Los desposeídos / Ursula K. Le Guin

Portada de «Los desposeídos» (1974), de Ursula K. Le Guin. Editorial Minutoauro (19 de noviembre de 2020). Traducción de Matilde Horne (1983).
Portada de «Los desposeídos» (1974), de Ursula K. Le Guin. Editorial Minutoauro (19 de noviembre de 2020). Traducción de Matilde Horne (1983).

Hoy regreso con una autora que hizo aparición en el blog no hace demasiado y de quien prometí leer la novela que nos ocupa: hablo de «Los desposeídos» y de Ursula K. Le Guin. Esta es una de sus novelas más famosas y tras haberla leído entiendo el porqué. Puede que, en muchos casos, la encontréis etiquetada como ciencia ficción porque hay viajes interplanetarios y mundos inventados. Sin embargo, más bien es una obra ideológica, una novela utópica, cuya trama permite a la autora enfrentar dos (o más) sistemas políticos diferentes.

Me ha gustado el lenguaje conciso que emplea la autora y el gran peso que tienen los diálogos, lo cual la convierte en una novela rápida, pero no por ello carente de profundidad. Al contrario, son muchos los temas que aborda y, en su mayoría, invitan al lector a que se posicione o, al menos, se mueva intranquilo en su asiento. Me ha encantado.

-Entonces ve en mí…, ¿qué?
-Un ateo peligroso.
-¡Un ateo! ¿Por qué?
-Bueno, porque usted es un odoniano de Anarres…, no hay religión en Anarres.
-¿No hay religión? ¿Somos piedras, en Anarres?

Shevek: el científico desposeído y su viaje a la «luna»

En Los desposeídos, Ursula nos presenta a su protagonista: Shevek, un científico del planeta Anarres. Anarres fue habitado hace dos siglos por un grupo de humanos que decidieron abandonar un planeta cercano (Urras) con la finalidad de fundar una sociedad mejor que la que ahí había. Durante décadas, a través de generaciones, han construido una sociedad de corte anarquista y ningún habitante de Anarres ha vuelto a pisar Urras (ni viceversa) más allá del punto establecido para el intercambio de mercancías interplanetarias.

En este contexto, Shevek se convertirá en el primer habitante de Anarres que viaje a Urras para instalarse durante un tiempo por motivos de estudio e investigación. Shevek es filósofo y físico, trabaja en una teoría unificadora del tiempo que abriría las puertas a ser más rápidos que la luz.

Nota: para los de Anarres ir a Urra es como ir a la Luna; para los urrasti en cambio, la Luna es Anarre. Un OLD BUT GOLD de la humanidad eso de creerse el centro del sistema planetario.

A diferencia del sistema anarquista odoniano de Anarres, Urras se sustenta en un sistema capitalista -de libro-. Por lo tanto, poco a poco, Shevek irá conociendo las luces y sombras de ese nuevo mundo, lo que le servirá también para replantearse algunos aspectos del suyo a través de prismas distintos.

Ustedes ponen otro candado en la puerta y lo llaman democracia

El Yin – Yang de Ursula: Urras y Anarres

Esta dualidad que plantea Ursula K. Le Guin en Los desposeídos, le permite exponer muchos temas esenciales para el ser humano y analizarlos desde distintos puntos de vista. Desgrana las características de dos sociedades opuestas e intenta mantener un cierto toque de objetividad al criticar o ensalzar características de las dos (o más) vertientes que se describen.

El retrato de Urras y Anarres me parece que representa una especie de Yin – Yang: incluso el más idílico de los panoramas lleva asociado algún punto negativo y al revés.

Durante las 462 páginas (de esta edición de Minotauro) la autora se dedica a balancear al lector de un planeta a otro. A pesar de que la historia principal de Los desposeídos parte del viaje de Shevek a Urras, estos capítulos se intercalan con otros que narran cómo ha evolucionado su vida en Anarres (desde la infancia hasta la madurez) y los motivos que le llevan a emprender ese viaje. Es de agradecer que al comienzo de cada capítulo se indique en qué planeta se desarrolla: permite a quien lee apoltronarse más cómodamente y no sentirse perdido.

Ustedes, los urrasti, tienen suficiente para todos. Aire suficiente, lluvia suficiente, pastos, océanos, alimentos, música, edificios, fábricas, máquinas, libros, ropas, historia. Ustedes son ricos, nosotros pobres. Ustedes tienen, nosotros no tenemos. Todo es hermoso aquí. Menos las caras. En Anarres nada es hermoso, nada excepto las caras. Las otras caras, los hombres y las mujeres. Nosotros no tenemos nada más. Aquí uno ve las joyas, allí uno ve los ojos. Y en los ojos ve el esplendor, el esplendor del espíritu humano. Porque nuestros hombres y mujeres son libres. Y ustedes los poseedores son poseídos. Viven todos en una cárcel. Cada uno a solas, solitario, con el montón de lo que posee. Viven en una cárcel y mueren en una cárcel. Eso veo en los ojos de ustedes…, ¡el muro!, ¡el muro!

Conclusiones de Los desposeídos, de Ursula K. Le Guin

Por lo tanto, puedo afirmar que Los desposeídos me ha gustado mucho, me ha parecido una novela genial (y más aún si piensas que fue escrita en 1974). En primer lugar creo que pertenece al grupo de las que envejecen bien y que dentro de otros cincuenta años seguirá siendo igual de actual -por desgracia-. En segundo lugar, es un libro que invita a la reflexión sobre multitud de temas (ecología, feminismo, pobreza, educación, familia, amor, política, trabajo, religión, etc.) valiéndose de una trama bastante amena y amable.

-Únete a ellos, si te gustan esos métodos. ¡La justicia no se consigue por medio de la fuerza!
-Y el poder no se consigue por medio de la pasividad.
-No buscamos poder. ¡Lo que buscamos es acabar con el poder!
¿Qué dice usted? -Maedda apeló a Shevek-. Los medios son el fin. Odo lo dijo toda su vida. ¡Solo la paz trae la paz, solo los actos justos traen la justicia!

Por otro lado, aunque Los desposeídos sea una obra analítica está bien novelada y la narración de esa tercera persona transmite objetividad y sosiego a pesar del tono crítico y reivindicativo. Y, para terminar, tengo que decir que la forma de escribir de la autora, clara y concisa, junto a la historia de Shevek y las descripciones de ambos mundos son una invitación para no parar de leer hasta el final.

En consecuencia, novela muy recomendable para quienes disfruten con historias disfrazadas de utopías y que inciten a la concienciación y reflexión. Es la segunda que leo de Ursula y me reafirmo: no será la última.


Fragmentos de Los desposeídos

En el idioma que Shevek hablaba, el único que conocía, no existían expresiones coloquiales posesivas para el acto sexual. En právico no significaba absolutamente nada que un hombre dijese que había «tenido» a una mujer. La palabra de significado más aproximado y que también se empleaba secundariamente como una maldición era específica: significaba violar. El verbo usual se conjugaba únicamente con un sujeto plural, y solo era posible traducirlo a una palabra neutra como «copular». Significaba un acto realizado por dos personas, no algo que hacía o tenía una persona.

La libertad se apoya más sin duda en la franqueza que en la ocultación, y la libertad siempre merece que se corra el riesgo.

Encontrar una jerarquía agradable y segura, y dejarse estar. No cambiar nada, no arriesgarte a las censuras, no intranquilizar a tus síndicos. Dejarte gobernar es siempre más cómodo.

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