Guapa de Cara / Rafael Reig

Volvemos con el señor Rafael Reig, una vez más me encandila con su sentido del humor. (Ver Manual de literatura para caníbales)

Cuenta la historia de una escritora a la que asesinan al principio del libro, pero su espíritu se encarga de contarnos lo que ha sido su vida y de descubrirnos quién ha sido su asesino ( y a razón de qué).

Ella, la “guapa de cara” a la que le jodía que se lo recordasen, ella, quería que le dijeran cosas como ¡¡¡Mozaa!!! ¡¡¡Si tu culo fuera un banco te la metería a plazo fijo!!!, en vez de decir lo de siempre: mírala qué guapa es (mientras piensan: qué penita con ese mediometro y cuerpo de botijo). Así que ahí está ella con sus complejos, su exmarido, sus amores platónicos y sus padres… benditos padres.

 

Me ha hecho pasar buenos ratos el libro, pero también se me ha encogido bastante el estómago en algunas partes que me tocan la fibra (con el tema parental).

 

A destacar y sin desvelar la trama…

 

  • La fijación del Señor Reig con Azorín, jajajaja me descojono. Me hizo gracia encontrármelo de nuevo, ya que en el Manual de literatura para caníbales hace más o menos la misma descripción de la forma de escribir del susodicho. “Azorín, el monstruo de Monóvar, la máquina descriptora, siempre con un mínimo garantizado de tres adjetivos por cada sustantivo y con ese estilo tan característico: pulcro, puro, conciso; un castellano pulido, cincelado, tallado.”
  • Detalles como el altillo de la habitación de la protagonista. Recordando sus venadas infantiles (que todos hemos tenido) en las que se volcaba en algún tema durante 5 días y luego pasaban al olvido (el ejemplo del microscopio me ha tocado de lleno,) comenta que el altillo es algo así como una necrópolis de sus aficiones abandonadas. Enorme.
  • El método de relajación que utiliza “la profe” para antes de dormir, muy efectivo.
  • La referencia a frases o unión de palabras a las que se recurre mucho y el autor no le encuentra mucho sentido (ej. Amigos personales, simpáticas mascotas) o más bien me hace entender que las detesta. Algo parecido explicó en una de las entradas de su blog. Podéis verla aquí.

 

Y con esto y un bizcocho… queda recomendado una vez más. Por mi parte seguiré probando con más títulos de este autor.

Saludos!

 

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“Todos los libros que leía trataban de mí, yo era siempre la única protagonista, lo mismo de Sine, el egipcio que de Así habló Zaratustra.
Una y otra vez me sorprendía la coincidencia de que tanto Mika Waltari como Friedrich Wilhelm Nietzsche escribieran lo mismo que yo ya había pensado antes por mi cuenta.
Luego he comprendido que sucede siempre: sólo somos capaces de reconocer en los demás las ideas que ya se nos habían ocurrido a nosotros.

 

 

“Estaba estupenda, en definitiva, con casi diez kilos de menos.
Este es uno de los aspectos más reconfortantes o lado positivo de la defunción.
Además, sin gafas, veía perfectamente.

Aunque, por otra parte, siendo invisible, intangible, inaudible y tal, pues, chica, tú me dirás, da como un poco lo mismo estar delgada que gorda, guapa de cara o fea como un pecado mortal.

 

 

 

 

“Para Eduardito Sandoval, el poeta lírico, había muy pocas cosas que no fueran mágicas. El sexo era mágico, por descontado; los atardeceres eran mágicos; había fenómenos meteorológicos mágicos, sobre todo las precipitaciones repentinas, y cualquier encuentro casual tenía que ser mágico a la fuerza, por no hablar de esos momentos mágicos en sí mismos, casi siempre después de la quinta copa.

 

 

 

“Me hicieron un corte por detrás, de oreja a oreja, y apartaron con una espátula la piel de la cabeza, para dejar a la vista mi cráneo.
Mira bien mi calavera, guapa de cara. Mírala y dime si he sido abogada, inspectora de Hacienda, analista de sistemas. ¿Dónde está ahora mi sonrisa? Mira mis dientes astillados de tanto apretar dormida las mandíbulas. Mira el oscuro interior de mi sonrisa. Mira la verdad de mi rostro, guapa de cara, y no llores más sobre mis huesos descarnados, corazón, no salpiques mi esqueleto con lágrimas y arrepentimientos.

Lluvioso corazón, ¿cuándo vas a escampar?

¿Cuándo me devolverás al polvo, mariposa atolondrada, cuándo me darás sepultura y silencio, ceniza y olvido, niebla y reposo?”

 

 

 

“Con un solo deseo, yo nunca he tenido suficiente. No quepo en un deseo. Soy como las nueces: es imposible abrir una sola con las manos. Para partir una, hay que apretar dos juntas. Para alcanzar el fondo de mi corazón, yo también necesitaba que se cumplieran dos deseos, apretados el uno junto al otro”

 

 

 

 

“¡Saber! ¡Saber! ¡Saber! Siempre la misma martingala. Qué manía. Todos quieren saber, me pregunto por qué. Escuche, Eguíbar, my brother: cuando aumenta el saber, aumenta el dolor… ¿Le apetece un trago?”

 

 

 

“Todos necesitamos alguien que conozca nuestros huesos uno a uno. Alguien que lo sepa todo, que haya tenido acceso al contenido de nuestro corazón. Alguien que haya sido testigo de nuestro sufrimiento, del dolor inmerecido, del esfuerzo inútil.
Sí, pero, seamos sinceras: también necesitamos lo contrario. Necesitamos confiar en que no haya nadie que de verdad conozca todos nuestros huesos. Que nadie pueda mirarnos al trasluz o por debajo de la alfombra. Que nadie sepa la verdad de nuestro corazón.
Así somos (…), artistas del alambre, siempre en equilibrio inestable entre los dos abismos inhumanos, los dos deseos que no pueden cumplirse a la vez.

 

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