Las veleidades de la fortuna / Pío Baroja

Y es que ya se nos termina el verano…
Como todos los años ha sido demasiado fugaz, en Julio hasta los topes de curro y en Agosto sólo un par de escapadas (A Coruña y Granada). Y diréis, ¿pero es que esta chica no tiene vacaciones?. A ver, tener, lo que se dice tener sí que las tengo, pero me niego a desaprovecharlas durante el ÚNICO mes en que tenemos jornada reducida. Así que sólo he gastado una semana.
Estoy MUY perra. Sólo he leído 2 libros desde la última entrada. Intentaré tomar medidas.

Volvemos a uno de los grandes, al menos para mí. El señor Pío Baroja.
De muchas de sus obras me gusta el entorno en que se desarrollan, tanto a nivel de paraje como social (por ejemplo la trilogía de La lucha por la vida, en Madrid; o Zalacaín el Aventurero, que pertenece a la trilogía de Tierras Vascas, adivinen dónde), porque describe (sin descripciones) a gentes de la península con sus distintas culturas. Pero en esta ocasión nos vamos más allá de los Pirineos, acompañando a Pepita y Soledad Larrañaga, dos hermanas de Bilbao (¡pues!).

«-¿Así, que son ustedes españolas?
-Sí.
-¿De qué parte me han dicho?
-De Bilbao. Somos vascas.
-¡Ah! ¡Vascas! Los vascos han dado mucho que hablar a los antropólogos. Algunos creen que es la primera emigración aria que salió de las orillas del Mar Negro.»

Total que ahí que emprenden viaje en tren pasando por diferentes lugares de Europa: Austria, Alemania, Suiza y, finalmente, Francia. El viaje, más que unas vacaciones, es una especie de huída de una de las hermanas, que tiene problemas con su marido, así que ambas damas se dedican a recorrer en tren todas esas ciudades y a ir haciendo amigos de diferentes nacionalidades por el camino. Son como dos personajes casi opuestos: una es entusiasta y positiva, mientras que la otra lo ve todo con ojos decadentes (en comparación a…). Así va poniendo a parir una y defendiendo la otra, las diferentes ciudades y personas en y con las que se van topando. Al poco de comenzar el viaje se les unirá tambien el primo José, que es avisado por el padre de las chavalas para que se pase a acompañarlas ante la riña con el marido; funcionando a su vez de juez y protector. Hay un rollito…, así, con amago de incesto…
La verdad es que José es el personaje que más me ha gustado, sus opiniones siempre parecen ser las más razonables y menos interesadas del resto; algo así como las más libres de entre todos.

Lo mejor, sin duda, es la forma dialogada en la que se presenta la novela y la tertulia en la que te sientes involucrado constantemente. Se tratan multitud de temas, principalmente los que se refieren a los diferentes países y sus culturas, tirando de tópicos a saco. Con posiciones opuestas y variopintas opiniones, los personajes se dedican a juzgar desde los judíos hasta los germanos, pasando por los andaluces o franceses. Buena caña mete, jajaja.
«-Para la gente de fuera, en España, la región de más carácter es Andalucía, a mí me parece lo más vulgar de España. (…) A mí me parece lo que tiene menos carácter. ¡Qué cantidad de pueblos ramplones, grandes, mediocres, insulsos, anémicos, sin tradición, hay allá! Parecen pueblos construidos ayer en un país colonial. ¡Y el campo andaluz! Es la monotonía absoluta. Cuando de Andalucía se va a Castilla, a León o a Navarra, todo toma un tono de violencia que asombra, un aire de tradición, de peligro, de guerra.»

También se habla sobre la modernidad, las nuevas tendencias en ciencia y artes que, por otro lado, salen bastante mal paradas en los diálogos entre estos personajes.
“En ciencia y en arte todo es hoy palabrería: el expresionismo, el dadaísmo, la metapsíquica, el psicoanálisis, el pirandellismo; todo eso no es más que palabrería, no encierra medio adarme de hechos nuevos o de conceptos nuevos.”
Antes, indudablemente, el arte era mucho en la vida. Hoy es poco; por lo mismo salen voceadores más desvergonzados. Un cubista es comparado con un inventor; un mamarrachista cualquiera, que tiene cierta audacia y que apenas sabe firmar, con un sabio que se ha pasado la vida estudiando. Todo esto es completamente ridículo. Nos hablan de la inquietud del alma de los pintores. Es cosa cómica. Espíritus ganapanes de la brocha quieren demostrar que son espíritus selectos y que la estupidez del cubismo es como una locura sublime.
Habrá también entre ellos inteligentes, no cabe duda.
-Sí, es posible; pero la mayoría no debían pasar de pintar puertas.
-Sin embargo, el cubismo es un adelanto –dijo la duquesa.
-Sí, es un adelanto ridículo. Es un adelanto para snobs, para gente vulgar, para profesores alemanes llenos de pedantería, para críticos judíos y para señoras marisabidillas. Llegar a trazar figuras más toscas y menos graciosas que las pinturas que hay en el fondo de las cavernas, dibujadas hace veinte o treinta mil años, es un progreso cómico.”
Zas! En toda la boca..

Podemos encontrar muchas referencias literarias (Plutarco, Heráclito, Shakespeare, Tirso, Cervantes, etc.) entre las que se hallan algunos autores que por aquí han aparecido.
La novela comienza con un Prólogo en el que se menciona a mi admirado Baltasar Gracián:
«Habla con frecuencia Gracián -dice Joe-, y habla con cierto gusto y delectación de los desvanes del mundo; así, la soberbia es para él la Hija sin padre en los desvanes del mundo. Al leer al retorcido ingenio bilbilitano, uno se figura los desvanes del mundo como enormes trastos viejos, de artefactos antiguos, arrumbados allá de cualquier modo. Muchos han creído ver en los tales desvanes del mundo un orden y una armonía preestablecida; otros han encontrado un sistema de compensaciones. Para los primeros y para los segundos siempre el trasto viejo tiene su utilidad y su objeto, el veneno su antídoto y la negación su afirmación.»

Con esto ya deja entrever la inquietud de don Pío por la evolución, el cambio, la llegada de la modernidad de la que hablábamos antes, finalizando el prólogo de esta forma:
«Nos encontramos, aunque quizá no seamos dignos de ello, ante un nuevo período histórico y literario. Este período tiene que dar su flor. Tardará mucho en darla; quizá cien años, como el cactus secular; pero la dará. El que primero ponga esa flor en la boutonnière de su levita o de su chaqueta, dará una prueba de su perspicacia y de su dandysmo.»

Otras de las referencias literarias que destacaría, son los comentarios que se hacen sobre Proust y André Gide, ahí, dándole donde más duele.
“-Todo lo que sea algo de esnobismo y de mal gusto tiene ese sello semialemán, semijudío. En Francia, por ejemplo, Proust, que manifiesta una delectación un poco profesoral y pedantesca por lo que es aberrante, es medio judío de raza. Andrés Gide, el autor de Corydón, que es de la misma escuela, medio alemán de espíritu.
-¿Ha leído usted Corydón? –preguntó Larrañaga.
-Sí, lo he hojeado.
-A mí me ha parecido una tontería. ¿Qué ventaja puede haber en convertir el mundo en la Ínsula Hermaphodítica?
-Es ridículo, completamente ridículo. ¡La pederastia ofrecida a la Sociedad como un recurso! ¡Como si no estuvieran las casa de prostitución llenas! Los pederastas, ofreciendo su cuerpo a la patria. Tendrá, con el tiempo, que ensancharse el Panteón o el Walhalla y poner una sección con este letrero: ‘A los grandes pederastas, la patria reconocida’. Yo no creo que a los invertidos haya que matarlos o marcarlos con un hierro candente; pero de eso a la glorificación, a la creación de una medalla al Mérito Pederástico, hay un pequeño abismo.”

Esta es de esas novelas en las queconsidero que la importancia estriba, no en la trama en sí, si no en el contenido reflexivo que contempla en cuanto a un gran abanico de temas. Al margen de los ya comentados, también se trata la política, los eventos sociales, el papel de la mujer, la religión, aspectos humanos como la intuición o el conocimiento, etc.

No pueden perdérselo….

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“-Yo vivo en plena fantasía –dijo-; creo en toda clase de locuras y de supersticiones. Si me quieren convencer de que mis ideas son absurdas, lo reconozco; pero sigo creyendo en ellas.”

“Digan lo que quieran, la vida no puede estar dirigida únicamente por el interés. Si la norma de la vida fuera solamente comprar barato y vender caro, la vida sería asquerosísima. Es más: yo rechazo la dirección única del intelecto. Hacer como principal norma de la existencia el pensamiento, sería condenarla a marchitarse, a secarse. La vida necesita también lo irracional, lo misterioso, lo infinito, la superstición misma...”

“-El oficio de político –afirmó Stolz- es un oficio de pedantes y, cuando no pedantes, es de apaches y de canallas; pero a mí me divierte.
-Pues yo creía que entre ustedes, los suizos, la política era una cosa muy seria.
-Sí, eso se dice; mas no hay que hacer demasiado caso de ello. La política es una buena manera de pasar el tiempo; no hay que creer que produzca un gran bien. Yo no lo diría en el Congreso, desde mi hermoso sillón; pero creo, la verdad, que la Democracia se va haciendo vieja y estéril.”

“-No sé –dijo Fischer- cómo Breughel no pintó la guerra de los partidarios del vino contra los de la cerveza; sería poco más o menos, la misma guerra del aceite contra la manteca, del sol contra la lluvia y de la vocal contra la consonante.”

“-Y la gente, ¿no habla?
-No, oye.
-A mí no me gusta sustituir con la música la conversación.
-Porque no te gusta la música –dijo Soledad.
-Es que tampoco me gustaría que al acabar de comer me dijeran: ‘Ahora vamos a leer en voz alta un trozo de Homero o de Cervantes o de quien fuera’. Mandaría a paseo al que me lo propusiera.
-Es que los alemanes no saben conversar. Les gusta más escuchar –dijo Stolz, riendo.
-Pues yo, como no tengo nada de alemana, mejor que en uno de esos cafés con orquesta, estaría en una guardillita, teniendo alguien con quién hablar.
-Pues como veo que no le gustan a usted las grandes orquestas, vamos a la calle.”

“El profesor A nos hablará de la prehistoria; el coronel B, contará su campaña de Servia; el pintor C, nos explicará la diferencia que hay entre el cubismo y el expresionismo; el doctor D, nos dirá cómo se distinguen los esquizofrénicos y los paranoicos; el farmacéutico F, cómo se pueden separar las vitaminas; la profesora G, disertará sobre la diferencia de la inteligencia en las niñas; el crítico H, hablará de la escultura de los hetitas; la señorita I, sobre Dostoiewski, y todas las letras del alfabeto disertarán, hablarán, pedantearán, entre humo de tabaco, cerveza, risas y exclamaciones guturales.” (La conversación alemana .- Las estampas iluminadas)

“-¿Y en qué momento se siente usted católico, en momentos de desgracia?
-No; generalmente, en verano.
-Hombre, en verano, ¿y por qué?
Cuando estoy en un pueblo español y hace un calor sofocante y entro en la catedral, me encuentro tan fresco, tan a gusto, que el catolicismo me parece entonces muy sabio.”

“-Yo no comprendo bien la actitud de estas gentes con relación a la vida sexual –dijo Larrañaga.
-Se quiere encontrar algo extraordinario en ello –repuso Haller-. Quizá es natural en una época en que no hay conceptos místicos. La vida sexual del hombre no se diferencia gran cosa de la vida sexual en los demás mamíferos. Lo que la complica en el hombre son las ideas morales, religiosas, la imaginación y la economía.
-Sí, eso ha sido siempre; pero ¿por qué este moderno culto a Eros?
-No es completamente moderno. Carlyle, hablando de los novelistas franceses de su tiempo, decía que querían restaurar el culto fálico. Es natural. Es el camino qe tiene que seguir una sociedad no cristiana. Para los cristianos, toda la vida sexual es pecado, toda es mala, está íntegramente inspirado por el diablo y no tiene más escape lícito que el matrimonio. Para nuestros erotómanos actuales, la tesis verdadera es la contraria: toda la vida sexual, y hasta sus aberraciones, son respetables y están llenas de esplendor y de interés.

“Yo, por más que busco, no veo diferencia alguna entre intuición y conocimiento; el dato de la intuición me parece más sencillo, menos razonado, no convertido en idea; y el dato del conocimiento, más razonado y más lógico. El uno está menos elaborado que el otro , pero los dos proceden de lo mismo. Estas divisiones, estos conceptos adornados, son ganas de dar aspectos misteriosos a las cosas. Al trabajo que no es claramente consciente de la inteligencia se le llama intuición. En el hombre que sabe, en el que haya leído y que tenga muchos datos de cultura almacenados en la memoria, esta supuesta intuición parece y vale algo. Si no supiera ni hubiera leído nada, veríamos a qué se reducía esta intuición.”

“-¡Quién iba a creer –añadió Stolz- que todas las furias de la libertad, los entusiasmos de los eleuteromanos, iban a acabar en una cosa tan prosaica como la democracia y el socialismo, en la vida dirigida por la economía y por la estadística!”

«Llegará un día en que una especie de magos tendrán toda la ciencia en su cerebro. El resto de la humanidad será la manada de gentes estúpidas y vulgares a quien se conducirá como un rebaño. En cualquiera de estas ciudades, si nos preguntan a la mayoría de los que andamos por las calles cómo funciona este teléfono automático, el tranvía eléctrico o la telefonía sin hilos, no lo sabremos decir. Un ingeniero calculará una cosa, el otro otra, un fundidor hará agujas, el otro volantes, el otro armará el aparato, y así crearemos esos artefactos que están como por encima de nosotros, porque la mayoría no sabemos cómo funcionan.”

Habrá jerarquías sociales, científicas; pero no humanas. Estamos en un pueblo sitiado, haciendo cola en una panadería, y hay en una fila un hombre sabio, una mujer distinguida. No le hacemos paso. Estamos esperando en la casa de un médico, y tampoco perdemos el puesto ni invitamos a pasar primero al más rico, al más sabio o a la mujer más guapa. Quizá renunciaremos a nuestro puesto y cederemos el sitio al más desdichado, porque tomamos para esto un punto de vista humano, que no tiene nada que ver con la categoría intelectual o social. Yo creo que no hay más que eso: o todos en lo humano iguales, no en lo legal, que es una cosa fría y sin valor, de programa político, o si no la sociedad con jerarquías, con policía que pega, con ejército que mata en las huelgas con razón o sin ella, con política maquiavélica que puede anular a las gentes por motivos utilitarios.”

“-He leído que ese arte árabe no es árabe, sino una aportación medio persa; los árabes parecen que no inventaron nada; pero en fin, sea lo que sea, yo creo que no está dentro de las entrañas del pueblo español. Es un arte de baratijas, un arte que maneja el yeso pintado y la escayola, que huye de la figura humana. Insignificancia. La Alambra podría ser un buen quiosco de refrescos.
¿Y la mezquita de Córdoba?
-Horrible. Es un sótano con arcos de herradura.
-¿Y el Alcázar de Sevilla?
-Sería un bonito modelo para un pabellón en una exposición de Chicago.
-Entonces, ¿qué les gusta a ustedes de España?
-Muchas cosas. Toda la huella de Roma es magnífica; los acueductos, los puentes, los anfiteatros como el de Mérida; luego, las iglesias románicas, las góticas, lo plateresco, lo barroco y El Escorial.
-Chateaubriand encontraba que El Escorial era un cuartelón.
-¡Bah! Chateaubriand era un jorobado petulante y no muy inteligente. No hay que hacer mucho caso de él.
-Pero entonces, ¿ustedes prescinden de la España árabe?
-Yo prescindo de muchas cosas. Para mí, por ejemplo, tiene más importancia la guerra de la Independencia y las guerras carlistas que la conquista de América. El Empecinado o Zumalacárregui me interesan más que Colón o que Hernán Cortés.
-Sí, pero ésa no es la España para el mundo.
-Bien; pero es la España de un español. La España para el mundo es un lugar común que no vale la pena de tener en cuenta. Para la gente de fuera, en España, la región de más carácter es Andalucía, a mí me parece lo más vulgar de España.
-¡Oh! No, no es cierto –dijo el yanqui, rechazando la idea como si quisieran engañarle.
-A mí me parece lo que tiene menos carácter. ¡Qué cantidad de pueblos ramplones, grandes, mediocres, insulsos, anémicos, sin tradición, hay allá! Parecen pueblos construidos ayer en un país colonial. ¡Y el campo andaluz! Es la monotonía absoluta. Cuando de Andalucía se va a Castilla, a León o a Navarra, todo toma un tono de violencia que asombra, un aire de tradición, de peligro, de guerra.”

“-Ya en París –le dijo aquel señor confidente que se preciaba de haber sido amigo del novelista Proust -, la mujer mundana no tiene amante, sino un gigoló. Aquella frase de sentimentalismo un poco ridículo, de una entretenida tenía un amant de coeur, se ha convertido en tener un gigoló, un querindango que no llega a querido.”

“-Esta vida solitaria que tú haces –dijo Pepita- tiene que ser triste, porque es desinteresarse de todo cuanto pasa alrededor.
-Sí; pero esta vida tiene sus ventajas. Se hace uno más recogido, más individualista. Yo, muchas veces, cuando vivía aquí o en Londres, y pasaba al anochecer entre la gente, por delante de los escaparates iluminados, no pensaba más que en si encontraría encendida la estufa de mi cuarto y si la sopa estaría quemada.
-Creo que haces mal en aislarte.
-¿Por qué? Es natural que todo el mundo se quiera defender del contacto vulgar y desagradable. A mí no me divierte oír hablar a dos comisionistas; es una cosa tan vulgar; en cambio, me gusta oír a dos labradores o a dos marineros.”

“-Tienes aire de ser del montón.
-Es para mí bonito esto de no tener aspecto de nada, no ser ni muy alto, ni muy bajo, ni muy rubio, ni muy moreno, ni llevar grandes barbas, ni grandes anteojos, ni grandes melenas..
-Ser una persona vulgar.
-Ser ciudadano de Europa, pasar inadvertido en París o en Londres, en Berlín o en Madrid. Ser para los demás una figura sin carácter y sin color, y en cambio, ser para uno mismo, lo absoluto.
-La soberbia de Lucifer.
-¿Es que no es uno para sí mismo el universo entero? Uno es todo: el tiempo, el espacio, la causalidad, el mismo Dios si se tiene la veleidad de creer en él.
-¿Y los demás?
-Los demás son el Cosmos. Cosas que se mueven y que hablan.
-¡Qué absurdos!”

7 comentarios en «Las veleidades de la fortuna / Pío Baroja»

  1. He leído hace poco La Busca, y me ha encantado. La descripción que hace de los barrios bajos de Madrid me ha recordado al programa Callejeros pero cien años antes, jaja. Me apunto éste para cuando acabe la trilogía.

    Bicos!

  2. y yo que todavía no he leído nada de Baroja…no tengo perdón de dios! De verdad…
    Me alegro leerte de nuevo!

  3. creo que solo he leído de él "El árbol de la ciencia", me gustó pero no llamó mi curiosidad para buscar otras obras.

    saluditos

  4. Hola, Katrina
    solo comento para preguntar cuándo habrá aquí más sobre libros de vuelta.
    De Baroja solo he leído párrafos sueltos, que me gustaron por su intensidad, pero una novela o algo así largo me acobarda siempre. Quizá alguna vez…
    Saludos

  5. Yo me leí Zalacaín y El árbol de la ciencia cuando estudiaba, pero me quedo con La busca sin duda.

    Hace unos años trabajé en una imprenta con mucha solera, que se había fundado en los años 20 con el barojiano nombre de "Aurora roja". Al primer dueño lo fusilaron cuando la guerra civil, y es que hay que ser más discreto,…

  6. Me ha gustado tus comentarios acerca de los libros que forman la trilogía "Agonías de nuestro tiempo" de Baroja.Se tocan cantidad de aspectos antropológicos que tanto le gustaron a Baroja.Me he leído "El gran torbellino del mundo" (muy buenas las digresiones de Las estampas iluminadas) y "Los amores tardíos".Me queda por leer "Las veleidades de la fortuna". Hace tiempo leí "Camino de Perfección", un viaje por el alma a través del paisaje castellano y la España enigmática,tétrica.Muy recomendable dentro de las obras de Pío Baroja.
    Un saludo

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