueños blandos de tanto espíritu laxo y mórbido. Diarrea palaciega en la que chapotean cortesanos felices, sintiéndose afortunados por haber sido invitados al gran teatrito de la pose farisea e hipócrita de esta zarzuela de baratillo que anhela ser ópera.»

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